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El regalo inmortal de Cerati

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Por: Juan Galeano Toro // @JuanGaleano 

No hay mucho que pueda decir de Gustavo que no se haya dicho ya.  Sí, es un capo.  Sí, lo extrañamos.  Sí, nos encantaría conocer la música que estaría haciendo por estos días y sí, muy probablemente no vaya a despertar de ese gran sueño en el que entró.  

Los que hacemos canciones sabemos y conocemos la importancia de Cerati como compositor nato de melodías grandiosas y progresiones majestuosas. Poseedor de una de las voces más prodigiosas que dio Latinoamérica desde la década de los ochenta y además uno de los guitarristas más completos y prolíficos de este lado del mundo. 

Todo eso ya lo conocemos todos muy bien.

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Para mí el gran valor (aparte de todo lo mencionado anteriormente) son sus letras.  Su manera despojada y casi etérea de hablar del amor y del desamor.  De su ego impregnado en cada una de las palabras que usó en sus canciones.  De la micro poesía que eran cada una de sus frases.  Para mí ahí reside el genio que es Gustavo, en hacernos llorar con una frase como “poder decir adiós es crecer”, “Lo terrible del mar es morir de sed”, “creo en el amor porque nunca estoy satisfecho” o “Alguna vez fue que planeamos hacernos todo el daño de una vez”, frases con las que cualquier persona que haya sentido el punzante filo del desamor en la espalda se puede relacionar.

Era muy joven cuando por primera vez oí a Soda, seguramente a través de mi hermano mayor con “te hacen falta vitaminas” o “porque no puedo ser del jet set” y recuerdo haberlo detestado.  Después de que ¨de música ligera” se volviera un gran éxito en Colombia empecé a volver a escucharlos un poco y con canciones como “corazón delator” y “canción animal” ya tuvieron toda mi atención.

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Pero no fue sino hasta el 2000 cuando me fui a vivir  Europa que llevado por la melancolía y la sensación de extrañar mi casa que me adentré en el segundo disco como solista de Gustavo “bocanada”.  Ese disco me salvó la vida miles de veces,  todavía lo hace.  Ese disco fue el que me hizo agarrar la guitarra y empezar a componer canciones.  Yo ya hacía música hace mucho tiempo pero como instrumentista, yo tocaba el contrabajo y ya,  para mí sentarme ahora a escribir letras era un mundo nuevo y después de eso nunca hubo vuelta atrás y seguramente nunca la habrá.

Nos queda el regalo inmortal de poder poner sus discos y de poder seguir estremeciéndonos con su arte.

Gracias a dios y a la vida las canciones son eternas y las de Gustavo sin lugar a dudas lo serán en mi vida.

 

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*Juan Galeano: aunque muchos lo conocieron por su proyecto homónimo como solista, hoy hace parte de uno de los tríos más poderosos que tiene el rock local: Diamante Eléctrico. 

 

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