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Manifiesto del hincha inconforme en el Metropolitano

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Por más adepto de La Ley de Murphy que uno sea (y por más criticón), vivir de cerca un cotejo de talla nacional le mueve la fibra a cualquiera que le guste el futbol. Sea del equipo y del lugar que sea. Así que nos fuimos hasta Barranquilla a ver a la selección con la camiseta puesta.

Llegamos bien temprano a un Metropolitano que parecía sobrevendido, y con un olor penetrante a "chuzo" y butifarra. Coca Cola hizo juntar a las barras “bravas” de varios equipos locales, que se hicieron en una misma grada y cantaron al mismo ritmo; eso es lo que logra la selección cuando juega de local. Pero, como dijo Pekerman, las cosas no se dieron. Y yo lo asevero, Colombia no dio pie con bola.

¿Cómo salimos del partido? Inconformes. Eso sí, cuando salimos del estadio escuchamos todo lo que los hinchas salieron refunfuñando, y quisimos hacer un recuento.

Hubo más rebusque afuera que dentro de la cancha: todo el Metropolitano es un negocio, vimos sombreros de chiva, un ave un bailarina que cobraba por foto y buscaba patrocinador, pero no vimos que ningún jugador colombiano se rebuscara una buena opción de gol. Pasó todo el partido sin una opción clara. Eso, en casa, no es un buen síntoma. 

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¿Fuera Pekerman? ¿Que traigan a Yepes? ¿Que vuelva Falcao? Ya no sabemos a quién pedir que vuelva, ni de quien pedir la cabeza. Lo cierto es que Yepes, que era el que empujaba al equipo, ya no está para más. Y Falcao, que era el otro que levantaba a sus compañeros cuando estaba en sus peores ratos, puede que nunca vuelva a levantarse de la banca. Le tocó a los jóvenes: por más inocentes que sean Fabra, Palacios o Daniel Torres hay que darles continuidad. No tenemos más.

La Jamesmanía con Colombia cada vez es más dudosa. Colombia necesita un empujón anímico, necesita despertar, sí, pero James como que se lo tomó en serio empujando a Daniel Torres. Y cuando tenían que meter empujones en el medio campo todos fueron bien frágiles. Tenía más dinámica y más garra la gente que se colaba en la fila para entrar al estadio. En eso si somos buenos.

Lo único que vimos de James fue la enorme camiseta que se desplegaba cuando anunciaron su nombre dentro del once títular. ¿Y la de Macnelly? ¿Jugó? Su camiseta ni siquiera se desplegó. El encargado de eso presintió que no iba a aparecer en todo el partido. 

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Lo que nos hace falta es un Mascherano. Un jugador fuerte, con personalidad, que le mete los kilos al que sea y que juega práctico. Sin moverse, sin desgastarse en una tarde en la que se esperaba lluvia pero que estuvo fresca, el jefecito no tuvo que hacer largos recorridos para poner a Mejia y Torres a correr detrás del balón. Crack de cracks Mascherano.

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Ahora se nos viene el puntero, Ecuador. Con puntaje perfecto y aire en la camiseta.

Igual, para que ir a Rusia si Europa se está más bien peligroso. 

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