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Los políticos en Colombia sufren del síndrome de la Chimoltrufia

Porque como dicen una cosa dicen otra. Así funciona la política en Colombia.

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Ya sabemos que el principio ético de la política colombiana pareciera estar guíado por la famosa frase de Groucho Marx: “Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros”. Para los miembros de nuestro no tan ilustre gobierno cambiar de postura es como cambiar de calzoncillos (suponiendo que se los cambian, claro está), y sus promesas se desvanecen con los días, o con la ayuda de unos cuantos billetes debajo de la mesa.

Todos esos recurrentes casos en los que hemos podido darnos cuenta de sus contrariadas declaraciones y decisiones, nos han llevado a identificar que lo que padecen quienes se encargan de la política nacional es un tremendo caso de una patología del lenguaje: lo que varios han diagnosticado como el síndrome de la chimoltrufia, "porque como digo una cosa digo otra". Una condición que es conocida también por casos representativos como el trillado ejemplo de la señorita Antioquia: hombre con hombre y mujer con mujer en el sentido contrario. 

Acá identificamos algunos de los síntomas más sonados del síndrome de la Chimoltrufia en los políticos. El más reciente tiene que ver con la venta de Isagén, pero se ha manifestado también en la construcción del metro de Bogotá, o en la subida de impuestos. 

Esta era la posición de Álvaro Uribe hace un tiempo...

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Este, es Álvaro Uribe hoy, oponiendose a la venta de Isagen 

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