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Locura por el Panini: diez historias imprescindibles sobre la biblia del Mundial

¿Se acuerdan del Panini? ¡Volvió! En forma de álbum carísimo y larguísimo. El de Rusia 2018 viene con 670 láminas y, para llenarlo, muchos quedaremos en co

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Fotos: Álvaro Castellanos

¿Se acuerdan del Panini? ¡Volvió! En forma de álbum carísimo y larguísimo. El de Rusia 2018 viene con 670 láminas y, para llenarlo, muchos quedaremos en condición económica de diseñador gráfico freelance.

Por Álvaro Castellanos | @alvaro_caste

Sin embargo, aun así adoramos coleccionarlo porque, aunque seremos presas fáciles de los vendedores callejeros que nos arrancarán $20.000 por los hologramas de la primera página, nos ayudará a ponernos a la altura de la sobreactuación de conocer en detalle los estadios, grupos, partidos y jugadores que conforman el vigésimo primer Mundial de la historia.

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A propósito del furor por la aparición del Panini de Rusia 2018, les traemos diez historias que muchos de ustedes probablemente desconocían sobre la Sagrada Escritura de los Mundiales. Léase, coméntese, compártase y despéjese del debate político que por estos días nos tiene más cansados que la laminita repetida de Yimmy Chará.

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  1. ¿Colombia ‘86?

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El único país en el que se usan cáscaras de patilla para arrastrar y robarse los cajeros electrónicos, también ha sido el único en rechazar un Mundial. Y como el que no conoce su historia está condenado a repetirla, más vale recordar esta imbecilidad del entonces Presidente Belisario Betancur, quien tiró a la caneca la gestión de años de Alfonso Senior, histórico dirigente del fútbol colombiano, para conseguirle al país la organización del decimotercer Mundial de la historia.

Según Betancur, la plata para las obras del torneo debía ser destinada en colegios y carreteras que hoy, a sus 95 años, el momificado expresidente aún espera que se construyan. El testimonio de este gazapo imborrable se puede ver en la tapa trasera del álbum de España ‘82, con una imagen avejentada que cita “Apoyamos el Mundial Colombia 86”.

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Recordado como uno de los mejores Mundiales de la historia, menos mal que el torneo se hizo en México y no en Colombia. Siendo sensatos, habría sido una pena que el gol de Maradona a los ingleses se hubiera malogrado por culpa del morrito frente al arco del estadio Eduardo Santos de Santa Marta, que habría podido desviar el balón al saque de banda.

  1. Enigma persa
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Los millennials chiquitos no recordarán que en 1998 el acceso a Internet era muy limitado, básicamente porque eran bebés o ni siquiera habían nacido. En esa época, para hacer una tarea era casi necesario ir a la biblioteca y a los pocos millonetas que tenían Internet en la casa les tomaba media hora descargar una foto, si es que una tía no levantaba la bocina del teléfono y se tiraba la conexión.

En ese contexto de desinformación, varios mitos urbanos, por muy pendejos que fueran, se convirtieron en verdades absolutas, como cuando se decía que Marilyn Manson se quitó dos costillas para alcanzar a chupársela, o que los jugadores de Irán no se tomaron foto para el Panini de Francia ’98 porque, según sus creencias, corrían el riesgo de “quedarse sin alma”.

Pues bien, la verdad detrás de la ausencia de los iraníes en el álbum respondía a un problema de derechos, lo cual forzó a Panini a lanzar el álbum sin estas láminas, cuyos espacios, además, no venían numerados. En principio, para enfrentar este problema, la empresa italiana lanzó una edición limitada de figuritas que se podían solicitar por correo. Pero, al menos en Colombia, se recurrió a la chambonada de imprimir unas láminas todas deterioradas, con menos definición que aquel juego prehistórico de Prince of Persia que circuló a comienzos de los noventas.

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  1. La peluca mundialista

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Una de las sorpresas en EE.UU. ’94 fue la selección de Bulgaria que, a punta de buen fútbol, llegó hasta semifinales. El equipo estaba conformado por figuras como Trifon Ivanov, un defensa que parecía víctima de posesión demoniaca, Hristo Stoichkov, goleador del equipo, y el portero Borislav Mijailov, protagonista de esta historia.

