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Vaginas en el arte

Frutas, telas, impresiones en metal y vírgenes reinventadas como vaginas por artistas locales

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Ellas son artistas bogotanas que hacen de las vaginas una provocación obsesa, una herramienta para reivindicar el cuerpo de la mujer o una crítica a las paradojas del arte feminista.

Por Fabián Páez @Davidchaka // Fotos: Santiago Acosta y Daniel Álvarez

En 1940 un grupo conocido como las Damas de la Liga de la Decencia, junto con con el empujón político del político conservador Laureano Gómez, hicieron que se cerrara la exposición  en el Teatro Colón de la artista paisa Débora Arango. Por casi medio siglo, las pinturas de prostitutas, mendigos y políticos corruptos que ella hizo fueron invisibilizadas en el mundo del arte. Un acto de censura bastante paradójico, porque si hay algo que no le falta a estas tierras son prostitutas, mendigos y políticos corruptos. Eran otras épocas. En las que además de haber ligas de la decencia con deseos reprimidos, era algo subversivo que las mujeres tuvieran reconocimiento en el arte.

Ahora, a pesar de los nuevos laureanos en forma de procurador, parece que las cosas son diferentes. El arte contemporáneo de alguna forma se encargó de transgredir muchos límites y la censura en este campo puede ser más sutil. O bueno, no siempre. Hace dos años hubo un alboroto en el Museo Santa clara de Bogotá con la exposición ‘Mujer en custodia’, de María Eugenia Trujillo. En ella, la artista intervino una serie de relicarios y custodias para ubicar en medio unas vaginas bordadas. Aunque la exhibición de la obra estaba protegida por la constitución, hubo una cruzada con amenazas jurídicas en su contra, liderada por sectores conservadores y religiosos. Entre ellos, Voto Católico.

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Esas manifestaciones de mujeres que hacen obras artísticas como respuesta a la prohibición, a la inequidad de género y al radicalismo religioso hoy son constantes. Son el eco de la censura que no termina. Y son poderosas para cuestionar a quienes parecieran seguir portando las banderas de la Liga de la Decencia. Incluso, pueden ser poderosas para cuestionar las mismas paradojas del arte feminista.

Estas son tres instalaciones hechas por jóvenes bogotanas que replican ese sello feminista desde diferentes técnicas. Son fotos, comida, metales y vírgenes. Y como la obra de María Eugenia Trujillo son vaginas, pero que despiertan otras reacciones. 

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Pulpa- Carolina Iannini 

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