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Sobre traiciones y mujeres enfermas en redes sociales

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Hay que entender que nadie le pertenece a otro por siempre. 

Por: Paula Andrea Ardila @acidodivino // Foto: iStock

Twitter y Facebook están llenos de indirectas de algunas mujeres dedicadas a espantar a otras mujeres para que no se les acerquen a sus conquistas; así como lo hacen los perros orinando cada esquina para delimitar su zona y prohibir el ingreso de otros caninos. De la misma manera, algunas mujeres que son víctimas de sus inseguridades publican en sus estados  de Facebook que su “novio” ya está comprometido y que todas las “busconas,” por favor se abstengan de entrar en contacto con él y despejen el territorio.

¿Qué pretenden? ¿Que la otra persona mágicamente cambie de parecer porque cogiste Facebook de cuaderno de confesiones y escribiste “Es mío, ya lo lamí!!”?

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Lo que causa más curiosidad de todo esto, es que la columna vertebral de nuestros miedos siempre tiene un origen en “ellas”. “Ellas” son las “busconas regaladas” que nos hacen poner más dramáticas que Rosa de Guadalupe y que consiguen que aflore lo peor de uno. Así que si la vieja es flaca, entonces es una 3F Fea, flaca y fufurufa, si es gorda, cada vez que se pone tacones abre un pozo petrolero, si es bonita es porque carga encima más cirugías que Frankenstein.

Bajo la premisa “Es que se le metió hasta por los ojos” nos ensañamos en ofensas como si “ellas” finalmente los obligaran a “ellos” a la infidelidad, como si les ataran las manos a la cabecera de la cama (bueno esto sí, después de ellos aceptar) o les pusieran un revolver en la cabeza… Pero… ¿acaso es que se les paraliza la voluntad a los hombres? ¿Desde cuándo ellos reciben y ejecutan órdenes sin oposición como crías ciegas e indefensas?

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Si ellos fueron infieles es porque quisieron, pudieron y no les dio miedo. Dejemos de victimizarlos, justificarlos y contemplarlos como unos peluchitos y reconozcamos que puede ser que el novio de turno haya nacido con vocación de vagabundo y sin el gen “No, gracias tengo novia”.

Entiendo que nadie quiere ser cachoneado. Andar con tusa es como tener gripa y diarrea al mismo tiempo, pero no por eso uno debe andar por la vida sufriendo porque otras mujeres habitan el planeta tierra y desbordándonos en prosa de adjetivos descalificativos porque están más buenas que uno.

Hay que entender que nadie le pertenece a otro por siempre. Que el amor es un contrato libre y espontáneo y que la decisión de estar juntos debe renovarse una y otra vez mientras los dos quieran que así sea.

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