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Así fue la primera semana de una Cuba sin Fidel

Vivimos desde La Habana el comienzo de un nuevo ciclo para la isla. Spoiler alert: es un texto muy socialista.

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Un estudiante colombiano seguidor del difunto Comandante estuvo en los funerales de uno de los líderes latinoamericanos más importantes y en los primeros días de una isla sin la figura del legendario Fidel Castro. Crónica no apta para los que le tienen fobia al castrochavismo.

Texto y fotos: José Antonio Lucio // http://cargocollective.com/indravision

El comandante Fidel Castro Ruz murió en la noche del 25 de Noviembre. Fue una rebelión contra el eslogan que él mismo formuló durante la dolorosa despedida al barco La Coubre que sufrió un atentado en 1960; una demostración en la excepción que rompe la regla, que Patria y Muerte pueden ser una y la misma.

Desde hace dos meses me encuentro estudiando en la EICTV (Escuela Internacional de Cine y TV), fundada por Fidel, Gabriel García Márquez y Fernando Birri. Tras la noticia de la partida de Castro, salimos con un grupo de compañeros de diversos lugares de Latinoamérica y el Caribe rumbo a la Plaza de la Revolución. Queríamos hacer parte de alguna manifestación pública en homenaje a la partida del líder más importante y más controvertido del siglo.

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Para nuestra sorpresa, la plaza se encontraba desierta.

Frente a la mirada sublime de Martí, nos sentamos y fuimos testigos de la quietud y desolación que dejó la partida del gran comandante. Estábamos en la oscuridad, en silencio frente a los ojos del Che y de Camilo Cienfuegos, que esperaban la llegada de su compañero de lucha y entrañable amigo Fidel.

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La muerte del comandante es un golpe de realidad e incertidumbre para los cubanos, y se ve reflejado en la actitud de la gente para vivir su duelo. Un pueblo que vive de puertas para afuera, que está permanentemente caminando las calles, oyendo música en las plazas y los lugares públicos, y se encierra en su casa a ver las noticias, las decenas de documentales y reportajes que hablan de la vida de Fidel.

El viento soplaba larga y suavemente, como queriendo llevarse la nostalgia.

Luego de un par de horas regresamos a casa, las calles estaban igualmente solas, la música había cesado.

A la mañana siguiente, cuando me disponía a salir, me encontré con el custodio que cuida la casa donde me quedo en La Habana, en el centro  del municipio de Playa, quien me dijo: “Compañero, sí está usted enterado de lo que pasó anoche?”. Le respondí, “¿La muerte del comandante? Sí, sí estoy enterado”.

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Los cubanos aún le temen a hablar de la muerte de Fidel, hay cierto desasosiego y una sensación de desamparo, como cuando un padre muere dejando a sus hijos adolescentes con la misión de crecer y convertirse en hombres y mujeres adultos.

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La columna que sostiene el templo de la revolución es la unidad.

Fui a visitar a mi padrino, que es tal vez el pianista y compositor más importante de la Revolución Cubana, amigo y compañero de Fidel. Quise darle mis condolencias y escuchar sus impresiones. Lo encontré sumido en la indignación. Estaba viendo las declaraciones de los senadores cubanos de Miami, celebrando la muerte del “dictador Castro” e incitando al pueblo isleño a levantarse en armas y derrocar el régimen socialista, a expresar su descontento y a ponerle fin a la tiranía del comunismo en Latinoamérica. Piden revocar las medidas ejecutivas del presidente Obama y continuar con el bloqueo a Cuba.

“Se están retratando. Están mostrando lo que realmente son” dijo, y pude sentir su rabia y su dolor frente a la manera irrespetuosa y cruel con que se referían al hombre que más ha amado y respetado en su vida. Su comandante, su amigo. “Puedo asegurarte que si alguno de ellos intenta generar alguna agresión, el pueblo se los comerá vivos”, agregó firmemente mientras nos disponíamos a salir.

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Él teme que estas declaraciones logren influenciar sectores separatistas e incitar a la violencia. También piensa que seguramente habrá financiación por parte de las esferas antirrevolucionarias para operar en el territorio cubano y generar desinformación para manipular a la población. Pero sobre todo, teme que vuelvan los atentados contra la población civil como la explosión del barco La Coubre en 1960 o el atentado del avión de Cubana que mató a 73 personas en 1976.

