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El rap mestizo de los hijos de la diáspora colombiana en Estados Unidos

Primo Profit, junto con Crimeapple y RLX, forman un equipo de hijos de colombianos que destacan en la escena underground del rap norteamericano

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Fotos: Joshua Scott.

Primo Profit, Crimeapple y RLX son unos de tantos hijos de la diáspora colombiana en Estados Unidos. También son representantes de una nueva ola de rap mestizo que significó una vuelta de tuerca en la perspectiva creativa: ya no recibe desde afuera a lo que se hace en la cuna del género, sino que produce desde Estados Unidos con la mira puesta en la tierra de sus padres.

Por Santiago Cembrano // @scembrano – Fotos: Joshua Scott.

“I’m at the parque, con mi abuelo, sippin’ ron añejo. Dándome consejos. He told me life ain’t all about dinero”, rapea Primo Profit en Historia. Primo nació en Boston, Massachusetts, en 1991, pero se crio conectado con Colombia, donde nacieron sus padres. “Crecí con todas las costumbres colombianas, las raíces siempre estaban ahí: todos los días desayunando arepa con quesito. En la casa mía se habla solo español”, recuerda. Ese mestizaje cultural está presente en su rap, que avanza en inglés, pero con suficientes palabras en español y referencias a Medellín y Colombia para dejar clara su herencia.

Primo Profit, junto con Crimeapple y RLX, forman un equipo de hijos de colombianos que destacan en la escena underground del rap de Estados Unidos. En la historia del rap los latinos siempre han jugado un rol importante. Desde Norte América se ha mirado constantemente hacia América Latina tanto en la los beats (son comunes los samples de música para planchar en muchas canciones de rap) como en sus letras (además de que el principal colectivo del rap hoy por hoy se llame Griselda y de que Narcos haya inspirado varios temas, Nas ya se apodaba Nas Escobar desde los 90). En este contexto, Primo Profit, Crimeapple y RLX mantienen vivo el vínculo con Colombia y se expresan desde esa dualidad cultural, como lo hacen tantos inmigrantes de segunda generación.

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La voz del Primo Profit te coge por el cuello y no te deja mirar hacia otro lado, como un gruñido imponente. Rapea lento, poniendo peso en cada palabra, dejando claro su mensaje. Locksmith (2017), Colombian Export (2018), El Dorado (2019) y Callejero Vagabundo (2020) conforman su discografía. Entre extractos de diálogos colombianos, el Primo relata negocios clandestinos en esquinas y desenmascara farsantes que riman sobre historias que él sí ha vivido. Sus rapeos agresivos y sucios a veces contrastan bellamente con los loops sobre los que rapea, o potencian la oscuridad de los beats si es el caso.

“El cucho mío, que es de Andes (Antioquia) se vino en los 80. Ese marica fue a Bogotá a pedir la visa con papeles falsos y lo encanaron y no le dieron la visa. Cuando salió le dijeron “nunca vuelva acá que nunca le vamos a dar la visa”. Y él les dijo “¿No? Ah bueno, ese hijueputa hueco es muy grande”. El marica se fue por el hueco y llegó a New Jersey. Luego se devolvió a Colombia, se casó con mi mamá, de Medellín, y se la trajo a ella por el hueco; por México, pues. Fueron tan de buenas que a los 6 meses de llegar con mi mamá les dieron la residencia. En Boston como que estaban pagando un poquito mejor y tenía más conocidos, entonces arrancaron para acá y nací yo”, cuenta Primo Profit. Alrededor de 1 millón de colombianos viven en Estados Unidos, contando el caso de gente como el Primo, que nació allá de padres colombianos. Buena parte de esa diáspora llegó a Estados Unidos entre los 80 y 90. Así como él, hoy hay miles de hijos de colombianos que, aún sin haber nacido en Colombia, reafirman su identidad y mantienen vivo ese vínculo desde lejos.

