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Calmémonos: el grafiti no muere en la 26

160 metros de muro azul en la 26 y una nueva alcaldía desataron nuestra paranoia en Internet, pero era una nueva pieza del Street Art bogotano. Calmémonos

Por: Fabián Páez López @Davidchaka // Fotos: Alejandro Gómez 

Una alcaldía que recién se trasteó a sus puestos de poder; un muro pintado (casualmente) de los mismos colores de la nueva campaña institucional del distrito; y la zozobra de la gente por un nuevo gobierno que supusieron como poco amigo de los tonos no-grises en la ciudad, coincidieron en Bogotá para que la gente experimentara un episodio de paranoia conspiracional y buscara desesperadamente un macabro culpable de haber tachado un mural en la calle 26. El señalado, por supuesto, fue el gobierno de turno. En Twitter y Facebook se ensañaron en contra del nuevo alcalde, Enrique Peñalosa, y lo acusaron de tener un plan para eliminar el arte urbano de Bogotá. Pero en realidad todo fueron conjeturas. 

El muro de la discordia está ubicado en la calle 26 a la altura de la carrera quinta, y será en realidad una nueva pieza de 160 metros que ya tiene un nombre: El recurso se acaba. Fuimos a buscar a los verdaderos responsables de pintar el muro. Ellos eran los verdaderos indignados con el alboroto, los medios, la gente y la desinformación. La obra que está en marcha es el resultado de un proceso mucho más largo que, por cierto, no ha sido noticia: una convocatoria del Instituto Distrital de las Artes (IDARTES) promovida por la administración anterior de la ciudad. Esta vez sí, la culpa fue de Petro, o por lo menos de su gobierno. 

El proyecto está en marcha hace tiempo: se llama Bogotá Vive el Arte y está apoyado también por la corporación Gaia. Por lo menos siete nuevas piezas han sido pintadas en la calle 26 en los últimos meses y los artistas encargados de renovar estos espacios tuvieron que pasar por un proceso de aprobación en IDARTES, enviaron proyectos y bocetos, y desde noviembre están trabajando en eso. El Colectivo Lesivo, los UMS, y el artista mexicano Daniel Hernández son algunos de los que están rayando la ciudad bajo este plan. 

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Ahora, ¿qué será de los grafitis y el arte urbano durante la nueva administración? La verdad es que, a cinco días de haberse posesionado, naturalmente, aún no hay nada claro sobre el asunto. Hablamos con un miembro del equipo de jóvenes de la dirección de seguridad del nuevo gobierno y nos contó que este fin de semana tienen programada una reunión con líderes del arte urbano, gestores culturales y jóvenes para empezar a trabajar sobre el tema. 

Según él la nueva administración va a apoyar el arte, pero hasta ahora se va a formular el proyecto y se reunirán para revisar lo que ya se venía elaborando desde hace más de dos años. “Lo que se planea es trabajar sobre los dos decretos existentes al respecto: el 075 del 2013 y el 512 del 2015. Hasta ahora la perspectiva es  clara, de dialogo a partir del tema; no solo mirar y negar o mirar y permitir. La idea es que se apoye el arte y se regule la práctica de forma no violenta”. 

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Claro está que como informó Diezcerouno recientemente, Daniel Mejia, el nuevo secretario de seguridad, dejó en una entrevista a El Tiempo declaraciones bastante dudosas: “Puede no haber un solo ladrón, pero si está lleno de grafitis que no son artísticos, por ejemplo, genera percepción de inseguridad y hay que atacarlo.” Peñalosa había dicho en Twitter algo parecido: “Vendedores ilegales y carros en aceras, grafiti, mugre, avisos desordenados, mala iluminación traen inseguridad.” 

Al parecer sus principios están basados en estudios bastante estúpidos y con errores de método como el viejo y conocido caso que terminó en el ocultamiento de las obras y la constante persecución policial  a los grafiteros de Nueva York, sustentados en el experimento conocido como “teoría de los cristales rotos”, el cual consistió en dejar dos vehículos iguales abandonados, uno en el Bronx (zona pobre y conflictiva) y otro en Palo Alto (zona rica y tranquila). En la primera fase del experimento, el resultado fue que el vehículo dejado en el Bronx resultó vandalizado y el de Palo Alto quedó intacto. En la siguiente fase del experimento los investigadores rompieron los cristales del vehículo de Palo Alto; el resultado, se desató el mismo proceso que en el Bronx. Así, suponen que tanto un vidrio roto en un auto abandonado, como un grafiti, transmiten una idea de deterioro y desinterés, de despreocupación que va rompiendo códigos de convivencia, como de ausencia de ley, de normas, de reglas, como que vale todo. A ninguno se le ha ocurrido, tal vez, que por más decorado que esté el espacio lo que genera inseguridad es la pobreza o la incertidumbre y que un cristal roto no puede equipararse a una pintura por fea que sea, pues la pintura lleva un significado oculto detrás que pretende ser leído.  

Igual, con todo y que la nueva administración lo que quiera hacer sea una curaduría artística, a la larga, un muro pintado de gris siempre va a ser el edén para los grafiteros. El “escándalo” se armó por un lindo grafiti pintado y hasta Peñalosa hubiera estado en contra de eso.

Los alcances de la nueva regulación los sabremos el jueves 14 de enero, pero por lo pronto podemos calmarnos y dejar de apuntar a la cabeza de todos en Facebook y Twitter. Mientras que, como nos dijeron desde el equipo del equipo de jóvenes de la dirección de seguridad, no haya una regulación violenta, el grafiti no va a morir por un muro pintado en la 26, ni si los prohíben y los castigan, sencillamente porque aparece en su forma pura cuando no está permitido. 

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