Tras la muerte de Fidel (exactamente 60 años después del histórico día en que se embarcó con 82 hombres a bordo del Granma para unirse a los comandos guerrilleros y liberar a Cuba de la dictadura militar de Batista), la isla se vistió de luto durante 9 días.

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El lunes 28 en el memorial José Martí tuvo lugar la ceremonia donde los cubanos pudieron rendir tributo al legado revolucionario y antiimperialista del comandante, y  firmar en cada localidad del país el solemne juramento de cumplir con el concepto de Revolución como expresión de la voluntad de dar continuidad a las ideas de Fidel.

Desde la madrugada empezó a llegar el pueblo. Ordenadamente se organizaron en filas de a dos para rendirle homenaje a la memoria del comandante. A medida que las horas avanzaban, la situación se ponía difícil pues una gran multitud se congregaba alrededor de la Plaza de la Revolución.

El sol ardiente y la espera desesperaron a la gente y más de una vez la fuerza pública tuvo que ampliar las barreras pues algunas personas se estaban desmayando y sofocando. Sin embargo la solidaridad y la convicción del pueblo cubano logró que toda la experiencia se llevara a cabo con dignidad y paciencia. La gente venía a despedirse del comandante y eso era más importante que cualquier cosa.

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“Condenadme, no importa, la historia me absolverá.”

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Esta fue la última frase pronunciada por Fidel el 16 de Octubre de 1953, concluyendo su autodefensa en el juicio por los asaltos a los cuarteles de Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.  En el documento Fidel señala los que consideraba eran los seis problemas fundamentales  de la Cuba anterior a la Revolución: la tierra, la industrialización, la vivienda, el desempleo, la educación y la salud.

En sus 90 años de vida Fidel logró tumbar una dictadura con 20 hombres desafiando al imperio norteamericano, eliminó el analfabetismo en un año y bajó la mortalidad infantil en la isla del 42% al 4%. Hoy en día  Cuba es el país con mayor número de médicos per cápita en el mundo gracias a la facultad de medicina que se fundó bajo su mandato, que ha formado más de 130.000 médicos, que anualmente gradúa 1.500 personas, que ha recibido 25.000 alumnos de 84 naciones, y que ha enviado e 30.000 doctores a colaborar en más de 68 países del mundo en más de 600.000 misiones. Cuba es la única nación latinoamericana sin desnutrición infantil, el único país latinoamericano sin problemas de drogas, con el 100% de escolarización, sin niños durmiendo en la calle y con una esperanza de vida de 79 años. Se dice además que en Cuba hay vacunas contra el cáncer, que se erradicó la transmisión de VIH de madre a hijo.

Cuba es el único país que cumple la sostenibilidad ecológica.

Fidel sobrevivió más de 600 atentados contra su vida, once presidentes norteamericanos que lo intentaron derrocar, sobrevivió a 50 años de bloqueo y guerra económica y fue el líder más influyente del siglo, amado por millones e incomprendido y odiado por otros tantos.

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Por esa razón el domingo 27, frente a la universidad de La Habana, se congregaron los estudiantes, quienes llaman a Fidel “el Pionero Mayor” (“pionero” es el término con el que se distinguen los estudiantes de primaria). Allí, con consignas como “Fidel ha muerto pero es inmortal” y “Fidel está en todos lados”, entre lágrimas y gritos de esperanza, se manifestaron los estudiantes. Hablaron de un Fidel cercano y palpable, que hizo posible la educación para todos, brindó las oportunidades para que el pueblo fuera culto, competente y unitario.

Para los jóvenes, la inspiración y el legado de Fidel siguen vigentes, junto con el compromiso y la responsabilidad de continuar construyendo patria y de seguir resistiendo al colonialismo con dignidad y con valentía.

La entrada de los grupos universitarios al acto de la Plaza de la Revolución fue inspirador y ferviente. Desde el fondo de la multitud se oían los gritos de más de mil estudiantes que venían a afirmar su presencia y su lealtad con el comandante. Rápidamente se abrieron paso hasta llegar a la barrera oriental. Ahí, ondeando sus banderas, con las caras pintadas con el nombre de Fidel, con voz unísona y poderosa se hicieron sentir durante todo el día.

Escribieron consignas y pintaron retratos en el pavimento, cantaron los himnos del estudiantado acompañados por compañeros de Angola, Nicaragua, Salvador, Chile, Sudáfrica, Venezuela, Bolivia, Palestina y muchos otros países donde la política de Fidel permitió el intercambio educativo y promovió la abolición del Apartheid.