Creció en un barrio de East Boston en el que la mayoría de las personas eran de Antioquia y, además, había varios primos y tíos a su alrededor, e incluso en su casa, en la que vivían hasta 11 personas. Por eso creció entre telenovelas y música de diciembre, además de buñuelos, chorizos y butifarras que podía comprar en tiendas indias a las 5 de la mañana. Bautizó a esa zona Medebean, por la fusión entre Beantown (Boston) y Medellín. Desde ese lugar empezó a rapear cuando estaba en high school. “Eso fue por un casposo que estaba rapeando, y mantenía mintiendo. Era mero actor esa gonorrea, estaba en mera película. Entonces yo dije no, la chimba, si este man lo puede hacer, yo también. Yo empecé haciéndole una tiradera a esa gonorrea, y desde eso empecé a rapear”, explica.

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Ya era Primo en ese entonces, por la costumbre latina de presentar a sus amigos como primos. “Yo siempre decía que los parceros míos eran primos ¿me entiende? Entonces me dejaron ‘Primo’. Ya Profit vino cuando empecé a rapear”. Sacó sus primeros trabajos hacia 2011 y 2012, aunque resalta que en esa época no lo hacía tan bien e incluso paró por cinco años y luego inició de nuevo, con el progreso y la mejora que trajeron los años y el trabajo.

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El Primo conoció a Crimeapple en persona (ya se habían seguido virtualmente) en Nueva York cuando fue con Juan Sinatra, productor de The Colombians. Después, recuerda Primo, invitó a Crime a la grabación de un video: “Él cayó solo, parchó con nosotros ahí todo el día. Desde ahí re parceros”. Así también lo recuerda Crimeapple: “Mi plan era ir un rato, y terminé quedándome todo el día. Me cayó muy bien, ni siquiera fue sobre la música luego de eso”.

Crimeapple nació en New Jersey, hijo de padres de Medellín que habían llegado a Estados Unidos buscando más oportunidades en la vida. “Mi madre biológica es mitad estadounidense, pero no me crio. Cuando hablo de mis padres hablo de la gente que me crio”, aclara. Creció en una casa muy colombiana, dice, tanto en la comida, la música y las tradiciones; aun así, sus hermanos mayores fueron introduciendo el hip hop a su vida. Su barrio era predominantemente negro y latino, pero sus padres se encargaron de que se mantuviera conectado con su ascendencia colombiana.

Aunque ya rapeaba por diversión, “fue en 2017 cuando me puse serio y empecé a ser más inteligente respecto a mi carrera”, cuenta. Precisamente en 2017 publicó Metralleta, al que le han seguido trabajos como Aguardiente (2018), Medallo (2019) y Jaguar On Palisade (2020). Crimeapple rapea atravesando el beat y llenando cada espacio de palabras, con las que describe escenas y detalles que son a la vez rugosas y atractivas. “Feeling like I’m some kind of high-end designer, this shit ain’t for everybody, papá. Lo que yo hago eso es de marca. No me compares con un rapero que no se lava el culo”, rapea en Garfield. También son frecuentes sus referencias a comida y las remembranzas de palabras de sus padres, y ambas muchas veces van de la mano: “Papi dijo cuidado con payasos y pendejos. Desayuno huevos revueltos y arepa con queso”, escupe en Lax, una colaboración para el disco del fotógrafo 1000 Words.

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En marzo de 2019, Crimeapple y Primo Profit viajaron a Medellín con DJ Muggs, leyenda del rap y productor de Cypress Hill, con quien Crime hizo su disco Medallo. Se presentaron en un toque junto con No Rules Clan. Días después, el Primo estaba en San Javier, en la Comuna 13, y escuchó ¡Yo, Primo! Volteó y un hombre al que no conocía le dijo que él también era de Massachusetts y que seguía su música: era RLX. “Me dijo ‘yo, respect. I fuck with your shit’. No me dijo nada de que él rapeaba, de que hacía pistas. Eso fue lo que más me gustó. Cuando me siguió en las redes, pillé que tenía un link de Soundcloud y lo escuché y ‘wow, este pelao’ es increíble’. Y desde ahí ese marica empezó a camellar con nosotros, es parte del equipo”, recuerda el Primo. “Yo estaba con mi novia y un primo ahí en San Javier, en la Comuna 13. Mi novia me dijo que se veía familiar y cuando vi su rata (peinado), supe que era él. El día anterior había estado escuchando su música. Luego, me llamó para que conociera a Crime, entonces llegué a New Jersey. Fumamos y escuchamos música en el estudio de DJ Brown y desde ahí se construyó un vínculo fuerte”, recuerda RLX, MC de 23 años.

