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¿Por qué el Carnaval de Riosucio es el más delirante de Colombia?

Empiecen a hacer desde ya sus planes para las vacaciones del 2021.

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Foto: Diego Fernando Cruz @Godiecruz

Cada dos años en Riosucio, Caldas, se celebra una fiesta salvaje salvaguardada y protegida por el diablo, en la que chirimías, bailes y desfiles logran que todos los asistentes enloquezcan y se encomienden a su majestad, el delirio. 

Por: Raúl Riveros // Fotos: Diego Fernando Cruz @godiecruz

Faltan pocos minutos para que finalice la noche del 9 de enero de 2019, y entre juegos pirotécnicos, llanto, gritos, pañuelos, trago, pitos y tambores, el pueblo de Riosucio, Caldas, observa la quema del diablo, que determina el final del carnaval, que en cada versión genera un mayor agrado y júbilo a los que tenemos la fortuna de asistir. La quema es acompañada por las estrofas del Himno del Carnaval, canción que expresa la importancia, la tradición y el fervor que significa esta fiesta.

“Las cuadrillas de ingenio Fecundo tanto nombre han llegado a alcanzar Que en ninguna otra parte del mundo nuestra fiesta podrán superar.”

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Es imposible establecer si hay otra fiesta superior a esta, pero lo que sí sabemos, mientras nos marchamos de Riosucio y observamos el hermoso paisaje que la naturaleza le ha entregado a esta tierra, es que lo que se vive en este Carnaval es difícil de experimentar en otros lugares. Muchas particularidades explican esto, pero sobre todo el personaje quemado durante la última noche de fiestas: el diablo.

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La influencia católica que desborda nuestro país hace que este símbolo sea visto con aversión y miedo, pero como todo lo prohibido también genera morbo y un interés inconsciente, y como en este carnaval el diablo no es satánico sino que es un personaje pintoresco y alegre, nos podemos permitir festejar en torno a él sin ningún reparo ni peso en la conciencia.  Los mismos curas del pueblo le aclaran esto a los feligreses que asisten a las misas.

Los párrocos tienen una gran importancia histórica en Riosucio y en el Carnaval, ya que gracias a su intervención se terminó la enemistad entre las poblaciones de Quiebralomo y La Montaña que se disputaban el Cerro de Ingrumá y fundaron un solo municipio con dos plazas muy cercanas, que son el escenario principal en cada Carnaval.  Años después de dicho suceso se iniciarían los festejos entre indígenas y afrodescendientes, con el diablo como inspiración de todas las manifestaciones tradicionales. La historia de Bohemian Rhapsody y el "pacto" de Freddie Mercury con el diablo

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Debido a la complejidad y a la cantidad de actos que incluye esta celebración se realiza cada dos años, para que los múltiples actores tengan tiempo suficiente de preparar cada festejo.  Los visitantes nos vemos rodeados de todos estos sucesos y terminamos totalmente abrumados, dificultándose resumir la experiencia carnavalera y recordar tantísima información recopilada en cada instante de la fiesta. 

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Todos los días hay desfiles por las empinadas calles de Riosucio. Disfraces, máscaras y cachos de todo tipo y de todos los colores bailan y alegran el ambiente. Los que desfilan suelen ser grupos de amigos y familiares del pueblo que se preparan con toda la seriedad y el rigor del caso para nunca desilusionar al público.  El colorido y la emoción es total, uno no halla hacia dónde mirar, ya que el ingenio en cada uno de los muchísimos disfraces y el goce en cada baile es muy atractivo.  

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También hay presentaciones en la tarima de cada plaza, así que la cuadra que las conecta se vuelve paso obligado y termina convertida en otro escenario fundamental de la fiesta, donde hay papayeras, vendedores, bailarines, artistas callejeros y todo tipo de curiosos. Como el pueblo es pequeño, la mayoría de recorridos se hacen a pie, por lo que uno se topa con nuevos amigos y conoce más personajes carnavaleros que son felices hablando con viajeros y expresando su amor y gratitud hacia el pueblo y el evento.

Uno de los momentos cúspides es la entrada del diablo. Por varios meses artistas locales lo diseñan y lo fabrican ocultamente, para que sea una sorpresa su aspecto. Desfila por las calles de la ciudad antes de instalarse en la Plaza de la Candelaria, donde va a permanecer para ser apreciado durante el Carnaval y para que se tomen fotos con él, pero principalmente para observar y vigilar el buen comportamiento durante las diferentes fiestas y eventos carnestoléndicos.