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Cogidos de las manos, orientados por los líderes, que bajo el sol del mediodía y entre las multitudes, les abrían paso mientras marchaban.  Desfilaron dignos y juraron continuar con el legado del Pionero Mayor.

Patria o Muerte. Socialismo o Muerte. El horizonte es de esperanza, la revolución continúa.

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“Hasta siempre Comandante”

En el acto del 28 de noviembre sentí la unidad del pueblo cubano. En el memorial se encontraban los representantes de todos los sectores de la sociedad cubana: médicos, militares, estudiantes desde primaria hasta la universidad, deportistas, artistas y población civil trabajadora.

Los viejos lloraban su partida sumidos en la nostalgia. Los jóvenes reafirmaban su compromiso, inspirados y valientes. Había una mezcla de tristeza y alegría en el ambiente. Dos generaciones se mezclaban unidas en la misión de construir un país nuevo sobre la base de principios y valores revolucionarios vigentes.

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Todos hicimos la interminable cola. Por alguna razón quedé en medio del grupo de los estudiantes de medicina angoleños que trajeron su bandera para doblarla y colocarla al lado del altar del comandante. A medida que avanzábamos, la estatua de José Martí, el padre de la patria, se hacía más alta e imponente. Más sublime.  

Sobre el memorial caían los últimos rayos de la tarde y a medida que nos acercábamos nos encontrábamos de cerca con las personas que salían de dar sus respetos al altar de Fidel. Personalidades varias como Silvio Rodríguez, Frank Fernández, Eusebio Leal, Omara Portuondo, Javier Afanador y otras tantas figuras internacionalmente reconocidas en sus distintas disciplinas. Todas habían acudido con el corazón en la mano a despedirse del comandante amigo.

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A la entrada del pequeño salón, se podían ver las hileras de ramos enviados por los distintos estados que se solidarizaron con el pueblo cubano. Luego, el mítico retrato de Fidel en la Sierra Maestra. Ahí estaba, con su morral y su fusil al hombro, la mirada en el horizonte y 50 años más joven; su constitución de roble y su presencia de gigante, plasmado en los momentos en que este largo sueño que ha durado más de medio siglo apenas comenzaba. Ahí estaba con las medallas de sus mil batallas puestas bajo sus botas.

Sencillez, sobriedad y poderío. Así se mostraba el comandante por última vez a los ojos del mundo.

Después de algunos minutos que parecieron siglos, salimos y la noche había caído. Los retratos del Che y Cienfuegos alumbraban el camino para las personas que pasaban. Aún había una interminable cola para ingresar. El pueblo esperaba pacientemente.

Finalmente fui a  cenar donde unos amigos, gente mayor que pasó su día frente al televisor llorando y recordando a Fidel, escuchando las declamaciones de la famosa actriz Corinna Mestre, las declaraciones del gran deportista olímpico Javier Sotomayor, la música de Frank Fernández, las palabras de Silvio y muchas otras personalidades que salieron a dar sus homenajes al gran comandante en jefe.

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Las emisiones mostraban imágenes de lo que fue casi un siglo de lucha: Fidel en la Sierra Maestra, Fidel entrando triunfante en La Habana, Fidel y el Che, Fidel jugando pelota, Fidel y Mandela, Fidel y Malcolm X, Fidel en África, Fidel en Harlem, Fidel besando, abrazando, Fidel riendo, llorando, Fidel en las tribunas, Fidel en las trincheras.

Fidel siendo Cuba, Latinoamérica y el mundo.

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En la devuelta a casa, pasé por el malecón en la parte de atrás de un coche, era tarde en la noche y había poca gente, se podía respirar una paz teñida de salitre y nostalgia,  el viento soplaba suavemente.

Un gran hombre se ha ido, un humanista, un verdadero líder que enseñó a su pueblo el valor de la dignidad y la solidaridad.  

El gran Nobel de Literatura Gabriel García Márquez dijo alguna vez en una entrevista:

 “Fidel será recordado, tanto por sus aciertos como por sus errores, pero será recordado.”

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El futuro que enfrenta la isla es incierto, pero en mi opinión lleno de esperanza. Cada nueva historia parte del fin de una historia precedente.

Hoy Cuba tiene la oportunidad de escribir su siguiente capítulo, de reafirmar su compromiso con la revolución y con sus valores.

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La lucha sigue y seguirá. El legado de Fidel Castro Ruz emprende una nueva batalla hacia el futuro, de cara al sol.

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