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Porque perder contra Inglaterra fue lo mejor que nos pudo pasar

El día después de ese sufrido partido no pasará a la historia por la hazaña de los jugadores, sino por la matanza de los siete campesinos en el Cauca

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Desafortunadamente vivimos en un país donde no nos podemos dar el lujo de llorar por un partido de fútbol, porque las verdaderas derrotas no pasan en un torneo sino en la vida real y donde esa metáfora de “nos meten goles” se explica sola.

El pasado festivo no fue normal, aunque la gente trataba de hablar de otras cosas, el único que tema que se terminaba poniendo sobre la mesa era el del partido de la Selección Colombia contra Inglaterra. Estaban los historiadores que recopilaban los encuentros del combinado nacional con los ingleses, los futuros técnicos armando en sus cabezas la posible alineación, los supersticiosos que intentaban explicar sus agüeros a los menos creyentes y los que no se habían visto un partido de fútbol en meses pero que inexplicablemente se habían dejado contactar de esa fuerte epidemia futbolera.

Por fin había llegado el día y el martes a la 1 de la tarde en la calle solo transitaban los ateos futboleros y unos cuantos afanados acelerando el paso para dar con una pantalla que les devolviera el aire. La victoria se nos fue entre las manos, estuvimos cerca y como sentimos que siempre nos pasa, fueron factores externos los que nos jugaron una mala pasada y nos impidieron dar el salto olímpico a los cuartos de final en la Copa Mundial de la FIFA 2018 (o por lo menos eso quisimos creer).

En la noche los que habían preparado el cuerpo para la celebración, se reunían igual. Seguían repasando las jugadas una y otra vez y maldiciendo al árbitro. Pero desafortunadamente vivimos en un país donde no nos podemos dar el lujo de llorar por un partido de fútbol, porque las verdaderas derrotas no pasan en un torneo sino en la vida real y donde esa metáfora de “nos meten goles” se explica sola.

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El día después de ese sufrido partido no pasará precisamente a la historia por la hazaña de los jugadores, sino por la matanza de los siete campesinos que no pasan de los 35 años en el municipio de Argelia al sur el Cauca; por ese audio donde la amenaza a una profesora de San Pablo, Bolívar produce escalofríos; por los líderes sociales que, uno tras otros, son arrebatados; según el diario El Espectador “ ya son 38 líderes y lideresas de la Acción Comunal que han sido asesinados en el transcurso del año 2018”. Tristemente no podemos permitir que Yerry Mina se tome las portadas y las redes sociales, aún cuando quisiéramos.

Y para ser sensatos y hasta un poco frívolos, a la hora del te fue mejor que ese partido no se ganara. La emoción de estar más cerca de levantar la dichosa copa hubiera nublado los titulares que hoy nos tienen que pesar más que un resultado; hoy las redes se mueven con el HT de #Nosestanmatando y los activistas se empiezan a movilizar. Ha llegado el momento de pasar la página, ya nos movimos con el fútbol, ahora hay que movernos por las muertes de los nuestros y meternos en la cabeza de que no es normal.

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El viernes 7 de julio se ha organizado una “velatón nacional” por los líderes en la Plaza de Bolívar de Bogotá para exigir que pare la masacre y se ha extendido la invitación a que cada ciudad congregue a la gente en las plazas. Hoy miércoles 4 de julio habrá un cacerolazo en rechazo a los hechos ocurridos en Argelia y al asesinato de líderes sociales en el Planetario Distrital de la capital y el próximo siete de agosto saldrá una marcha desde la Plaza Cultura la Santamaría en Bogotá para exigirle al estado la protección efectiva de los líderes sociales.

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