Mijailov, Mihaylov, Mikhailov. Internet no se pone de acuerdo en cómo deletrear el apellido de este arquero, que se iba a hacer célebre no sólo por sus atajadas, pues gracias al Panini de ese año pudimos descubrir un caso, tal vez único, en la historia de los Mundiales. En su laminita, Mijailov aparece raudo, con mirada al horizonte, y un corte de pelo estándar. Sin embargo, al observar con detalle la foto grupal del equipo, el ex portero del Mulhouse de Francia aparece calvo. No rapado. ¡Calvo! Con pelo a los lados y atrás, pero con los lóbulos parietales y frontales totalmente desprovistos de pelo.

Reacio a posar con su calvicie en su foto individual del Panini del ’94, y sin la eficacia científica que años después años después facilitó los implantes de Antonio Conte, Wayne Rooney y Luis Eduardo Motoa, Mijailov se jugó por atajar todo el Mundial con un peluquín en la cabeza. Y aunque pudo sufrir tremenda vergüenza si se le desprendía durante algún juego, su pelo de mentiritas pasó desapercibido y siempre se mantuvo en su lugar durante los ocho partidos que jugó en ese Mundial.

  1. Jugadores sin equipo
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Mucho antes de que Internet nos permitiera saber cualquier cosa dando un clic en nuestro computador, la unidad investigativa del Panini solía perder más de una batalla para encontrar los datos de los futbolistas que iban al Mundial. Era común entonces ver múltiples espacios sin llenar en diferentes Selecciones. Fue el caso de El Salvador en 1982, donde una línea punteada acompañaba la ciudad de nacimiento de todo el equipo.

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A falta de determinar si hay más casos, en el Panini de Rusia 2018, la laminita del uruguayo Egidio Arévalo Ríos parece rendirle homenaje a esa nostalgia desinformativa, pues el espacio donde debería aparecer  su equipo actual está vacío. Sin embargo, una exhaustiva búsqueda de 16 segundos en Google nos permite comprobar que, en efecto, el volante de marca uruguayo anda sin equipo porque luego de salir de Racing de Argentina en 2017 no ha encontrado equipo.

  1. Mundialistas no-mundialistas

Ya que el Panini sale mucho antes que las convocatorias oficiales al Mundial, decenas de jugadores que figuran en el álbum terminan fuera del torneo, en contraste con otros sí lo juegan sin haber coronado laminita. Ronaldinho, por ejemplo, la rompió con Brasil en Corea-Japón 2002, pero su lugar en el álbum fue usurpado por espectaculares vendedores de humo de la calaña de Vampeta, un volante de frondoso bigote, o Edilson, delantero con aspecto de asesor jurídico del Fondo Nacional del Ahorro.

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El caso contrario es doblemente ilustrado por representantes colombianos. El primero, John Jairo Tréllez, víctima de la superpoblación de delanteros en 1990 y 1994 y que fue excluido de la convocatoria colombiana a ambos Mundiales, siendo un pequeño consuelo su doble aparición en el álbum.

Menos célebre, pero similar, fue el caso de Johan Vonlanthen. El atacante colombo-suizo nacido en Santa Marta posó para el fotógrafo del Panini en 2006 y 2010. Pero, con la sal que no abandona al colombiano así se nacionalice en el país más civilizado del mundo, el destino lo dejó fuera de ambas competiciones. Primero, por una lesión sufrida a diez días del inicio del torneo y luego, por decisión técnica.

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  1. Andrés por Alexis

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Sus figuras, el 5-0 a Argentina, la gran eliminatoria disputada y el maligno pronóstico de Pelé, fueron motivos que hicieron a Colombia candidata al título en el Mundial de Estados Unidos 94. Ante el furor que el país vivía por ese entonces, Panini decidió aplicar un cambio a última hora para el público colombiano e incluyó a Andrés Escobar, uno de los futbolistas más célebres de esa Selección, pero que se había lesionado en el tramo final de la eliminatoria y no estuvo en la sesión de fotos para el Panini.

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Sin embargo, la aparición del defensa paisa implicaba sacar a alguien más del álbum. Y el marginado fue Alexis García, uno los menos mediáticos del equipo. Al no contar con una foto actual de Escobar, el retocador del Panini tomó su imagen del álbum de 1990, la trocó horizontalmente, le superpuso la camiseta amarilla del momento y la mandó a imprimir.

El resultado, tan chambón como efectivo, trajo de vuelta a Andrés Escobar al Panini, como si se tratara de una epifanía, de un homenaje previo, a uno de los asesinatos que más lloró Colombia.

