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Las fiestas legendarias de Christian Tappan y su colección de vinilos

Christian Tappan habla de sus gustos musicales.

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Christian Tappan

A primera vista sus múltiples papeles de traqueto en la televisión podrían limitarnos un poco el juicio sobre la diversidad de sus facetas, pero si miramos un poco más allá no es difícil ver que ellos hacen parte de su verdadero potencial y talento, aquel que encontró su lugar no el niño bueno de la historia, sino en la riqueza del rol antagónico.

Por. Luis Fernando Mayolo @mayolito // Fotos: Twitter del artista.

“Es como el quinto traqueto que hago”, nos cuenta riéndose Christian Tappan a propósito de El Señor de los Cielos, el papel que actualmente lo tiene viviendo nuevamente en México.

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Ni el mismo está seguro de en qué momento el rol de villano se hizo una constante en su carrera.  Lo que si recuerda es que al principio decían que “ese pelirojito no tenía lo necesario para ser de malo”. 

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Pero más allá de sus múltiples rostros como actor, sería su personaje de Don Rufian en ‘Qué viva la música’ (ver nuestra reseña)el que nos introduciría a conocer una de sus facetas personales predilectas: su amor por los vinilos. En la película de Carlos Moreno su personaje además de ladrón se ganaba la vida poniendo música en las fiestas.

"Mi papá tenía más de 500 vinilos y cuando él iba a comprar discos siempre me dejaba elegir tres. Creo que ahí comenzó mi afición. El problema es que a los 10 años no se tiene mucha plata para comprarlos, y eso que yo actuaba desde pequeño", cuenta Tappan.

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Pasaría el tiempo y a los 13 años su colección ya ascendía a 50 acetatos. "Así empecé, recuerdo que los primeros de la colección fueron tres de Kiss y algunos de Los Chamos que me regaló mi mamá", agrega el actor.

Pero tanta viajadera familiar terminaría en convertirse en el peor enemigo de su naciente colección. "En ese ir y venir entre México y Colombia muchos se perdieron e incluso otros mi mamá comenzó a venderlos sin mi consentimiento. Tengo que aceptar que no hice mucho por evitarlo, porque con 20 y 21 años dejé de creer en el valor de los vinilos y me dejé encarretar con la tendencia de los Cds", acepta Christian. En cambio su papá si los conservó a pesar de que su mamá quería botarlos. 

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Cuenta también que en una de sus últimas mudanzas hace seis años encontró material preciado de Soda Stéreo, house de los 90, Enanitos Verdes y el Ré de Café Tacvba. "Volví a sentir que la música me pertenecía, porque con los vinilos se desarrolla un sentido de pertenencia mucho más íntimo que con lo digital".

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En aquellas épocas recuerda que o se ahorraba para comprar los discos o había que esperar a que 88.9 programara la canción para poder grabarla en casete. "Me acuerdo del programa Música para grabar, era la única manera que no dañaran la grabación esos guevones del Capi y Papuchis”. 

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Esa misma afición lo llevó posteriormente a ser socio de la versión criolla de la tienda de vinilos La Loma Records en Teusaquillo, aventura que por su viajadera le tocó desistir. "El que tenga tienda que la atienda", dice.

Pero a pesar de este aparente revés en su pasión por los vinilos, de todo se aprende algo. "A partir de ahí me volví caza vinilos en Los Ángeles, Miami y México. Empecé a sentir la necesidad de conseguir lo que nunca tuve. Tengo la dualidad de conseguir lo de ahora, pero también recuperar lo viejo, lo reciclado", cuenta Tappan.

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Se declara aficionado profesional de la música ochentera y más que un Dj un gran programador. "Mi hobbie es poner lo que todo el mundo desconoce, pero que sonó en esa época. Un delicioso juego entre encontrar y sorprender a la gente".

Hoy por hoy las fiestas de Christian Tappan son muy famosas y las realiza con su grupo de amigos cada 15 días, cuando por supuesto se encuentra por estos lados del globo terráqueo.

"Me considero un prostituto de la música. Las rumbas las hago por tandas: flans, chamos, Juan Luis Guerra.  Amo a Kiss tanto como a Juan Gabriel", relata sonriendo. 

Por eso no nos pareció tan extraña la idea de una fiesta en la que enfrentáramos el estilo melómano salsero del Flaco Solórzano y el ochentero de Tappan. "No sabemos si la clientela de cada uno se soporten. El Flaco era como del combo heavy de la salsa y yo más del high energy de coreografía. No somos de la misma generación, tal vez ese sea el detalle".

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Por lo pronto Christian Tappan estará en Colombia este fin de año. Eso ya está definido. Y con él, se avecina tremenda rumba.

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