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De la Venezuela Saudita a la Venezuela Castrista

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Por: Patricia Abad / @patriciabadruiz
Foto: AFP

Las preguntas cuando cualquier persona sabe que uno es venezolano son recurrentes: Que si es mejor o peor que antes de Chávez. Que por qué seguimos votando por él o por qué hay todavía tanta gente que apoya al gobierno. Que si es socialista o comunista. Hay, por supuesto, amores y odios, pero también mucha desinformación. 

Yo la verdad es que la mayor parte del tiempo no entiendo nada de lo que pasa en “mi país”. 

Los que apoyan al oficialismo se niegan rotundamente a volver a la supuesta Venezuela de antes, pero yo crecí en la calle con mis amigos. Las calles estaban siempre llenas de gente, éramos todos muy alegres, todos los días había un plan diferente: patinatas, muchos conciertos, verbenas, minitecas, playas, viajes, las mejores fiestas, las mejores discotecas, restaurantes y la corrupción (que obviamente existía) “prácticamente” ni nos tocaba. 

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Realmente vivíamos en una especie de burbuja. 

Recuerdo ver pasar muchas discusiones entre adecos y copeyanos en todas las fiestas de mi familia y todas terminaban abrazándose y cagándose de la risa. A mí eso ya me parecía exagerado. Discutir por política; semejante ridiculez –pensaba yo-.

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Ya no vivo allá, pero no juzguen ni subestimen a los que nos fuimos porque emigrar también viene cargado de lo suyo y hemos tenido una labor importante como portadores de la realidad.

Es mucho lo que los venezolanos hemos aprendido porque sí, éramos muy capitalistas. ¿Que éramos clasistas? También ¿Materialistas? Sí y lo “seguimos” siendo. Pero no sólo los de la oposición porque tanto el gobierno de Chávez  como el de Maduro crearon un monstruo de derroches cargados de doble moral. A estos resabidos “Anti Yankees” los han delatado las fotos en Disney, en Universal Studios, en el GAP de Orlando, en conciertos en Miami, en los Jets privados tomando Jack Daniels, en la estatua de la libertad y mansiones en La Florida, entre muchas otras cosas más.

¿Se eligió a Chávez la primera vez? Sí, se hizo. Y aunque yo nunca haya votado por él reconozco que ganó legalmente esa primera vez. 

Qué caro lo hemos pagado…

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Muchos de los que hemos vivido en Venezuela sabemos de las trampas y los atropellos. Sabemos que hay más miseria, desigualdad, inseguridad, violación a los derechos, inflación y desabastecimiento que nunca. Sin embargo, todavía hay un gran sector de la población que dice estar muy feliz, gente que prácticamente no tiene nada, pero que insiste en afirmar que están bien. Yo, nuevamente, quedo completamente perdida.

No creo que haya que ser politólogo para darse cuenta que estos gobiernos que  han sido anti derecha hacen cosas extremadamente derechistas. En Venezuela se supone que es completamente constitucional protestar pero están matando, arrestando y torturando a la gente por hacerlo. El pensamiento de izquierda es un pensamiento más bien progresista, que respeta a los demás, que quiere el bien común. 

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Tampoco es una dictadura porque en Venezuela no manda un dictador –para el caso sería Maduro-, ahí mandan los dirigentes cubanos. Los dictadores -descartando de entrada una idealización de su figura- han sido hasta inteligentes en muchos aspectos, no obstante, yo a Maduro lo veo como un bruto; alguien que me da vergüenza ajena. Triste es que con todo y lo bruto, y a pesar de su ilegitimidad, sigue ahí. Entonces no sé.

Mis abuelos, que vivieron en la dictadura de Pérez Jiménez, nos contaron mil veces que se vivía muy bien; que nadie se atrevía a robar; que las calles eran inmaculadas; que casi todo el mundo era rico; que no había ranchos; que dormían con las puertas de par en par, con las ventanas de los carros abiertas y las llaves pegadas. Me contaba mi abuela que la gente caminaba las calles en la noche; en familia; agarrados de manos por el centro. Mi abuelo, siendo adeco, reconocía que Venezuela estuvo muy cerca de ser una gran potencia mundial.
 
Mi mamá me cuenta que, en su época, era completamente normal ir a patinar, hasta la media noche, a Los Próceres. Ella también se crio en las calles con sus amigos.

Mi “curfew” (hora límite para llegar a casa) a los 15 años, que era el más vergonzoso de todos, era a las 10 de la noche. Sin embargo existen personas que ya pasaron por su adolescencia sin pisar la calle después de las 6 de la tarde. Entonces, creo que me quedo con cualquiera de las “Venezuelas” en la que no nos matábamos entre todos.

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