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Cuando Dios (o Alá) se mete en la cancha: cruces de fútbol y religión

Jugadores evangelizadores, mujeres que le piden permiso a Alá para meter gol y la dieta religiosa de los musulmanes.

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Fútbol y religión. El apostol evangélico Ricardo Kaká.

Para muchos jugadores e hinchas, el fútbol es una religión en sí misma, pero para otros, el fútbol es un medio para vivir su religión, portar el mensaje divino y honrar a su dios con sus gestas. Presente en los cinco continentes, este deporte ha tenido que amoldarse a las leyes espirituales de cada región, demostrando que así sea la experiencia más sublime para muchos humanos, también debe doblegarse ante lo divino.

Por: Juan Pablo Castiblanco Ricaurte // @KidCasti - Ilustraciones: Felipe Bedoya // @felipe_bedoya

El apóstol Ricardo

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Fútbol y religión. El apostol evangélico Ricardo Kaká.

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Se dice que Brasil es el país del fútbol y la samba, pero a este cliché hay que agregarle un tercer elemento: el cristianismo. Allí, el 64.6% de la población es católica —133 millones de fieles que constituyen la mayor comunidad de este culto en el mundo— y el 22.2% son protestantes, divididos entre pentecostales, evangélicos, baptistas, adventistas y luteranos. La iglesia pentecostal brasilera reúne a 24 millones de personas y desbancó a la estadounidense como la más grande del mundo. Su presencia está en todos los ámbitos de la sociedad: controlan el 10% del senado y el vicepresidente de Lula da Silva, José Alencar, era pentecostal. En el fútbol, una de las máximas figuras en el título de Brasil en el Mundial de Japón y Corea 2002, y el Balón de Oro del 2007, Ricardo Kaká, es uno de sus más distinguidos adeptos.

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Si el equipo de Dios necesitara un capitán, Kaká sería idóneo no solo por su estilo de juego angelical, sino porque siempre está hablando de su fe.

Si el equipo de Dios necesitara un capitán, Kaká sería idóneo no solo por su estilo de juego angelical, sino porque siempre está hablando de su fe. Aunque nació en un hogar evangélico, un accidente en una piscina que casi lo deja parapléjico, cuando tenía 18 años, lo transformó. Hasta el 2010 fue el miembro más célebre de la Iglesia Renacer en Cristo, donde hacía donaciones de 900.000 dólares y donde expuso el trofeo que la FIFA le dio en el 2007. Pero luego de que los líderes de esta institución —que reúne más de dos millones de miembros, una cadena de radio y TV, un sello disquero y una hacienda para criar caballos— fueran detenidos en Miami por lavado de dinero, evasión de impuestos y difamación, Kaká se retiró.

Sin embargo, el actual volante del Orlando City de Estados Unidos, no ha renunciado a su religión y ha manifestado que luego de su retiro deportivo le gustaría ser pastor. Es íntimo amigo de otros goleadores creyentes como Falcao o el uruguayo Édinson Cavani (autor del libro Lo que llevo en el corazón y del que Kaká escribió el prólogo), y parte de la ONG evangelizadora Atletas de Cristo. Su imagen icónica es la de señalar al cielo con ambas manos luego de anotar un gol, como símbolo de agradecimiento al Señor. En sus botines tiene cosida la frase “Dios es fiel”, y en las celebraciones de los títulos del Mundial del 2002, la Champions League 2007 y la Liga Italiana 2004, ha vestido una camiseta que dice “I belong to Jesus”. Este último gesto ya no lo podrá repetir, pues la FIFA prohibió cualquier manifestación religiosa en el campo de juego, para evitar provocaciones, dicen ellos, pero según los rumores hubo presión de marcas deportivas que no querían verse opacadas por otro mensaje.

Aunque entre dirigentes, empresarios y pastores corruptos intenten enlodar su fe, Kaká sigue alzando los brazos y replicando la palabra de Dios.

 

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Las mujeres de Alá

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El fútbol no ha sido fácil para las mujeres en Irán. De hecho, la vida regida por leyes laicas musulmanas, tampoco. Aunque su situación no se compara con las severas restricciones de países extremadamente conservadores como Arabia Saudita —donde las mujeres deben vestir burkas negras que les cubran de los pies a la cabeza—, en la historia reciente el fúbol se ha convertido en su campo de batalla por algunos derechos básicos.

