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¿Las adaptaciones de videojuegos se están rajando en su paso al cine?

Una materia difícil en la que hasta el popular Mario se ha rajado.

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Doom, Angry Birds, Assasin's Creed y Warcraft: ¿se rajan los videojuegos en su paso al cine?

 

A lo largo de los años, las películas basadas en videojuegos no han tenido mucha suerte a la hora de adaptar una experiencia interactiva al teatro o al cine. Con el reciente estreno de Warcraft evaluamos otros intentos de llevar el videojuego a la pantalla.

Por: Julián Felipe Gutiérrez // @jackmulligan

Si el cine argumental en la mayoría de las ocasiones es un ejercicio de contar una historia, ¿cómo hacerlo alrededor de algo que no la tiene? En la medida que los recursos técnicos no lo permitían, los videojuegos de hace unos veinte años (salvo algunas excepciones), no le ponían mucha atención a la historia y era esencialmente un recurso para justificar las acciones que se llevaban a cabo dentro del juego; sin embargo, aun cuando el argumento empieza a ser un componente más estructurado dentro de los videojuegos, las cosas siguen sin salir particularmente bien. Quizá hay algo en la naturaleza misma de los juegos de video como vehículo narrativo que hace que no salgan muy bien librados a la hora de pasar al cine. Es una discusión y un fenómeno que tiene, en su núcleo, una pregunta que muchos nos empezamos a hacer con el paso del tiempo. ¿Será que los videojuegos pueden ser una forma de arte? Los ejemplos a continuación son prueba que la transición entre presionar start y decir acción no es fácil.

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Super Mario Bros (1993)

Directores: Rocky Morton y Annabel Jankel

El que bien podría ser el primer intento de adaptación de un videojuego a la pantalla grande y la película con la que vinimos a saber quién era John Leguízamo, es una historia que no tiene nada que ver con su material original, transforma los personajes hasta hacerlos irreconocibles y adopta recursos traídos de los cabellos para traer elementos emblemáticos del juego a la película como las botas para saltar.

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Bloodrayne (2005), Alone in the Dark (2005) y FarCry (2008)

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Director: Uwe Boll

Menciono la obra de este director en un solo apartado porque todas sus películas son abismalmente malas, yendo más allá del ‘tan malas que son buenas’ para llegar a películas que, objetivamente hablando, están mal hechas. Visitante frecuente de los premios Razzie, Boll ejemplifica otro error que se comete en estas adaptaciones: menospreciar el material dándoselo a alguien que no promete hacer las cosas bien, sino que promete hacerlas baratas.

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Doom (2005)

Director: Andrzej Bartowiak

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Doom es de esos juegos en los que el protagonista actúa como un lienzo en blanco en el que el jugador puede proyectarse. Doom Guy, como se le conoce al protagonista, no tiene nombre, nunca oímos su voz y no sabemos nada de él a la hora de tomar el control. En virtud de esa situación, el director Bartowiak se vio en la situación de contar una historia sin un protagonista en el sentido estricto del término y, de manera similar a Max Payne, terminó con una película de acción que poco aporta, salvo el recurso visual ingenioso de unas tomas en primera persona similares a las de uno de los juegos más metaleros de la historia.

Max Payne (2008)

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Director: John Moore

Cuando apareció a comienzos de este siglo, Max Payne salió como un juego que le pide prestado mucho al film noir para contar una historia de crimen y venganza. El problema es que esa es una historia que se ha contado muchas veces en el cine, y la verdad es que la película de Moore, protagonizada por Mark Wahlberg, no aporta nada particularmente novedoso o interesante.

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The King of Fighters (2010)

Director: Gordon Chan

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Adaptar un juego de acción no es mayor problema porque a fin de cuentas ya tiene una historia sobre la cual trabajar. Los juegos de pelea, sin embargo, realmente no necesitan una historia y siempre terminan recurriendo a un torneo de artes marciales (Bruce Lee hablaba sobre la dificultad de contar historias de artes marciales en el presente, de hecho). La película de Chan cae en este riesgo y termina contando una historia complicada, que de hecho deja más preguntas que respuestas y que para rematar, usa a actores blancos para representar personajes asiáticos.

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Warcraft (2016)

Director: Duncan Jones

A pesar del gigantesco y detallado mundo en el que este juego de rol en línea se desarrolla, la verdad es que World of Warcraft no se toma a sí mismo muy en serio. A fin de cuentas, uno de sus paquetes de expansión tiene una raza de pandas como protagonista y surgió a partir de una broma interna de los desarrolladores del juego. Duncan Jones, que ha realizado películas tan interesantes como Moon, no tuvo esto en cuenta y terminó creando una película que si bien es impresionante técnicamente hablando, hace todo lo contrario del juego y termina contando una historia que aspira a tener la solemnidad de El Señor de los Anillos… En un mundo con pandas parlantes.

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The Angry Birds Movie (2016)

Directores: Clay Keitis, Fergal Reilly

¿Uno cómo hace una película sobre un juego que era bastante útil para enseñar sobre trayectorias parabólicas en física, pero que no tenía ni un ápice de historia o personajes definidos y dejó de ser relevante hace unos dos años? Es mejor no hacerlo.

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Assassin’s Creed (2016)

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Director: Justin Kurzel

Basada en el juego con el que muchos aprendieron sobre las cruzadas y protagonizada por Michael Fassbender, este estreno de final de año es un ejemplo de cómo un juego con una narrativa más compleja puede salir mejor librado en una adaptación al cine. El hecho de tener un universo firmemente constituido le permite a Kurzel contar una historia que añade a esa mitología sin tener que limitarse a adaptar la historia que se ve en los videos entre misión y misión. Aunque puede haber algunas preguntas como por qué un actor anglosajón interpreta a un español, promete un filme interesante.

Uncharted (2017)

Aunque está en lo que en el universo cinematográfico llaman “development hell” –ese limbo en el que las películas aún no encuentran un director que eche a andar todo–, Uncharted tiene los elementos para hacer una película entretenida. El principal argumento es que el protagonista de la historia, Nathan Drake, es una mezcla de Indiana Jones y Johnny Knoxville con la que es muy fácil conectarse. Sin embargo, existe un riesgo enorme de que las cosas salgan mal si se elige a un actor que no logra interpretar esa combinación. ¿Chris Pratt quizá?

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