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“Septiembre es el cuarto de hora del jazz” Redil Cuarteto

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Por: Jenny Cifuente @Jenny_Cifu

El jazz en Colombia es efervescente y se desborda esquivando el esnobismo con  una corriente  empujada por decenas de creadores hiperactivos. Los jazzeros no paran, se expanden, mutan. Aunque el talento es mucho y la alharaca poca, el jazz nacional toma riesgos con un latente tráfico de estilos que se plasman en continuos registros buscando además ser  visible y resonar todo el año.  Este mes  grandes encuentros jazzísticos en el país ponen al jazz en primer plano. En el desfile de instrumentistas duros que el público podrá escuchar en tarima está Redil Cuarteto una banda armada en Bogotá que inauguró el Festival Internacional de Jazz del Teatro Libre y hará también una aparición en la fiesta oficial del Festival Jazz Al Parque (sea uno de nuestros invitados a la fiesta haciendoCLIC aquí). Redil Cuarteto resuena con dos discos: La Rana (2012) del que se desprendió un EP con reinterpretaciones de algunos de sus cortes, titulado Squetches of La Rana del mismo año, y El Canto del Búho (2013) lanzado en el Festival Internacional del Folklore de Buenos Aires al que fueron invitados.

Hablamos con Adrián Sabogal cerebro, director del grupo y compositor de sus temas. 

Cuéntenos un poco sobre  el recorrido del grupo

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Estamos trabajando desde finales de 2010. La Rana, nuestro primer álbum, se publicó con una formación diferente a la actual. Luego de que varios músicos que estaban en la banda al inicio viajaran,  decidí llamar a Pacho Dávila y a Urián Sarmiento a quienes  con mucha admiración siempre vi del otro lado de la tarima, los busqué porque son expertos en lo que yo quería hacer  y de una accedieron a tocar mi música, con ellos grabamos un par de temas para un disco de compositores javerianos. Después Pacho tomó su camino y el grupo grabó su segundo disco El Canto del Búho.  En la actualidad somos Urián Sarmiento en la batería, Santiago Botero en el contrabajo,  Juan Ignacio Arbaiza en la flauta y saxofón y yo en la marimba de chonta y la guitarra eléctrica. 

¿Qué sonidos convergen en Redil?
Sonidos de la tradición colombiana, música del sur del pacífico - que es la de marimba -, gaitas del caribe, ritmos de la india etc.  Urián Sarmiento es un gran investigador de tales expresiones sonoras, Juan Ignacio también se ha adentrado en la investigación sobre las gaitas,  Santiago está muy involucrado con la música improvisada y la corriente contemporánea,  y yo estudie jazz. Mis composiciones son algo así como templar ese lienzo y ahí van saliendo pinceladas de todo ese tipo de música. 

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¿Ustedes pueden vivir de tocar jazz?

Tengo la idea de que sí. En este momento somos uno de los proyectos, por fortuna, más fructíferos en ese sentido, sin embargo el grupo todavía no nos da para vivir exclusivamente de él. Alternamos con otras actividades como la grabación, dar clases, tocar en otras bandas etc. En la actualidad estamos buscando internacionalizar el proyecto, no irnos del país,  sino trabajar desde acá, poder girar, y encontrar espacios donde converge el jazz en otros lugares.  Un ejemplo de que el jazz puede producir mucho dinero  es el Festival Internacional de Jazz de Montreal  uno de los festivales más grandes del mundo, que reúne miles de personas para escuchar jazz exclusivamente.  Eso quiere decir que el jazz  mueve plata pero hay que buscar los circuitos adecuados, las agencias que se encargan de programar este tipo de grupos, encontrar los mercados adecuados aquí en Colombia y en otros países. 

¿Cómo ve que aquí, septiembre sea “el mes del jazz”?

En Colombia tenemos este mes del jazz y se podría decir que septiembre es nuestro cuarto de hora, porque desaparecemos el resto del año del panorama.  Aquí existen plataformas como los festivales de jazz y de música del mundo, casi todos ubicados en septiembre, es la única temporada en la que tenemos mucha visibilidad ante el público que no conoce esta música y luego de que finaliza quedamos borrados del mapa. 

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¿Qué le hace falta al jazz local para que no sólo se despliegue en septiembre?

