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¿El descache es de Maluma o de nosotros?

Sobre la columna que acusa al cantante de machista y misógino

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¿Por qué es Maluma el blanco de las críticas de un género que lleva años y años de historia? ¿Por qué las redes se volcaron hacia el joven cuando cientos de artistas - y no solo de reggaetón- ya han escupido las líricas más obscenas hacia la mujer?

Por: Nadia Orozco  // Fotos: Gettyimage

Yolanda Rodríguez, columnista del Huffington Post escribió un artículo que en pocas horas se hizo viral y pasó a hacer parte de la hoguera virtual que todos los días tiene a algún cristiano. Esta vez le tocó a Maluma, el cantante paisa de 24 años que está la cumbre de su carrera. En la columna, la escritora lo describe como machista y misógino por su reciente canción Cuatro babys, en compañía de Noriel, Bryant Myers y Juhn.

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El track se desenvuelve en el universo del trap, un género gringo que combina el hip hop y la electrónica y que llegó hace más de 10 años a Puerto Rico sin mucha repercusión, pero que hoy hace parte de un fenómeno digital que se ha regado no solo por Latinoamérica, sino que es un boom en España. Sus letras son sucias; así, sin pelos en la lengua, no tienen filtro y se pasean por los terrenos del sexo, las drogas, las armas y sí, el machismo, de una manera despreocupada.

¿Pero por qué es Maluma el blanco de las críticas de un género que lleva años y años de historia? ¿Por qué las redes se volcaron hacia el joven cuando cientos de artistas - y no solo de reggaetón- ya han escupido las líricas más obscenas hacia la mujer?

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Es entendible que Maluma sea el chivo expiatorio. Él hace parte del combo de  los artistas del género urbano más importantes del mundo, de los que ayudaron a quitarle el trono a Puerto Rico como capital del reggaetón para dárselo a Medellín y llevaron el género a terrenos inimaginables.  Maluma es gigante dentro y fuera del país, su itinerario de giras es impresionante y cientos y cientos de seguidores que, en su mayoría, no pasan de los 17 se encargan de atestar todas las plazas. Razones de sobra para que cualquier paso que dé esté bajo la lupa de la opinión pública.

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Maluma no toma una decisión sin que toda la maquinaria que lo persigue le dé el visto bueno. Por eso vale preguntar a las personas que lo manejan  ¿Por qué dar este paso? Espero que la respuesta no sea que es una estrategia para volverlo más “hombre” o que es una técnica de mercadeo para posicionarlo en nuevos subgéneros.

Él no lo necesita, tiene todo a sus pies. Que en pleno siglo XXI  un niño de 22 años, que se supone debería tener un pensamiento más avanzado en cuanto al trato de y con el género femenino, siga pensando que para tener a una mujer hay que darle una tarjeta de crédito da un poco de rebote para ser sinceros (solo por nombrar un fragmento de la letra que resulta un vómito de palabras por parte de un grupo de hombres que solo se reafirman cuando tienen mujeres y carros a su disposición).

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Sin embargo, también da rebote una petición en Change.org para que Maluma quite del aire su video y su canción, nuevamente en pleno siglo XXI, cuando la censura debería ser un periódico de ayer. Seguimos teniendo la doble moral del que baila y suda reggaetón en el rincón oscuro de la fiesta, pero que comenta en un foro sobre lo detestable y vulgar que es esta música.

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Ojalá fuéramos tan coherentes con todo absolutamente todo lo que consumimos y denigra a la mujer; ojalá fuéramos igual de contundentes y fiscalizadores con todos los géneros; ojalá pensáramos en cuáles son las actitudes que todos –hombres y mujeres por igual– alimentan ese machismo cotidiano, coloquial, omnipresente: hombres que no ven en las mujeres más que un objeto sexual, madres de familia que no le perdonan a sus hijas no saber manejar un hogar, padres de familia son más flexibles con sus hijos que con sus hijas, marcas y publicistas que cuando promocionan un producto de aseo casero se dirigen directamente a la mujer, y un larguísimo etcétera que vale la pena definir y discutir. Pero lastimosamente solo le caemos al más famoso, al que nos fastidia o al  que mejor le va. Esa debería ser la tarea; más allá de pedirle a un artista que borre del mapa una de las 389472947 canciones machistas que existen en la historia musical.

Maluma, si quiere, puede seguir haciendo las canciones que le parezca; pero el mundo está sediento de jóvenes que vean más allá, que quienes mueven las masas tengan dos dedos de frente para entender que hasta la letra de una canción puede cambiar todo. La lucha no está en forzarlo a él a cantar sobre otras cosas, la lucha es empoderar a líderes reales en un mundo que hoy, más que nunca, lo necesita tanto.  

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