“Lo loco es que yo había visto eso pasar un año antes: sabía que los iba a conocer y hacer música con ellos. Desde antes de que pasara, sabía que íbamos a construir una gran fuerza”, confiesa RLX. Cuando conoció la música de Crimeapple y Primo Profit se dio cuenta de que estaban cortados con la misma tijera. Supo que eran colombianos, pero lo que le importó es que eran buenos. “Cuando vi que eran brutales y auténticos, su música resonó en mí a un nivel distinto: las cosas de las que hablan, el arte de sus trabajos, la cultura y sus lecciones me hicieron amar su música. Muestran todo lo que los colombianos tienen por dar, más allá del cliché de Pablo Escobar”, explica.

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La madre de RLX nació en Medellín y, junto con su abuela, llegaron a Estados Unidos a finales de los 70 luego de tomar un avión a Panamá, de ahí un bote a Nassau (Bahamas), un avión para seis personas pero con 17 pasajeros con una puerta rota a Bimini (Bahamas) y, finalmente, un bote a Miami. Luego fue a Boston y, finalmente, a Lawrence, donde conoció al padre de RLX, un inmigrante puertorriqueño de segunda generación nacido en Bristol, Connecticut. En Lawrence nació RLX. Nació sordo y para el momento que pudo escuchar y hablar los doctores recomendaron que solo le hablaran en un idioma, por lo que no aprendió bien español de niño. “Visité Colombia frecuentemente mientras crecía, y siempre he tenido una gran conexión con el país. Crecí siendo el único colombiano de mi zona, pero estar alrededor de mi familia mantuvo la cultura fuerte en mi corazón”, afirma.

Su padre lo crio a él y sus hermanos escuchando a Wu-Tang y más rap, por lo que el género siempre le llamó la atención. Desde los 8 años fue cercano al rap, al graffiti y al breakdance. Siempre estuvo interesado en el arte, pero solo hasta que creció y fue adulto entendió cómo expresarse efectivamente y con claridad, y a tomarse el rap en serio. Además de colaboraciones y de su labor como beatmaker, DALÍ (2020), producido por MichaelAngelo, puede entenderse como su primer disco. Sin exaltarse, rapea con fuerza y precisión –como practicando un arte marcial– soltando máximas sobre la vida y cómo la entiende, dejando su filosofía clara. “I need a Benz, not a friend. This is real life, we don’t pretend”, rapea en Beammin; “Always making sure the energy is right when I slice through”, en Mantecilla.

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Aunque los nombres de los álbumes y las canciones y su contenido (como En Vivo Desde Manrique, Villa Hermosa) dejan claro el linaje de Crimeapple, para él, sin embargo, estos títulos no son “para mostrar una parte de mi identidad, sino más presentar la mejor descripción quién soy y de mi experiencia como humano”. Primo Profit, a su vez, cuenta que siempre tuvo clara que su identidad colombiana haría parte de su música, porque eso era lo que había en su casa, en su vida: “En mi casa se habla español, y yo tiro palabras en español porque a la hora de rapear trato de ser yo lo más posible. Si usted se parcha conmigo y mis parceros, nos escucha hablando spanglish, y es natural. Así me sale el rap”.

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Les importa representar a Colombia y demuestran su identidad mestiza con orgullo, pero no es lo colombiano lo que guía su propósito en la música o su unión entre los tres. “Mi parte colombiana es importante. Me enorgullece ser colombiano, creo que hay magia en nuestra sangre. Mis raíces colombianas me han dado confianza y fuerza de voluntad, pero que ellos sean colombianos no es la razón por la que trabajamos juntos”, señala RLX.

