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¿La enfermedad de Nerú?

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Por: Juan Pablo Castiblanco Ricaurte // @KidCasti

Dijo Nerú ante cámaras y micrófonos que la homosexualidad para él era una enfermedad. No para todos. Solo para él. Hoy dio dos nuevas entrevistas afirmando que la primera nota de televisión  donde había aparecido (la de La Red de Caracol TV), había sido editada de tal manera que tergiversó sus palabras. Rectificó, eliminó una capa de amarillismo, pero volvió a recoger la misma idea: luego de una vida tormentosa, ahogada en el humo de la fiesta, quería rectificar el camino con la ayuda de Dios. Y en ese nuevo camino estaba incluido el deseo de dejar de ser homosexual. De curarse.

Pero no somos un portal de chismes o de farándula para detenernos en la vida de Nerú. Queremos más bien fijarnos en toda la humareda que se levantó, en esa idea inquietante, medieval, añeja, que si bien Nerú dijo ante cámaras, es lo mismo que muchos colombianos piensan: ser homosexual es un estado en el que se puede entrar y salir cuando se quiera; una mancha que se puede limpiar, una época que se puede superar, o una enfermedad que se puede curar.

Las cámaras y los micrófonos aprovecharon una chispa para encender una llama. De manera indiscriminada, sin tacto ni compasión, taparon casos que han permitido avanzar en la disminución de la homofobia. Hace no más de tres meses Colombia conoció el caso del adolescente Sergio Urrego que se suicidó por el matoneo que había recibido en su colegio por ser homosexual. Hace un año, tres parejas homosexuales aprovecharon un vacío legal para luchar por su derecho a casarse con el mismo reconocimiento que las parejas heterosexuales, abriendo un debate sobre la igualdad y recordándole al resto de la sociedad el respeto por la diferencia. 

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Nerú ha salido ante las cámaras para hablar de su transformación espiritual. De su deseo de transformar su vida. Le pasó a él y a miles de famosos que han buscado refugio en la Biblia, el Corán, la Torá, las velas, los ángeles, el yoga o la meditación. Salió ante cámaras para dar testimonio, pero dijo la palabra mágica, “homosexualismo”, un tema que a pesar de los avances, sigue siendo tabú y morbo en Colombia. Julito lo llamó y no le preguntó primero por sus problemas, por sus creencias, sino si creía, si podía repetir ante micrófonos, que ser homosexual era una enfermedad. ¿Alguien le habrá preguntado a Julito si no cree que el amarillismo y el morbo también pueden ser su enfermedad?

Organizaciones y activistas en Colombia luchan porque se comprenda que la homosexualidad es una forma de amar igual de válida al heterosexualismo, que demanda respeto y tolerancia. Hasta la cultura ha atacado desde diferentes frentes este prejuicio adobado entre misticismo, ignorancia y miedo a la diferencia. Películas como “La vida de Adele”, “El desconocido del lago” (que llegará a final de mes a Colombia) o “Tomboy”, han buscado desdibujar esa frontera entre lo sano y lo contaminado. Falta mucho trecho, pero sobre todo, falta mucha colaboración de los medios. 

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“En la Edad Media se consideraba que los zurdos eran enfermos o que los esclavos lo eran porque no tenían alma. Algún día pasará lo mismo con lo que se piensa hoy de los homosexuales. Algunos creen que somos menos humano y por ello tenemos menos derechos. Eso se superará con educación”, explicó Marcela Sánchez, directora de la ONG Colombia Diversa, a Shock cuando publicamos nuestro especial sobre el matrimonio igualitario en julio de 2013. Un año después, ¿seguimos en el mismo punto?

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