Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

El aguardiente hizo de las suyas con el músico Matías Aguayo

“Ríonegro” es el título del nuevo proceso catártico del músico chileno-alemán, junto a los artistas paisas Gregorio Gómez y Sebastián “Sano” Hoyos.

593457__mg_3040.jpg
_mg_3040.jpg

Esta es una de esas piezas sonoras que generan curiosidad. Es un álbum de estudio que salió del encuentro de los tres artistas y otros músicos que fueron invitados a ser parte de este proyecto concebido en un estudio casero empotrado en las montañas antioqueñas. Prensado en Berlín por el sello Cómeme, y por Polen Records en Colombia y Casete en México que lo pusieron a disposición del público en Latinoamérica. El disco incluye reversionados clásicos de Los Mirlos, Willie Colón y Afrosound, entre otras joyas experimentales.

Por Mariangela Rubbini Q. // @bilirubbini

Vía Skype tuvimos una conversación con Matías y con Gregorio, quienes después de conocerse por primera vez para grabar este disco, ahora de vez en cuando también tocan juntos para algunos de sus proyectos en vivo.

“Lo llamamos Rionegro, como el lugar donde fue creado, como el río que fluye y baja y cruza Medellín en su camino al océano”. Sebastián “Sano” Hoyos.

Publicidad

 

Sírvale otro guaro a Matías.

Publicidad

Cuenta Gregorio que el aguardiente, protagonista en la cultura paisa y en el ámbito de la noche y la fiesta en Medellín, fue uno de los ingredientes que aportó significativamente en el proceso de creación de Rionegro.  Una bebida mística que hizo las veces de cómplice y que tuvo el poder incitador de llevarlos a descubrir nuevos ejercicios sonoros.

“Este disco lo hicimos en Rionegro, precisamente en la que en ese momento era mi casa, una finca  que está ubicada muy cerquita al pueblo. El aguardiente es una bebida que de alguna manera está muy relacionada con la música bailable y con la música tropical.  Es un acompañante casi que obligado y que siempre está presente en la movida nocturna de Colombia”.

Matías: A mí sirvió para conectarme mucho más con el ritmo y con el espíritu que se vive por esos lugares, para aquellos momentos de jam en los que desarrollábamos ideas a base de ritmos que estábamos investigando, hasta al punto que empezaron a llamarme “Matias Aguaro”.

Conversaciones de cocina.

Publicidad

Matías: Nos acercamos por primera vez a través de este proyecto. La idea inicial fue de “Sano” y fue él quien propuso que Gregorio participara. Todo fluyó porque justo a mí se me dio la posibilidad de hacer el proyecto y de poder dedicarle un mes entero de trabajo.

Gregorio: Nos conocimos en la cocina de mi casa. Ahí tuvimos una conversación profunda de reconocimiento. Lo divertido fue que curiosamente yo sabía de la existencia de Closer Musik pero no tenía ni idea de que quien estaba detrás era Matías Aguayo, este personaje que ahora estaba conversando conmigo en la cocina de mi casa. Casi me voy para atrás cuando él me dijo: “yo soy quien canta ahí”. Fue un encuentro muy bonito y para mí fue muy bacano conocerlo en persona. Fue como cuando dos perritos se cruzan por primera vez. Lo ubiqué en el mapa musical y me sorprendí cuando supe quién era en realidad y lo que había hecho: “Ahhh, ¡sos vos!”… Estuvimos un mes juntos, las conversaciones iban y venían todo el tiempo. A toda hora del día y de todos los sabores, compartiendo todo tipo de comidas y en muchos espacios de la casa y sus alrededores.

Publicidad

El poder creativo de la comida.

Matías: Durante ese mes se creó una atmósfera muy especial para todo el proceso creativo. Son detalles que tienen mucho que ver no solamente con el aguardiente, también con la iluminación del lugar, el clima, la vista, las montañas, la convivencia en el mismo espacio, y definitivamente las comidas fueron muy importantes también.

