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Viña del Mar: Yo ya canté en la Quinta Vergara

El exvocalista de Wamba y dueño de su nuevo proyecto solista Salo, Camilo Salazar, cuenta qué es cantar en el Festival de Viña del Mar, teniendo 9 años.

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El exvocalista de Wamba y dueño de su nuevo proyecto solista Salo, Camilo Salazar, cuenta qué es cantar en el Festival de Viña del Mar, teniendo 9 años de edad. 

Por: Camilo Salazar “Salo”

En 1998 yo era un niño de 9 años que ya llevaba 4 estudiando en La Escala, una de las academias más reconocidas en Colombia por su método para formar niños y jóvenes en el camino de la música. Para entonces era tenor del coro juvenil, que por esos días estaba preparando su primera gira por Suramérica, la cual incluía presentaciones en Brasil, Argentina y Chile. 
 
Durante la gira todos los niños del coro nos alejamos de nuestras casas para vivir una experiencia indescriptible que marcaría nuestra vida para siempre. Por un mes completo respiraríamos música las 24 horas del día y nos presentaríamos en los festivales más importantes de Suramérica. Yo, además, compartiría con mis hermanos, mis grandes amigos del coro y un grupo de niños de todo el mundo que ni siquiera sabían decir “hola” en español pero que tenían mucho para enseñar. Además, visitaría lugares que jamás había imaginado conocer a esa edad.
 
Prometía ser una experiencia inolvidable; ¿qué tanto podía influir ese viaje en los sueños de un niño de 9 años?
 
Luego de fantasear por un tiempo finalmente llegó el gran día. Viajé con mis dos hermanos. Todavía recuerdo con agradecimiento e inmenso cariño el enorme esfuerzo que mis padres tuvieron que hacer para enviarnos a todos a ese viaje, porque la experiencia que vivimos después de subir a ese avión que salía de Bogotá fue realmente inolvidable.
 
En septiembre, luego de haber recorrido durante 23 días ciudades como Porto Alegre, Río de Janeiro y Buenos Aires, nos dirigimos a Chile, donde terminaría la gira. Visitamos Santiago, una ciudad con una mística tremenda, luego tuvimos una presentación en la colorida ciudad de Valparaíso y cerramos nuestra gira en la mágica ciudad de Viña del Mar, uno de los destinos que más anhelábamos visitar por ser el lugar en donde cada años se realiza el festival de música más importante de Latinoamérica.
 
El paso por Viña fue inolvidable. No solo porque culminamos la gira del grupo coral, sino porque luego de nuestra última presentación, la directora del coro María Beatriz Giraldo de Calle “La Bata”, a quien considero mi gran maestra de la música, nos llevó a recorrer la ciudad. Un infaltable durante el recorrido fue el lugar que desde 1961 había albergado a los grandes artistas de la música popular y folclórica. ¡La concha acústica de la Quinta Vergara!

Allá, parados en el escenario vacío, La Bata nos hizo cantar algunas canciones.  En ese momento miré las graderías enormes de aquel lugar y a mis nueve años logré imaginarme lo que podría ser algún día estar cantando ahí mismo, con el teatro repleto, en pleno festival de Viña del Mar. Entonces me hice una promesa que aún hoy, 17 años después, recuerdo como si hubiera sido ayer: “Algún día voy a ser un artista y estaré aquí parado, cantándole al mundo”.
 
Mientras escribo esto, sentado en mi apartamento en el D.F. en México, se me estremece todo el cuerpo al pensar que 17 años después de aquel juramento voy a cumplir mi promesa. Será pocos días después del día de mi cumpleaños –gran regalo, ¿no?–. Después de un largo camino de preparación estaré representando a todo mi hermoso país en Viña del Mar con mi proyecto como solista y con la canción Noche de bodas que compuse junto a Efra Ardila y Andrés Torres.
 
Hoy le agradezco infinitamente a Dios por darme la oportunidad de vivir esta gran experiencia. Independientemente del resultado, le agradezco a la vida por sorprenderme de formas tan inimaginables como esta. Toda esta experiencia me recuerda que el poder de la palabra, la firme declaración de nuestros sueños y el trabajo para cumplirlos siempre nos llevarán a hacerlos realidad.
 
¡Vamos por la Gaviota de Plata!

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