Primo lo secunda: su unión no tiene que ser con ser colombianos, podrían ser de otro país, sino con su personalidad y talento. “Antes de camellar nos conocimos como amigos primero. Obviamente, la parte de ser colombianos es un plus. Fue también lo que nos puso a poner atención cuando primero nos descubrimos. ‘A ver qué está haciendo este parcero’. Primero es la persona. Acá hay mucho rapero colombiano también, y no es que vamos a empujar a todos y ser amigo de todos. Antes de camellar cualquier cosa, parchamos un millón de veces como gente normal. Eso fue algo muy importante”, plantea. Para Crimeapple, “la clave es que todos somos amigos de verdad, hemos pasado tiempo en Colombia y otras partes del mundo juntos y respetamos nuestros talentos. Admiro a Primo y RLX como personas y como raperos. Como equipo ni siquiera hemos empezado de verdad, lo mejor está por venir”.

El vínculo de RLX, Primo Profit y Crimeapple con Colombia no estaría completo si no visitaran el país y se conectaran con el rap local. Primo ha venido desde que era niño, pero conoció el rap de Medellín hacia 2009 cuando visitó a un amigo de Boston que había sido deportado. Mientras el rap de Estados Unidos se inclinaba hacia ritmos para bailar que salían del sur, en Medellín se encontró con una cultura viva y vibrante en varias esquinas, como lo había vivido en Boston en los 90. Así también conoció a figuras que considera leyendas del rap de Medellín como Kiño, Caña Brava y la Clika. Luego conoció a No Rules Clan, para los que manifiesta amor y respeto. RLX dice que venir a Colombia significa todo para él, por la escena de rap, graffiti, breakdance y por artistas como No Rules Clan, DJH, AvenRec y más. Algunos de los videos recientes de Crimeapple, Primo Profit y RLX han sido grabados por Media Systems Company, de Medellín, la misma productora que se encarga de la mayoría de los videos de grupos como No Rules Clan. En diciembre de 2019, Primo Profit y Crimeapple se presentaron en El Ritual Fest, junto con Alcolirykoz, No Rules Clan, Luis7Lunes y Laberinto ELC. Ese contexto de rap colombiano hace que vuelvan con orgullo a Estados Unidos, “porque el rap está muy vivo en mis raíces, en the motherland”, afirma Primo.

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A veces pensamos la identidad como algo preestablecido, pero, aunque existe un contexto, depende mucho de las elecciones y decisiones. Crimeapple, Primo Profit y RLX podrían quedarse en New Jersey, Boston y Lawrence. Podrían ignorar su contexto colombiano y simplemente representar sus ciudades o sus barrios. Podrían no venir a Colombia. El poder de su identidad colombiana está, precisamente, en que deciden representar el país en el que nacieron sus padres, deciden mantener el vínculo vivo, deciden retornar a Colombia a mostrar su música, deciden ser colombianos. No es tampoco una afiliación irreflexiva que acabe en llamarse “colombianos”, o en plantear a Colombia como el fin último de su música. A pesar de eso, el retorno físico y simbólico a Colombia se da también por el entorno en el que crecieron en el que la familia y los amigos podían recordarles de dónde venían, un origen que los marcó. Dentro de las comunidades cerradas de Estados Unidos, lo que el Primo llama Medebean es una comunidad que traza puentes con Colombia: el Primo, entonces, eligió cruzar ese puente.

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Dicho de otra forma, ¿qué es ser colombiano? ¿Solamente nacer en Colombia? En parte, sí; pero lo es también abrazar su cultura y representarla con cada rapeo a miles de kilómetros de distancia. Al final, dice RLX, es importante para él mostrar e iluminar su herencia, y la magia que hay ahí, a medida que cuenta también sus experiencias y su vida. “A pesar de que nací en otro lugar, es mi deber plantar semillas en mi madre patria y completar el círculo”, afirma. Hacia el futuro, Primo Profit, RLX y Crimeapple seguirán trabajando como equipo, junto con productores como Buck Dudley, Michaelangelo y Teyo, y DJ Brown. Hacen parte de una escena underground vibrante que, en la senda en la que han avanzado colectivos como Griselda Records, prioriza las barras y un sentimiento que muchos creían de otra época; también le dicen el Renacimiento. Y aunque, en este contexto, su música va mucho más allá de hablar de Colombia, es una raíz que no olvidan y que no se pierde. Basta con escuchar su música con atención, como lo que dice Primo Profit antes de rapear en Historia: “You see the bloodline. I know where the fuck we from: de la montaña de Antioquia. Medallo. Medebean shit”.

#LaMúsicaNosUne

 

 

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