Gregorio: A Matías le gusta mucho cocinar, así que durante ese mes tuvimos almuerzos y cenas muy especiales. Hubo una dinámica muy especial entorno al disfrute de la comida.

Matías: Nos relacionamos mucho con todo lo que se produce en la zona. Nos hicimos muy amigos de la gente de las tienditas que estaban en los alrededores. Nos traían morcilla casera, mantequilla de campo, huevos, quajo para hacer el queso. No fue solamente el guaro, todo esto también ayudó a crear una atmósfera bastante especial.

Publicidad

Así va la nómina completa de Rionegro.

Gregorio: Además de nosotros tres, también participaron Natalia Valencia en los teclados de varias canciones, Luis Miguel “Cuchara” Jaramillo en la percusión, y Byron Idárraga, fue un mentor por su extenso conocimiento de la salsa. Pasaron por ahí Sara Rodas, la cantante de Mr. Bleat y un pianista que toca muy sabroso: Juancho Lopera.

Publicidad

Un llamado a los espíritus y la inspiración.

Matías: las noches estaban reservadas para trabajar y crear, o para dormir. Durante el día sí sonaba mucha música, especialmente cuando estábamos cocinando o comiendo. La selección musical la hacía casi siempre Sano, que ponía mucha salsa porque estábamos muy en la movida de untarnos de toda la salsa que se pudiera. También hubo algunos ejercicios muy interesantes de coger una canción y empezar a tocar encima de ella para transformarla en otra cosa.

Gregorio: Oímos y jugamos con piezas muy del ámbito clásico, pero también con otras bien raras y extrañas. Todo eso con el ánimo de llamar los espíritus y la inspiración.

Matías: La idea desde el comienzo fue el registro de un proceso creativo en un álbum de estudio… Volviendo al tema de llamar a los espíritus, hubo cosas muy bonitas e interesantes en el método de grabación. Aunque tiene algunas guitarras y percusiones, Rionegro es un disco básicamente electrónico. La misión de Sano fue, precisamente, transportar esa suciedad de las grabaciones antiguas a los aparatos de hoy en día.  Cuando escuchas bien el disco te das cuenta de que también se mezclan en algunos momentos, los sonidos de la naturaleza y del entorno. Todo eso aportó de una manera un poco impredecible, un poco inexplicable, un poco mágica.

Publicidad

Gregorio: Eso hizo que, de alguna manera, el resultado fuera medio experimental. Hubo muchas cosas que no sabíamos muy bien cómo iban a terminar y cómo iban a resultar. Fue todo parte de una disposición de ir acomodando todo lo que se nos iban presentando, como si estuviéramos haciendo Feng Shui.

De Rionegro a Guatapé, y de ahí a Berlín.

Publicidad

Gregorio: me acuerdo que tuvimos una especie de sesión de escucha para ver cómo iba el proceso en Guatapé. Nos fuimos para allá a montar en barquitas, nos llevamos una grabadora y las mochilas para ver cómo estaba sonando la cosa. Esa fue una experiencia bien especial y divertida.

Matías: También tuvimos una fiesta en Medellín, en la que tocamos algunos de los temas para ver cómo reaccionaba la gente.

Gregorio: Y bueno, luego resultó muy especial llevarnos todo eso que habíamos grabado a Berlín. Fue casi como coger el carriel y entrar a un estudio de master muy avanzado en Europa, y ver cómo todo eso que cocinamos en un estudio casero, iba cogiendo una forma muy seria con un tratamiento muy profesional y muy distinto. Al final el resultado es un disco muy caliente que genera algo especial en la gente que lo escucha.

Así es como se prende una buena fiesta con una canción de Rionegro.

Publicidad

Gregorío: Yo empezaría con Merecumbé. Tiene una buena intro porque es calmadita pero va invitando al baile.

Matías: Esa canción es un buen punto para empezar el proceso de seducción que significa hacer bailar a la gente.

Publicidad

 

  • Publicidad