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El diablo surgió como símbolo de paz entre dos pueblos enemistados, así que ahora velará porque no haya riñas durante la celebración y para que haya hermandad entre todo el pueblo, pero también para que cada quien festeje con todas las de la ley.  Su rostro enorme en la mitad de la plaza, junto al colorido del pueblo y a tanto licor ingerido, hace que los asistentes sintamos que se nos mete en la cabeza. Con el diablo adentro gozamos de manera excesiva, llegando al éxtasis varias veces y comportándonos sin hacerle daño a nadie pero tampoco con pena por lo que cualquiera pueda pensar.

Su majestad diabólica también establece que la fiesta sea tolerante e igualitaria.  Por eso en el Carnaval de Riosucio comparte el rico con el pobre, el viejo con el joven, el local con el forastero, el bonito con el feo, el montañero con el citadino, el famoso con el don nadie, el metalero con el punkero, el vendedor con el comprador, el hippie con el gomelo y el que baila con el que no baila. Mientras tanto, el guarapo se reparte de manera constante para calmar la sed ocasionada por tanto baile y para llegar a mayores niveles de delirio.

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Esta bebida fermentada, mirada a veces con desdén, es de suma importancia en el Carnaval, ya que representa el arduo trabajo de los campesinos de la zona.  Riosuceño que se respete prueba un trago de guarapo y sabe si su procedencia es de Sipirra, de San Marcos o de alguna otra vereda o municipio, donde se encargan de producirla en cantidades exageradas y de ponerlas en la calle de la Galería del pueblo, en envases de Gatorade o gaseosa, a precios módicos para que todos puedan beberla. Y si alguien no tiene plata para comprar sólo es que pida, porque nadie va a negarle un trago en esta fiesta.  También se encuentra tapetusa, vino de naranja y otras bebidas artesanales como el viche y el curao, que son más comunes en la zona del Pacífico.

Acá no hay eventos pagos, a pesar de tener presentaciones de artistas internacionales de gran reconocimiento, todos son para el pueblo.  Los desfiles tampoco tienen palcos con costo, a diferencia de otras fiestas en el país que a través de los años han tomado la costumbre de cobrar algunos eventos. Hay unas cuantas discotecas, pero el mayor porcentaje del Carnaval se vive en la calle, que es como debe parrandear uno cuando se le mete el diablo.  Hay gritos comunes a manera de barra, que los inicia una persona extasiada que en seguida es acompañada por otro grupo de locos con necesidad de expresar su alegría haciendo bulla.

“¡Uh, uh, Carnaval! ¡Uh Uh, Carnaval!”, es un rugido de guerra que sale del alma como homenaje a tanta fastuosidad.  Además de ese y otros cantos alegóricos al diablo, gracias al trasfondo social es muy común escuchar vivas a la universidad pública y protestas hacia el gobierno. Las Cuadrillas que desfilan el domingo hacen críticas profundas a tantas cosas repudiables que ocurren en el país. Se presentan en diez casas además de las dos tarimas, donde exponen el ritmo de un tema famoso pero con una letra original y arreglada. La Cuadrilla “En Tiempos de in-dependencia” compuso una de sus tres canciones basándose en Ron pa’ todo el mundo, el sabroso éxito de Joe Arroyo y Diomedes Díaz, pero en vez de cantar “Navidad y Carnaval, yo me la paso tomando”, adaptaron a este ritmo la siguiente estrofa:

“Odebretch reparte coimas al honorable Senado el juez anti-corrupción corrompe a los magistrados. Los que tienen el poder hombrecitos sin pudor son los reyes del chanchullo los que quiebran la nación.”

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Este es sólo un ejemplo de la creatividad de estas Cuadrillas, que inician sus ensayos y preparaciones desde marzo.  Diseñan disfraces muy elaborados, se maquillan y cuadran los bailes que van a exponer ante todo el público.  Deben invertir sumas importantes de dinero, cosa que hacen por amor al arte. Su desfile inicia por la mañana del domingo, lo que coincide con la terminación de la fiesta del sábado, ya que muchos perdemos el sentido del tiempo entre tanta fiesta.  