Desde 1979, su ley dicta que ninguna mujer puede entrar a los estadios, en especial al gigantesco e imponente Azadi de la ciudad de Teherán, para aislarlas de este ambiente “mixto e impuro”. Sin embargo, muchas mujeres, desacataron la norma y se disfrazaron de hombres para poder colarse en el establecimiento deportivo. El pico de la rebelión feminista se dio en 1998, cuando la selección nacional masculina se clasificó al segundo mundial de su historia, luego de derrotar a Australia en Melbourne. La euforia nacional acarreaba muchos peligros para el recio estilo de vida establecido por el régimen, como las celebraciones en vía pública o la música estruendosa. El gobierno político-religioso buscó demorar tres días el regreso de los futbolistas para enfriar los ánimos, pero era inevitable: una sequía de veinte años sin competir en la Copa había acabado. Los jugadores fueron recibidos en el Azadi con la entrada prohibida para las mujeres que, a pesar de la ley, llegaron hasta las puertas del escenario para reclamar su derecho a celebrar. La presión fue tal que la policía no pudo evitar el ingreso de 5.000 fanáticas que celebraron en una tribuna especial.

Hoy en día las mujeres pueden jugar fútbol pero sin perder de vista las leyes islámicas,razón por la que deben jugar con todo el cuerpo cubierto excepto su rostro.

En Irán el fútbol se ha convertido en un símbolo de progreso y modernización importado en la década de los 20 por el gobernante Reza Pahlavi. Hoy en día las mujeres pueden jugarlo, pero sin perder de vista las leyes islámicas, razón por la que deben jugar con todo el cuerpo cubierto excepto su rostro. Pero la FIFA, a la que poco le agrada la injerencia de normas religiosas en el campo de juego, desaprobó este vestuario y descalificó a la selección femenina iraní de las eliminatorias a los Juegos Olímpicos de Londres 2012, por no vestir la indumentaria oficial. Desde entonces, varias federaciones asiáticas y la comunidad sikh canadiense pidieron permiso para que se les permitiera jugar torneos oficiales con turbantes, kipás, hiyabs o pañoletas. Esta lucha por sus derechos, por no ser excluidas por obedecer una ley, tuvo un final feliz en marzo de este año, cuando la FIFA reconoció que el uso de estos implementos no implicaba un mayor riesgo de lesiones para las jugadoras y restituyó al equipo suspendido. Final feliz para todos.

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Orando y goleando

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Durante el mes del Ramadán, todo adulto musulmán debe ayunar desde el amanecer hasta el atardecer, abstenerse de tener relaciones sexuales, buscar un estado de paz e incrementar la lectura del Corán. Este ritual religioso nunca tiene las mismas fechas, pues ocurre en el noveno mes del calendario musulmán, once días más corto que el nuestro, pero lo que sí ocurre anualmente es que los deportistas de todas partes del mundo deben obedecer a esta ley. En los países asiáticos, o de mayoría islámica, el problema se resuelve de manera práctica, pues las ligas se suspenden para que todos los fieles adultos puedan dedicarse al Ramadán, pero en el mundo occidental, ha sido objeto de varios debates.

Cuando era técnico del Inter de Milán, José Mourinho sacó de la formación titular al ghanés Sulley Muntari porque consideró que el ayuno estaba bajando su rendimiento. Su opinión coincidió con la de cientos de técnicos europeos a los que les preocupa la falta de alimentación adecuada y la transformación de los horarios de sueño de sus jugadores, que no solo aplica para los que vienen de Asia o África, como el marfileño Yaya Touré del Manchester City o el maliense Seydou Keita del Valencia, sino para estrellas europeas convertidas al islam como el alemán Mesut Özil del Arsenal, o los franceses Karim Benzema del Real Madrid, Samir Nasri del Manchester City o Éric Abidal del Mónaco. A su manera, cada uno ha tenido que ajustarse a las excepciones del Ramadán para continuar con su rutina sin ver afectada su salud. El exvolante maliense del Real Madrid Mahamadou Diarra suspendía el ayuno dos días antes de cada partido y reponía más adelante los días.

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Algunos clubes holandeses como el PSV Eindhoven o el Ajax de Ámsterdam tienen un régimen alimenticio especial para sus jugadores durante esta etapa, mientras que el Consejo Central de los Musulmanes de Alemania, apoyado en autoridades religiosas egipcias, ha autorizado el consumo de alimentos durante el Ramadán para los futbolistas.

Sin embargo, algunos hombres soportan esta prueba sin atenuantes. El mayor ejemplo de este estoicismo es el exdelantero maliense del Sevilla Frédéric Kanouté, quien afirmó que a pesar del calor del sur de España, siempre fue capaz de ayunar como la ley dicta, pues además de la suspensión de alimento, el Ramadán también implica otras cosas como la caridad, razón por la que hacía donaciones a orfanatos. En ese sentido, la visión de Kanouté coincidía con la del legendario basquetbolista nigeriano de los Rockets de Houston, Hakeem Olajuwon, quien alguna vez afirmó que “el ramadán no tiene que ver con estar sediento o hambriento durante el juego. Tiene que ver con piedad, paciencia, devoción, disciplina, sinceridad y crecimiento espiritual. Se trata de ganar una vida”. 

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