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Festival Corona Capital (día 2): ¡Rayos y centellas, manito!

¡RAYOS Y CENTELLAS, MANITO! DÍA 2 DEL CORONA CAPITAL
Por Mayra Hernández.
Foto por Andrés Alvarado @Alvarado_foto

¡Del charco nacimos y al charco volvemos! Con este cántico sacado como de una ceremonia budista pero con un twist, podríamos decir, de vanguardia, caminó el público del Festival Corona Capital a las dos de la mañana de vuelta a sus hogares. Es difícil que entienda la situación con el lodo a menos que haya estado allá, pero trataré de explicárselo: una fiesta de puta madre en un humedal tan grande como un velódromo. 

Esta vez la lluvia no perdonó la tarde y durante dos horas no se detuvo. Caminar de un escenario a otro fue una verdadera carrera de obstáculos y un desafío para la creatividad. Los asistentes con más suerte, es decir los que tenían en sus casas un par de botas machita, la pasaron de maravilla. Para ellos toda la escena fue un parque de diversiones, donde podían hundir el pie hasta lo más profundo del charco más grande con total libertad. Los demás… se vieron en la necesidad de usar bolsas de basura, cinta como para embalar todo el equipaje de Paris Hilton y no faltaron los que les valió madres. Ellos son los verdaderos protagonistas, los que salvaron el espíritu del Festival, los héroes de los pies sucios, que a propósito fueron muchos más que el sábado.   

Fue una dicha ver tantas formas de resistirse a la lluvia. Parejitas con overoles industriales color amarillo cubiertos de pies a cabeza. Bolsas negras cortadas a los lados simulando una camisa, abrigos, impermeables de Batman con orejitas y todo, botas de cuero y de plástico de caña alta todas unas gemas. Claro, no faltaron las lindas asistentes que le sacaron el dedo del medio al clima. Vestidos cortos y shorts casi invisibles con converse blancos o baletas (¿baletas en un concierto?), pelos sueltos, largos y mucha actividad psicoactiva. 

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Cerca de las 6:30 pm, como si no hubiera caído una sola gota se aclaró el cielo mexicano dejando entrever el sol del atardecer. Un momento único que además de revelar lo inmundo que estábamos todos (y todo), inyectó la energía suficiente para continuar con las molestias. Amigos organizadores de los festivales, es evidente que existe la oportunidad de que llueva a menos de que se encuentre en un desierto o esté en un lugar de estaciones. Pero si se encuentra en Latinoamérica ese chance SIEMPRE está latente. ¿Qué tal si piensan en techar los caminos de un stage a otro? ¿Qué les parecería, al menos, cubrir esos caminos con tablas, plásticos, lo que a ustedes les salga más barato? ¿Les suena la idea de carpas un poquito más grandes? Se los dejo en el radar a propósito del SOMA y el Estéreo Picnic en Bogotá. ¿Quieren más gente? ¿Quieren buena prensa? Simple, pónganse en los zapatos mojados de la gente.

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