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La hipocresía europea: odian a los migrantes, pero celebran sus goles  

La xenofobia se detiene solo en el partido.

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En 1998, Francia se coronó por primera vez como campeón en una Copa Mundial de la FIFA. Algunos de los “cracks” de esa época eran Zinedine Zidane (de padres argelinos), Marcel Desailly (de Ghana), Patrick Vieira (Senegal) y David Trezeguet (de ascendencia argentina).

Por Paula Ricciulli // @ricciup

Años antes, Jean Marie Le Pen, líder del partido de derecha Frente Nacional (hoy llamado Agrupación Nacional), declaró: “Es artificial que hagamos venir jugadores extranjeros para bautizarlos como equipo de Francia. La mayoría no lo canta, o visiblemente no se saben La Marsellesa”.

Hoy, más de 20 años después, Francia clasificó a octavos de primero en su grupo (y está en cuartos de final tras derrotar a Argentina) con una buena parte de sus jugadores de familias migrantes. Algunos de ellos son Kylian Mbappé, de ascendencia camerunesa y argelina (y quien marcó 2 de los 4 goles contra la albiceleste), Paul Pogba (de ascendencia guineana), Dusmane Dembelé (de padre maliense y madre mauritana), N'Golo Kanté (con familia maliense) y Blaise Matuidi (de familia angolesa).

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Así como Francia, varios equipos europeos de la Copa Mundial de la FIFA cuentan con un buen número de inmigrantes o hijos de inmigrantes. Suiza, Dinamarca, Bélgica, Alemania e Inglaterra también tienen a varios jugadores de origen africano o árabe en sus alineaciones. 

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Sin embargo, mientras Europa celebra los triunfos de sus respectivos equipos conformados por migrantes o hijos de los mismos, también los mira con recelo. Una encuesta realizada en Francia publicada por Le Figaro concluyó que un 60% de sus habitantes considera que el país recibe a “demasiados” inmigrantes.  Otro estudio del Instituto Nacional de Estudios Demográficos publicado en enero de 2018 concluyó que más del 40% de los inmigrantes (o hijos de inmigrantes) en Francia se ha sentido discriminado alguna vez.

Otra encuesta del Pew Research Center concluyó que la mayoría de la población en Grecia (86%), Italia (80%), Francia (57%) y Gran Bretaña (55%) quiere menos inmigrantes en sus respectivos países.  

Jimmy Durmaz, quien tiene ascendencia turca y libanesa, juega en la selección de Suecia y recibió amenazas racistas en su cuenta de Instagram luego de que su falta le diera a Alemania una oportunidad exitosa de gol en el minuto 94, y la victoria en el partido.

Francia celebró sus 4 goles contra Argentina, 3 de los cuales fueron marcados por jugadores hijos de migrantes. “Es loco que en 2011, la Federación Francesa intentó limitar el número de jugadores negros o africanos en sus centros de formación, que son las bases del equipo nacional, cuando ellos son buena parte de la razón por la que su equipo es exitoso”, escribe el autor Cint Smith. 

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Mientras el discurso antiinmigración se endurece en Europa, el continente celebra los goles de sus migrantes como propios y los acoge feliz como parte de sus equipos nacionales. Es gracias a ellos que han conseguido muchas de sus victorias: Blerim Džemaili (macedonio) y Josip Drmić (Croata) marcaron los goles de Suiza contra Costa Rica, Romelu Lukaku (de la selección belga y de origen congolés marcó un gol contra Panamá), y Kylian Mbappé marcó un gol a Perú y 2 a Argentina.

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El país del que más se habla en el Mundial y no clasificó ni a fase de grupos.

En palabras de Karim Benzema, de ascendencia argelina y jugador de la selección francesa, "cuando marco goles con la selección soy francés, cuando no marco soy árabe".

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