Es que en el Carnaval de Riosucio es difícil que a uno no lo coja el amanecer. Las presentaciones en las tarimas van hasta las 4:00am, pero hay muchos músicos que inician toques espontáneos en las calles, además de tiendas y tabernas que ponen bafles a todo volumen, así que cada 40 metros uno encuentra la opción de bailar y conocer gente igualmente delirante que uno. A cualquier hora del día hay gente bailando, tomando y disfrutando. Se escucha todo tipo de música, incluyendo una esquina maldita en la Plaza de San Sebastián donde no para el reggaetón y el trance. Ni el paso por ahí le quita la felicidad a uno.

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Hay tres rondas de chirimías en tarima donde se expresan los ritmos autóctonos de la región. Son un espacio muy singular para los visitantes, ya que este ritmo no es común ni comercial en otras partes del país. En este Carnaval hay muchos viajeros de Bogotá, Medellín, Cali, Pereira y Manizales que disfrutamos de estos momentos, ya sea viéndolos en tarima o compartiendo en la calle cuando nos dan el placer de tocar al lado nuestro, mezclados una vez más todos con todos como el diablo lo dispone.

Los constantes recorridos por el pueblo nos permiten conocer autores importantes que le han escrito al Carnaval y han fortalecido su carácter literario; niños disfrazados que a pesar de su tierna edad comprenden la importancia de la fiesta para el pueblo y su responsabilidad de mantenerlo en un futuro; y vendedores y artesanos callejeros que se rebuscan principalmente para mantener su estadía en el pueblo y pagar el guarapo. También podemos ver homenajes y bautizos carnavaleros a nuevos matachines que tienen la misma pompa de un sacramento católico, con cantos, rezos y derramamiento de agua en la cabeza.

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Durante las verbenas y otras actividades se realizan conjuros, rezos y otros anuncios, que son pregonados con voz diabólica y acompañados de risas malévolas. Esto se suma al paisaje visual lleno de diablos y lo mantiene a uno en una dimensión donde se siente en otra fase mental, donde todo es más sencillo y no hay más preocupaciones que disfrutar al máximo, bailar hasta encalambrarse y tertuliar con el que se cruce, ya que la simple experiencia de estar presente lo hace tener un buen tema de conversación.  

Entre tantas charlas esporádicas que van surgiendo pudimos conocer a los encantadores miembros de la barra “Los 30”, que no pertenecen propiamente a una Cuadrilla pero que son de suma importancia para el Carnaval. Hace 40 años eran treinta, ahora son muchos más y siguen invitando al que quiera a participar, se reúnen durante el año a departir y a diseñar y a elaborar la diabla. Algunas personas alistan el yeso, otras los ponen, otras pintan y otras simplemente se dedican a servir el guarapo, pero todos hacen su aporte para que quede lo mejor posible y para tenerla lista a tiempo. Para distinguirse, se ponen el nombre de la barra en el rostro y todos los que la portan son muy respetados en el pueblo.  No cualquiera lo puede marcar, hay uno de los miembros fundadores que es el que dibuja con su pincel y tinta negra el nombre, y lo hace con los propios adornos que lo caracterizan como original. Ya avanzado el Carnaval, dentro del ambiente de confraternidad que vivimos, algunos viajeros tenemos el honor de ser marcados y de compartir con este único grupo.

La tristeza por la llegada del final del Carnaval del Diablo es evidente. Desde este momento la Junta y las muchas otras personas responsables de planificar un gran evento en un pequeño pueblo se pondrán a trabajar para el 2021, cuando regresaremos para disfrutar y conocer nuevos aspectos de esta gran fiesta. Porque cada matachín, cada diablo, cada miembro de Cuadrilla y de Colonia tiene algo que contar, y porque entre tanta fiesta faltó ir a las corralejas, a algunos encuentros y a uno que otro desfile y para seguir enriqueciendo nuestras vidas con este tipo de rituales.

Así que si usted, lector interesado, quiere buscar fotos o videos del Carnaval de Riosucio, con seguridad encontrará cosas vergonzosas, burlables, curiosas, agradables e impresionantes.  Le aseguro que si tiene la oportunidad de ir y dejar que el diablo se le meta lo vergonzoso se volverá divertido, lo burlable se transformará en admirable, lo curioso pasará a ser interesante, lo agradable será demencial y lo impresionante lo va a encontrar totalmente alucinante.  

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¡Salve, salve, placer de la vida!

¡Salve, salve, sin par Carnaval!   

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Vea también: La persecución a Marduk: cuando satanizar al metal es la salida fácil 

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