Hay algo de lo que siempre se ha hablado entre los grupos de jazz y es la formación de públicos  que inicia desde que a la gente le llega la información de la realización de un concierto y tiene la posibilidad de acceder a él, porque los shows  generalmente se hacen miércoles o jueves en la noche y quizá al público por ubicación u horario de trabajo le es difícil llegar.  Es importante reconocer que IDARTES y el Distrito han hecho un esfuerzo relevante para destacar nuestro trabajo, pero creo que esa inversión gigantesca que se hace en este mes de  septiembre se podría reducir en alguna porción y empezar a activar espacios un poco más constantes en los que el jazz circule, y promover los eventos en redes y en más medios, lo que ayudaría para seguir haciendo conciertos y grabando discos. Con respecto a la audiencia en Bogotá, la gente debe seguir acudiendo de forma constante a los espacios pequeños que programan jazz y que funcionan todo el año. 

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¿Como cuáles?

Como Matik, Matik, Locus Espacio Creativo, San Café, Trementina Artes, La Hamburguesería o  El Bolón  de verde.

¿Qué eventos masivos tiene el país para el público jazzero?

Básicamente el Circuito de jazz Colombia: Jazz Al Parque y el Festival Internacional de Jazz del Teatro Libre en Bogotá, Barranquijazz en Barranquilla, Medejazz en Medellín, Ajazzgo en Cali, Pasto Jazz en Pasto. Y otros emergentes como el Festival de Jazz en Cartagena Voces del Jazz, y el Festival de Mompox en el que la programación no es tan jazzística.

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Cuénteme sobre la manufactura de sus discos y la distribución

Los álbumes los hacemos con nuestro capital. Creo que las cadenas de distribución tienen ciertos limitantes pero contamos con la ayuda de Tango Discos y Tornamesa que siempre reciben los discos para ofrecerlos a los comparadores así no tengan un código de barras o sean independientes, porque generalmente los sellos o las tiendas de discos acogen un álbum para distribuirlo únicamente cuando tienen el código de barras que es como la tarjeta de identidad del disco, un número que identifica el producto,  y a nosotros como independientes muchas veces no nos interesa hacer ese tipo de gestión.  El código de barras no es muy costoso pero uno se enfoca en otras cosas, como que el arte quede acorde con nuestro sonido etc., también sabemos que a veces esas disqueras o casas de venta de discos no  van a recibir el álbum así tenga código, por no ser un trabajo de música comercial, porque  es difícil su salida y circulación. 

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¿Cuánto les cuesta hacer un disco?

Aproximadamente 5 millones en grabación, mezcla y masterización y 2 millones de impresión. 

¿Cuántas copias hacen por disco? 

500  o 1000. Lo usual son 500.

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Y ¿venden las 500?

Sí, se logra recuperar la inversión paso a paso, muy lentamente. Para nosotros y para cualquiera que no cuente con una plataforma gigante, grabar un disco en este tiempo no es un negocio, es sólo una carta de presentación, algo que nos va a poner en la posición de poder conseguir conciertos, giras, hacer prensa y movilizar las cosas. 

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¿En qué otras plataformas mueven sus canciones?

Estamos en Spotify, Amazon, Itunes, y en las redes sociales. En realidad somos de los pocos juiciosos en este círculo que lo hacen. Los medios digitales son nuestra gran herramienta, nos han dado más fuerza. 

¿Cómo percibe el jazz actual colombiano?

Hay una gran explosión de creatividad y nuevas propuestas.  Grupos de una nueva oleada como Bituin, Suricato o Raquel, entre otros. Colombia es de los países en los que hay proyectos con nuevas propuestas. Al país han llegado oyentes de lugares   en los que se ha hecho jazz desde hace muchas décadas como Argentina o Estados Unidos y oyen cosas diferentes, innovadoras. De pronto nosotros no tenemos el mismo nivel y quizá no todos tenemos interés en hacer jazz norteamericano, pero en el sentido de improvisación hay una gran baraja de propuestas de alta calidad. Cabe escarbar en el trabajo de colectivos como La Distritofónica, Sonalero o Festina Lente para oír que hoy se produce  una variedad de sonidos que pueden ir desde el noise, cosas extremas contemporáneas, hasta música tradicional, fusión y encuentros de maestros con grupos urbanos. 

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Cíteme sus cinco discos básicos del jazz nacional

Canto Mestizo de Pacho Dávila, Orígenes de Toño Arnedo, Pura Chonta de Bahía Trío, Danta de Juan Manuel Toro, y El Bunde Nebuloso de Juan Sebastián Monsalve. 

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Algo que quiera decir a los lectores de Shock?

Que no crean que no les gusta el jazz sólo por haber oído una pieza con la que no se engancharon, porque en el jazz existen muchos géneros y propuestas diversas. Siempre que escuchen jazz denle una segunda oportunidad y les aseguro que van a  encontrar algo de su gusto.  

 

 

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