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La copa de coca

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Por: Sandra Suárez / @Sandsuarez 

Hace un año no la traían al país. Llegó en un avión Md-83 desde Ecuador con una gran delegación encargada de cuidarla. La recibió en el aeropuerto y con tapete rojo, el Pibe Valderrama, Carlos Vives, Reinaldo Rueda y muchos periodistas listos para fotografiarla. Toda una rockstar. Después se fue en una caravana por toda la Avenida El Dorado y hasta la Casa de Nariño, donde el presidente de la República, Juan Manuel Santos, la esperaba en un gran evento, todos hablaban de eso. La Copa Mundial está en Bogotá desde ayer y hasta mañana.  

Como no estoy en Bogotá para ir a verla, seguí los comentarios de la gente en las redes sociales para ver cómo iba el evento. No era fiesta, ni alegría lo que podía leer. Están que se dan en la jeta porque el tour de la Copa Mundo pasó por Bogotá y no Barranquilla, están que se matan por establecer cuál es la “casa de la Selección”. Unos dicen que es donde se clasificó al mundial, otros dicen que es en la ciudad en la que les construyeron el complejo deportivo de seis hectáreas y otros ilusos (hablo de mí), piensan que la casa de la Selección es todo el país, ya que, si fuera de otra forma, hablaríamos de “Selección Bogotá” o “Selección Barranquilla”.

Como si no tuviéramos peores cosas para discutir y solucionar.

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El 3 de julio de 2010, mientras se desarrollaba el mundial de Sudáfrica, agentes antinarcóticos descubrieron un paquete sospechoso en el aeropuerto Eldorado después de que un perro entrenado los alertara. En la bodega de envíos encontraron un paquete que tenía una estatuilla dorada de 36 centímetros de altura, rayas verdes en la base, pesaba 11 kilos y estaba rodeada de camisetas de equipos que SÍ fueron al mundial y que habían llegado a cuartos de final. La réplica de la Copa incautada estaba rellena de la cocaína más pura y tenía un valor cercano a los cien millones de pesos, según informó en esa época, el general Francisco Patiño. Fue enviada por una persona que proporcionó datos falsos al momento de registrar el envío.  No capturaron a nadie.

El narcotráfico ha dejado más de doscientos mil muertos, casi cinco millones de desplazados, veinticinco mil desaparecidos, veintisiete mil secuestrados, seis mil niños reclutados, diez mil amputados y todavía no hemos terminado de contar. 

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Tan bueno que sería sufrir nada más por el fútbol, que nuestro peor problema fuera decidir si la Copa del Mundo pasa en su gira por Barranquilla o por Bogotá. Tan bueno que sería dejar consignado en la historia el resultado de un gran esfuerzo humano y quitarnos de encima el título de campeones mundiales de la coca.

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