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¿Por qué estamos locas las mujeres?

Te educaron para servir a tu hombre y se te escapo de las manos: perdiste.

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Estamos locas y ya, es lo normal y es en lo que todos coincidimos. Pero, ¿de verdad es tan natural?

Por: @Zacarmenza // Foto: Película La Mujer de mis Pesadillas.

Con absoluta seguridad me atrevo a afirmar que todos y todas hemos convivido con una “loca” (si no es que son así todas las mujeres que nos rodean). Desde las ex novias intensas, hasta las “feminazis”, las amigas adictas a las compras, las suegras brujas, incluyendo a las jefes malcomidas, las madres sobreprotectoras, y las novias celosas. Existe un consenso de acuerdo al cual todas las mujeres tenemos algún tipo de problema en la cabeza.

Lo hemos pasado por alto. Es normal y lo explicamos diciendo que “las mujeres son así” por naturaleza divina o por maldición hormonal; no importa, las mujeres estamos locas y ya. ÁMENNOS CON NUESTROS DEMONIOS.

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A los hombres les enseñan a hacer caso omiso, a bloquear de las redes a la loca, a pensar en monos con platillos mientras la novia les echa cantaleta y a responder “si, mami” a los regaños maternos, así tengan más de 30 años y cuatro o cinco hijitos de diferentes matrimonios. Se adaptan.

A las mujeres nos enseñan a ser más “como un niño” y a aprender a hacer cosas del universo masculino, como disfrutar el fútbol (pero ojalá no practicarlo porque te vuelves machorra), jugar videojuegos pero sin dejar de ser sexy  (lo del gordo friky no aplica para ti, querida); mientras ocultamos un poco toda esa locura tan nuestra: que los celos no se noten, que los cólicos no te hagan enojar y que ni se te ocurra gritar o mostrarte muy histérica cuando de expresar tus sentimientos se trata (Tú tienes derecho a expresarte ,sí, pero sólo si lo haces en el tono adecuado y con las palabras precisas). Hay que contener esa loca que todas llevamos dentro.

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Estamos locas y ya, es lo normal y es en lo que todos coincidimos. Pero, ¿de verdad es tan natural?, de verdad es producto de la maldición divina o de la cuestión hormonal nada más?

Habría que preguntarse, por ejemplo, si la amiga adicta a las compras no es producto de una sociedad de consumo que encuentra, en la población femenina. el gancho perfecto para crear necesidades falsas; después de todo,  los hombres son sencillos, las mujeres vanidosas y, a partir de ello, es más fácil inventar todo tipo de productos para satisfacer a este público entaconado y que se siente como pez en el agua, en un mall . Además, inclusive a los productos masculinos es posible ponerles color rosado y venderlos, un poco más caros, con la etiqueta “Para ellas”.

También es justo plantear que esa “ex novia intensa”, no es más que una mujer dependiente a la que la educaron bajo la idea de que no se es, sin el otro. ¿Lo de la media naranja sonaba inofensivo? Y nuevamente, una sociedad que la educa para existir en función del otro, a no entender una ruptura como una oportunidad, sino como un fracaso: te educaron para servir a tu hombre y se te escapo de las manos. Perdiste.

Esa mamá “sobreprotectora”, por ejemplo, no sólo quiere lo mejor para sus hijos sino que, además, carga a cuestas con un rol en el que equivocarse es la última opción. Serán necesarias muchas depresiones post parto y más mujeres que “abandonen” a sus hijos, antes de que nos demos cuenta que hemos idealizado terriblemente el papel de madre y que les hemos quitado toda identidad como mujer para entregársela completamente a los hijos que parió. La frase “es que yo vivo por ustedes” que tan a reclamo sonaba en los labios de nuestras mamás, es más que cierta y no porque ellas lo eligieran.

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Y esa jefe “malcomida”, gritona y mandona; es nada más una de tantas que se tiene que abrir paso en los roles que se han atribuido por siempre a lo masculino, deshaciéndose de toda sensibilidad para demostrar que es capaz “a pesar de” ser mujer.

Y bueno, las más locas de todas, las “feminazis” en esa comparación odiosa como si la política de Hittler hubiese sido la cantaleta o el exigir que no lo violaran. Todos tenemos una feminazi cerca, una que se dio cuenta que no está loca sino en medio de una sociedad enferma a la que todos creen que deben nada más “adaptarse” mientras perpetúan todas y cada una de las prácticas que enloquecen a las locas que tanto repudian.

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