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El fracaso de una “Fuck friend”

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Por Paula Ardila @acidodivino // Foto: iStock. Empiezo a sospechar que ninguna mujer ha prosperado como Fuck friend. Hice una pequeña encuesta entre mis amigas y nueve de cada 10 de ellas se había enamorado o involucrado sentimentalmente más de la cuenta con sus Fuck friends. Es que ser amigos, comerse y seguir siendo amigos requiere de muchos pantalones y de bastante de sangre fría.

En este tipo de relaciones la amistad suele ser la antesala del erotismo, el placer y la excitación. Generalmente cobran vida con la valentía engañosa del alcohol y largos meses de verano. Es una relación bastante flexible,  abierta y contiene muchas “reglas de oro”.

No hay sentimientos (no mariposas en el estomago), no hay exclusividad, cero sufrimiento, no celos, y por ende no puedes reclamar ¡nada! Traduciéndolo un poco al lenguaje femenino sería algo así: No te van a presentar, no te van a presumir, no te van arrunchar, te van a comer  y ya está.

A los hombres este tipo de relaciones les encantan, les pueden otorgar  un doctorado honoris causa a cada uno, porque les sale naturalito. Que talento el de esos muchachos para tirar sin compromiso,  tener encuentros sin recuerdos y orgasmos sin inversiones.

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En cambio para nosotras esto es ciencia de la NASA. Nada más el hecho de estar estableciendo un vínculo, sea el que sea ya exige responder a ciertas expectativas. Nosotras tenemos cierta predisposición genética a implicarnos emocionalmente de manera más fácil. Asimismo, si decidimos acostarnos con uno de nuestros amigos esto ya presupone que el man tiene un no sé qué, un no sé dónde que nos atrae. 

Si los encuentros íntimos son muy buenos, el man huele rico, es divertido, y hay una que otra cosa que comparten en común la vaina se complica y poco a poco empezaremos a romper cada una de las “reglas de oro”. Pediremos compartir mas tiempo juntos, porque por años nos han enseñado a monopolizar la atención de nuestros amores, los stalkearemos y daremos la pelea por el derecho de exclusividad  ya que históricamente no nos gusta compartir nuestros levantes.

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Nuestra naturaleza espontánea y apasionada finalmente pelará el cobre, usaremos las “ reglas de oro” como accesorios y terminaremos por confesarnos diciendo que nos enamoramos.

A lo que el susodicho responderá:

“ Yo no quiero que perdamos esta amistad tan linda que tenemos”

¡Pero yo sí! A mi realmente la amistad no me importa, a la mierda la amistad, ¡yo quiero ser tu novia! Que me presentes, que me lleves a cine, que te bañes conmigo y que me hagas el amor, pero de tu vida.

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