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¡Qué vergüenza! Al fútbol suramericano le faltan pantalones

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En el ‘día del futbolista’, celebrado en Argentina cada 14 de mayo, un jugador murió y el clásico entre los dos equipos más representativos terminó en guerra. En Medellín, algunos hinchas de Emelec fueron capturados por robo y otros resultaron apuñalados por seguidores de Nacional. Y, en Venezuela, un jugador fue brutalmente atacado por la espalda mientras concedía una entrevista (ver video).

Por: Gloria Bejarano C. @gloriabejarano // Foto: EFE.

Vergüenza, bochorno, escándalo,  polémica, o simplemente “papelón”, como dicen en Argentina, fueron algunos de los calificativos para lo que ocurrió anoche en el estadio La Bombonera, durante el partido de vuelta por los octavos de final de la Copa Libertadores, entre los dos equipos más grandes del país de Diego Maradona: Boca y River.

Desde el inicio el superclásico mostró tensión. En la previa, la transmisión registró una pancarta o trapo, como lo llaman los barrabravas, con el que los hinchas de Boca amenazaban a los de River. ”Si nos cagan otra vez, de aquí no se BA nadie”, decía, entendiendo que si el equipo millonario eliminaba de nuevo al xeneize, se desataría la guerra.

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Sin embargo, nadie prestó atención a una advertencia tan clara como esa y lo que para muchos era algo normal terminó, literalmente, en una guerra.

Cumplidos los primeros 45 minutos del partido, y tras el descanso, cuando los jugadores del club de la banda cruzada atravesaban el túnel para saltar al terreno de juego, fueron atacados con una sustancia irritante, que según las primeras versiones era gas pimienta, ocasionando serias lesiones en sus rostros.

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Ponzio, Vangione, Funes Mori y Kranevitter fueron los más afectados y, evidentemente, no estaban en condiciones de continuar el juego. No obstante, tuvo que pasar una hora y trece minutos para que por fin se tomara la decisión lógica: suspender el juego por falta de garantías. Algo obvio para todos, menos para el árbitro Darío Herrera y para los integrantes de Boca.

Pero esto no fue cosa de “3 o 4 inadaptados”, como dijo Fernando Niembro en la transmisión. Aquí estuvieron involucrados los directivos, jugadores, árbitros, policías e incluso periodistas, que, como pasa también en Colombia, siembran odio y violencia con sus comentarios constantemente.

Porque si fue reprochable la actitud de los que se dicen llamar hinchas, que no contentos con lo que ya estaba ocurriendo decidieron pasear por toda la cancha el “fantasma de la B” mediante un dron, lo que hizo Agustín Orión, arquero y “líder” xeneize, que en vez de acompañar a sus colegas hacia los camerinos, convidó a sus compañeros para aplaudir a los delincuentes que causaron tanto caos en uno lo de los escenarios más emblemáticos del fútbol suramericano, es una completa vergüenza. Y, lo peor, todos lo siguieron.

Irónico que pocas horas antes rindieran homenaje con el “minuto de silencio” a Emanuel Ortega, un joven jugador fallecido en la madrugada del jueves tras 11 días internado en una clínica por un choque contra el muro de contención en un partido de la primera C (ver video). Por favor, ¿a quién se le ocurre tener un bloque de concreto a menos de un metro del terreno de juego?, ¿cuántos muertos tendremos que llorar para que todo esto cambie?.

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Porque lo de Emanuel no fue mala suerte ni una jugada fortuita del deporte, fue culpa de los dirigentes y dueños del fútbol, que se roban todo el dinero en vez de tomar las medidas de seguridad necesarias. Porque de nada sirve tener tres o cuatro estadios de primer nivel para mostrar ante el mundo, si los escenarios en los que nacen sueños y futuros ‘cracks’ están abandonados.

Hoy, un día después de lo ocurrido en La Bombonera, la Conmebol no se pronuncia ni es capaz de ponerse los pantalones. Lastimosamente no estamos en Europa, porque es evidente que si algo así ocurriera en Champions o en algún campeonato del Viejo Continente las autoridades no dudarían en mostrar mano dura. Aclaro, no es que allá todo sea perfecto y nunca pase nada de esto, la diferencia es que allá se corrige, condena.

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Alargue: Argentina no fue el único escenario violento ayer. En Medellín, algunos hinchas de Emelec de Ecuador, rival de Nacional en los octavos de final de la Libertadores, fueron capturados por robar a una mujer en El Poblado, mientras que otros, con la misma nacionalidad, habrían sido apuñalados por seguidores “verdolagas”.

Y qué decir de Venezuela, en donde se registró en las últimas horas una imagen lamentable que también le da la vuelta al mundo. El jugador Aquiles Ocanto recibió una brutal patada por la espalda mientras concedía una entrevista tras el juego entre Carabobo y Aragua FC.

El común denominador en los casos de violencia de los tres países es que no hay culpables.  Esa es la gran diferencia con Europa, que aquí todo se festeja, nadie se sorprende con lo malo ni es capaz de actuar, porque el fútbol suramericano está perdido, así como lo está nuestra sociedad.

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