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El estridente llamado de Lou Reed

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Uno de los más agudos pioneros del Rock nos abandona dejando un legado lleno de música y filantropía.(Ver especial)

Por: Álvaro Corzo V.
Los Ángeles

A los americanos no les importa nada.
La tierra y el agua mucho menos.
La vida animal ni hablar, está mucho más abajo en el tótem
La vida humana es menos relevante que una bacteria de levadura.

A los americanos no les importa la belleza
Cagan en los ríos, vierten ácidos de baterías en los arroyos 
Y luego se quejan de que no pueden nadar.

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Dicen que hacen las cosas pensando en la mayoría
Creen en la mitad de lo que ven y en nada de lo que escuchan
Sería como lo dijo mi amigo Donald, el pintor.
“Clávales un tenedor en el trasero y se darán la vuelta”

Estas son palabras de Lou Reed, nada menos que de su propio testamento, aquel que dejara inmortalizado para siempre en 1980 cuando prendiera una veladora en el  panteón  del rock and roll con New York, álbum en que su voraz composición arremetiera de la forma más violenta, frontal y desoladora contra la mezquina y viciosa forma de vivir en los Estados Unidos. The Last great American Whale, una de las tantas joyas que se convirtieran con el pasar de los años en parte fundamental de su decálogo de protesta musical. 

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Hoy con su partida se siente un profundo vacío por el músico y compositor quien sin duda se convirtió, con el pasar de los años, en un prodigioso comentarista social. Desde sus inicios en Velvet Underground, su figura escuálida repleta de letras punzantes  siempre pusieron el dedo sobre la inconsistencia de nuestros tiempos. La idea de manosear y desnudar de la forma más certera todos los tabús eran lo que según el mismo lo obligaban a disentir. Escribió canciones sobre la adicción sexual, el uso de las drogas, la prostitución y la violencia.  Todas avenidas que lo habían llevado como pasajero en trance pero que a su vez le habían regalado una voz llena de razón y suspicacia. 

Soñé que era el presidente de los Estados Unidos,
Soñé que remplazaba la ignorancia, el odio y la estupidez
Soñé en la una unión perfecta, en la ley perfecta.

Soñé que podía hacer el trabajo que nadie había hecho
Soñé que era incorruptible, así como justo con todo mundo
Soñé que no era un criminal

Reed nunca sintió miedo por usar su voz de músico y compositor como una plataforma que llevara su protesta a lugares tan cercanos a la controversia. Los abusos de poder, la corrupción política, la violación de los derechos humanos, la batalla contra el sida y el cuidado del medio ambiente fueron otras de sus grandes obsesiones como ser humano. Todas batallas que luchó desde distintas arenas durante los últimos cincuenta años en que su agenda siempre fue más allá del simple hecho de hacer música.

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Su nombre junto a los de Sting, Bono, Gabriel y Springsteen fueron los responsables del music tour que partiría la historia de la música en dos. El Conspiracy of Hope Tour, orquestado por Amnistía Internacional y este grupo de músicos fue una serie de conciertos por los Estados Unidos en 1986 con el fin de recaudar fondos para proteger los derechos humanos de miles de personas en los cinco continentes, en particular de los centenares de prisioneros de conciencia.  

Este tour, del cual Reed sería un promotor y organizador, no solo señalaría el despegue de Amnistía Internacional nivel mundial, hoy una de las organizaciones más importantes y respetadas para la protección de los derechos humanos sino que también marcaría el inicio de la primera ola de conciertos benéficos a favor de la protección de los derechos humanos a nivel mundial.  

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Desde entonces el nombre de Reed se convirtió por justo merito no solo en sinónimo de rock and roll de poder extremo sino de gurú de la igualdad social. “No me siento un líder en absoluto, simplemente ejercito el sentido común a favor del cambio social” dijera a mediados de los años noventa en una entrevistas al periódico de Guardian. 

En total fueron más de 78 conciertos benéficos en pro de las distintas causas que defendía las que diera Reed en toda su carrera sin cobrar un peso. Algo sin duda muy difícil de observar por estos días. Hizo parte de los legendarios Farm Aid Concerts en los 80 en pro del campesinado en Estados Unidos, los conciertos de Live Aid para recaudar fondos para las hambrunas en África. A Gift of song, conciertos de la UNICEF en los años noventa en contra del abuso y maltrato infantil, también en los noventa, Reed fue parte del motor desde el mundo de la música que promovió la cruzada en contra del SIDA, lucha que unos más tarde encarnaría como ficha fundamental en (RED), la campaña mundial que orquestó Bono (U2) en contra del SIDA en el continente Africano. De allí vinieron conciertos y galas benéficas a favor de los veteranos de la guerra en Irak y Afganistan, victimas de violencia sexual en el África, damnificados de desastres naturales entre otra decena de causas con un objetivo en común.  Utilizar el poder de la música a favor del cambio social. 

Fue así como este poeta, compositor, y férreo practicante de Tai Chi nacido en Brooklyn, Nueva York en 1942 se ganara a pulso el respeto dentro y fuera de los escenarios. En efecto su influencia musical no solo seguirá resonando en la música de las generaciones por venir, también lo hará sobre lo que el mismo dijera es el mejor regalo que pudiera dejar, la voz de su conciencia. 

“Creer en que el cambio es posible, es creer en el futuro”.

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Lou Reed, Occupy Wall Street, Nueva York 2001

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