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En Colombia impera el sabor, pero nuestra herencia afro queda en el olvido

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La titánica lucha por rescatar del olvido las expresiones de nuestra Afrocolombianidad, a propósito de la celebración de su día y el mes de la Herencia Africana.

Por: Jenny Cifuentes - @Jenny_cifu

En Colombia impera el sabor. Es innegable. Seamos roqueros, raperos, cumbieros,   o electrónicos, la  música nacional  siempre nos ha venido contando “un pedacito de la historia negra, de la historia nuestra caballero”, como decía el Joe Arroyo.   Grandes músicos de epidermis morena han sido responsables de relevantes virajes de los sonidos locales, a punta de voces e instrumentos han marcado el pulso de nuestra tierra  y son robustas ramas del gigante árbol genealógico de la música actual. Peregoyo, “El Brujo” Alfonso Córdoba, Paulino Salgado “Batata”, Alejo Durán, Petronio Álvarez, Sixto Silgado “Paíto”, Encarnación Tovar “El Diablo”, Justo Valdez, Gualajo, Graciela Salgado, Octavio Panesso, Joe Arroyo, y muchos otros  legendarios magos del ritmo, son jefes supremos que han señalado con sus obras los caminos por donde transitan los sonidos colombianos, maestros, algunos ya fallecidos y otros aún activos, a los que en su mayoría el país ha quedado debiendo el debido reconocimiento y exaltación.  

En un tiempo en que buena porción de las oleadas de vanguardia tienen su cordón umbilical en la cultura afro es inminente recalcar el papel de estos iconos, y no olvidar que sin Batata o sin Justo Valdez seguro no existiría Bomba Estéreo o  Systema Solar, o que sin El Brujo o Petronio, no hubiesen nacido Niche y Guayacán.

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La cultura musical afro, que en palabras de Carlos Vives “ha sufrido muchos años de olvido y nos ha dado muchos regalos” como estos clásicos que no se decoloran, es efervescente, pero a la vez poco visible en planos generales, basta con preguntarnos cuántas de las nuevas agrupaciones que trabajan todo el año suenan en la radio o aparecen en medios masivos, o cuántas canciones de las que la gente baila en el Festival Petronio Álvarez, o que escucha en el Festival de Tambores de Palenque, por citar un par de eventos donde se despliega la música negra, son expuestas en emisoras y canales nacionales. Quizá se pueden contar con los dedos, y sobran dedos.

Por ejemplo, hace años Saboreo llegó al dial en el interior con La Vamo a Tumbá, pero en la radio comercial no se ha vuelto a oír otro tema de esta agrupación. “Exhibir la música del pacífico es algo que ha costado  y que se ha dado de manera gradual, vivimos en un país en que no creemos en nuestras expresiones, en que todo se ha ido perdiendo y estamos sectorizados. En Colombia nos olvidamos de que existe Casanare, el Cauca, o La Guajira y solo aparecen en primer plano cuando hay problemas. Hay un ejercicio que deben hacer los medios porque desde ellos se educa”, dice Herencia de Timbiquí, con más de una década en las tarimas, ganadores en el Festival Viña del Mar 2013, quienes afirman que su despegue en canales de comunicación se dio luego de su galardón.

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Grupos llenos de talento y que la guerrean como Herencia de Timbiquí, hay muchos, y el trecho para visibilizarse es difícil. En la celebración de la afrocolombianidad nos surgen más preguntas: ¿será que hay que esperar que una figura mainstream como Carlos Vives convoque a eventos o cite estas agrupaciones en una canción para que la gente vuelque la mirada hacia sus nombres?. Herramienta loable para Vives, que suma a su imagen y carrera, pero que no debería ser la única.

 ¿Será que glorias musicales como Justo Valdez (cabeza de Son Palenque y pionero de la champeta) tendrán que seguir escribiendo cartas como la que él dirigió hace unos meses al Presidente de la República expresando su inquietud por la falta de apoyo a artistas palenqueros, -aclarando que no estaba pidiendo ni subsidio ni limosnas-,  exponiendo malestar porque según su versión, “no hubo recursos para contratarlo en el Festival de Tambores evento del Ministerio de Cultura, ni siquiera para el transporte de Cartagena a San Basilio a Palenque, que era lo que pedían sus músicos”, y dejando por sentado además su inconformismo con Sayco y Acinpro, exponiendo que por tales circunstancias que se viven, músicos como él se ven obligados a vender gafas en la playa. Y por último, ¿tendrán que esperar nuestros artistas afro, un año, para que haya otro día de la afrocolombianidad y sean exhaltados como se debe?. Creemos en los poderes de la música negra, queremos que se potencie y que desde todos los francos se conspire, para que reine infalible con traje de luces en el siglo XXI.

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Este miércoles Carlos Vives y la Embajada de EE.UU., a través del Programa para Afrodescendientes e Indígenas de la  Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), celebraron el Día de la Afrocolombianidad y el mes de la Herencia Africana. El embajador de EE.UU. en Colombia,  Kevin Whitaker, y Vives firmaron un acuerdo con el que el cantante brindará asistencia técnica  a grupos musicales afrodescendientes e indígenas. La jornada mostró al samario en tarima en una corta aparición y a Herencia de Timbiquí, quienes invocaron los espíritus del Pacífico, imanaron al público y desplegaron todo el poder de su música.

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