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“Tú y yo, ¿qué somos?” Hora de hacer el test de vida o muerte

¿Los estamos exponiendo a un momento incómodo? De malas.

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Cuando mi exnovio de hace un par de años me preguntó al par de semanas si quería ser su novia, me llevó en camino directo a la primaria. “¿A quién carajos se le ocurre a estas alturas de la vida preguntar si uno quiere ser el novio?”, fue lo primero que se me pasó por la cabeza. Obviamente no dejé que la descorazonada reflexión saliera de mi boquita, lo miré a los ojos y le dije que “sí”. Aunque el susodicho no haya resultado ser el compañero de todas mis vidas, sí se le agradece haberme hecho caer en cuenta que no hay nada más mamón que andar con alguien, sin saber en qué escalafón de las relaciones ponerlos.

Que si uno pregunta muy rápido, es un intenso; que si se demora demasiado y llega a ver al pendejo con otra es culpa de uno por no aclarar las vainas; que esas conversaciones “ya no se usan”; que lo peor que uno puede hacer es tratar de definir – #echarlasogaalcuello. Aunque soy fiel partidaria de seguir el ritmo natural de las cosas –#dejarlofluir– hay un momento donde inevitablemente uno tiene que saber si seguir engordando ese marrano para Navidad o ampliar el rango de acción. Si usted está en el limbo romántico y no se atreve aún a hacer la pregunta del millón, puede que este test le ayude a perfilar en cuál de todas las zonas lo tienen clasificado. Conste que yo sigo pensando que lo mejor es hablar con el otro personaje implicado en cuestión.

Por: Trilce Ortiz

 

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