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  1. Espacio para el humor

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En épocas en que la corrección política no era prioridad para el mundo, el Panini de 1974 tuvo el histórico valor agregado de incluir una serie de caricaturas representativas de cada Selección que, asociadas al fútbol, pretendían destacar algo del folclor de sus países.

Brasil, por ejemplo, traía a un hombrecillo en taparrabos azotando unas maracas; Yugoslavia, a un cazador disparándole a un reno; y Alemania Oriental, a un borracho metido en un vaso de cerveza. Lugares comunes en todos los casos, pero graciosos, justamente por el prejuicio que representaba cada caricatura.

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Pero fue la caricatura de Zaire (hoy, República Democrática del Congo) la que llevó más lejos este concepto. Los africanos (que se fueron del Mundial con 14 goles en contra) fueron ilustrados con un negrito que, con lanza en mano, cazaba a un león para almorzárselo. Touché.

  1. Hoja sencilla
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La lógica de la hoja sencilla en el papel higiénico aplica también para el Panini. En ambos casos queda la impresión de que una no es suficiente. Y sí. Una hoja es muy poco sin importar la intrascendencia de las Selecciones que arrejuntaban a dos jugadores por laminita. Haití en 1974, Kuwait en 1982, Canadá en 1986, Egipto en 1990, Bolivia en 1994, Ecuador en 2002 y Angola en 2006, por ejemplo, vinieron en hoja sencilla.

Sin embargo, este despotismo entró en desuso en 2010, seguramente, porque entre más láminas tenga el álbum hay más negocio para Panini. Ahora bien, para el recuerdo quedan varias injusticias de grandes Selecciones que vinieron en hoja sencilla.

O pregúntenle al Camerún de 1990 o a la Rusia de 1998, donde Panini cometió el descriterio de arrumar en una sola lámina a dos jugadorazos como Dimitri Alenichev y Alexander Mostovoi: una decisión que bien pudo ser causal de la activación de una nueva Guerra Fría.

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  1. El caso Prosinecki
     

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Para mantener su statu-quo, la FIFA (organización con más países que la ONU) establece que cuando un futbolista juega para una selección, queda inmediatamente vetado para jugar en otra. No obstante, un caso excepcional cobija a Robert Prosinecki: ese gran volante balcánico de ceño fruncido que se destacó en el fútbol europeo hace más de dos décadas.

Prosinecki jugó el Mundial de Italia ‘90 con Yugoslavia, pero en 1992, ante la fragmentación de su país y el surgimiento de Croacia, pasó a ser croata. Después de jugar el Mundial de Italia con sólo 21 años, llegó a Francia ‘98 con 29 años y en plenitud futbolera para ayudarle a Croacia a terminar tercera del torneo.

Junto a cracks como Boban, Jarni, Stanic y Suker, el mediocampista ex Real Madrid contribuyó con la hazaña croata y obtuvo el simbólico reconocimiento de ser el único futbolista en la historia en aparecer en dos Paninis con selecciones diferentes.

  1. La sal inglesa
     
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La escena se repitió entre los Paninis de 1998 a 2014. Comprábamos el Panini, comenzábamos a destapar sobres, y todo era risas y felicidad hasta que, de repente, nos encontrábamos con que los jugadores de Inglaterra aparecían vestidos de blanco, como con unos trajes diseñados para manipular material radiactivo. Y luego, en lugar de escudo, nos aparecía la bandera del país y, en vez del equipo formado, un collage de porquería con las caritas de los futbolistas.

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La explicación de esta cochinada estética radicaba en que la federación inglesa tenía un contrato de exclusividad con Topps, una empresa gringa de cartas coleccionables, que le impedía a Inglaterra aparecer en el Panini con sus emblemas oficiales. Italia ’90, el último Mundial en que Inglaterra tuvo una figuración decente (llegaron a semifinales), fue casualmente el último en que aparecían con su escudo, equipo y uniformes apropiados.

Afortunadamente, para Rusia 2018, Panini y la Federación Inglesa retomaron su vínculo, y Harry Kane, Jamie Vardy y compañía aparecen con su camiseta oficial y sus emblemas correctos, quizá como vaticinio a una buena presentación inglesa en el Mundial, en el que, ojalá, no eliminen a Colombia en octavos de final.

 

 

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