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'Ancestras': Petrona Martínez y sus comadres ponen la semilla del folclor futuro en su nuevo disco

Petrona Martínez, la indiscutible reina del bullerengue, convocó a sus ancestras y a algunas de las mayores exponentes de la música afro-diaspórica a una rueda de bullerengue imperdible, en la que cabemos todos.

Petrona Martínez
Petrona Martinez
// Fotos: Cortesía Prensa Ximena Granados - Malabar Sound

Imagínese que un amigo le pide de regalo de cumpleaños que le organice una fiesta. Implicará algún lío logístico, pero en medio de todo es lograble, ¿no? Algo así le pasó al productor de Ancestras a la hora de realizar este disco. Eso sí, era más complicado que simplemente abrir un grupo de Whatsapp. En el episodio más reciente del podcast “99 beats por minuto”, Manuel García-Orozco, más conocido como Chaco, cuenta que le preguntó a Petrona Martínez cuál era su mayor sueño musical. “La reina”, de 82 años, respondió: hacer una rueda de bullerengue como la de mis ancestras.

Por Juan Diego Barrera | @balandro99 // Fotos: Cortesía Prensa Ximena Granados - Malabar Sound

El reto implicaba que la rueda debía estar compuesta por cantadoras contemporáneas a Martínez. Sin embargo, además de artistas como Ceferina Bánquez, son pocas o nulas las opciones de colegas bullerengueras de larga data que estén activas o vivas. Así, Chaco optó por una doble solución al problema.

De un lado, el proyecto Anónimas y Resilientes(2019) reunió a Petrona Martínez con cantadoras tradicionales de los diferentes caseríos de la región de los Montes de María.

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Así generaron un registro de tradiciones orales e intérpretes que resistieron al impacto de la violencia en el que fue a la vez un epicentro de la violencia paramilitar y un núcleo esencial para las mezclas musicales africanas e indígenas que originaron géneros como la cumbia o el vallenato.

De otro lado nace Ancestras, un disco que opta por buscar a esas colegas en toda la música afrodiaspórica y en disciplinas como la escritura o las artes plásticas.

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La rueda de bullerengue que compone el universo de este disco es la de una sola fiesta que busca servir de documento y de punto de encuentro entre mujeres afro que son las ancestras del futuro en sus diferentes regiones y géneros.

A su vez, como recalca García Orozco en diferentes entrevistas, el nombre del álbum también se debe a que estas mujeres son hijas de una larga sucesión de ancestras, que eventualmente confluyen en África, como los ritmos y tradiciones artísticas que ejecutan. Es ese vínculo el que las une, y el que permite un diálogo horizontal y orgánico con el bullerengue como centro. Incluso a pesar de que por la pandemia, la salud de Petrona y la distancia geográfica cada una haya tenido que grabar sus aportes por separado.

Una tercera acepción de su sentido conceptual está ya implícita en el conjunto total de la obra publicada de Martínez, y resurge en El Niño Roncón, la primera canción del disco: Ancestras es un tributo a las 16 mujeres cantadoras de la familia de Petrona, que escuchó y acompañó cantando desde antes de tener uso de razón. Este tema, como explica oralmente la propia Petrona, fue la primera canción que salió de su mente.

A través de él se dan tres encuentros. Primero, reúne a la matrona de Palenquito con Susana Baca, máxima exponente de la música afroperuana. Segundo, al orígen de su llamado al canto con el que podría ser el broche de oro de su carrera. Y tercero, a través de frases como “para Carmen Silva”, que era la bisabuela de Petrona, inscribe su obra en una historia de memoria matrilineal.

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De la misma manera se dan otros encuentros con mujeres afro que participan en cada canción, y cada canción es también un hilo que conecta presente con historia y tradición cultural afro. Fijémonos en algunos ejemplos.

Las canciones de Ancestras, el álbum de Petrona Martínez

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Bobby cuenta con la participación de Eryen Korath Ortíz, nombrada “reina de la marimba” en Buenaventura, y con la legendaria Nidia Góngora de Timbiquí, dibujando así ese corredor Caribe-Pacífico a través del cuál ha corrido la cultura afrocolombiana.

Petrona Martínez
Petrona Martínez
// Cortesía Prensa Ximena Granados - Malabar Sound

Ay mi gallina, con la cantante Angelique Kidjo (República de Benín), vincula los tambores del bullerengue con los sonidos del afrobeat del occidente de África, que es también el territorio donde muchos historiadores ubican la mayoría del secuestro colonial para venta de esclavos en América.

El piano de Dolores y Estefanía es una versión de uno de los temas más icónicos de la tradición Caribe colombiana, que ha sido interpretado, como se dice en esta versión, por artistas como el Joe Arroyo o el Magín Díaz. Pero además cuenta con la voz de la cubana Aymee Nuviola, en un tributo a Celia Cruz que se convierte en un estallido de son y reconoce el vínculo entre la música colombiana y la de la isla de Cuba.

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(Ni)ño Carabalí y La cantadora, son quizás las dos mezclas más inusuales en un disco de Petrona Martínez. Sin perder la esencia de la rueda de bullerengue, funcionan como esbozo de la relación entre Petrona y algunas músicas del norte, que llegaron a ella cuando en su juventud vivió en ciudades grandes como Cartagena, o cuando, ya en la vejez y a través del tardío reconocimiento mundial de su trabajo, giró por el mundo.

En la primera, canta junto al grupo neoyorquino Flor de Toloache en un híbrido entre bullerengue y la música de mariachis, como seguramente pudo sonar esa afición que según su hija Joselina Llerena tuvo por artistas como Pedro Infante, y que la llevaba a tararear sus canciones mientras recogía arena en los arroyos de Palenquito.

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En la segunda, Martínez se junta con la estadounidense Brianna Thomas para un sobrio, oscuro y dramático jazz, y las letras de ambas se intercalan para hablar de la creación musical como forma de vida y de resistencia para las comunidades negras del mundo.

La canción Compadre que a su comadre, una de las únicas que se limita a la interpretación de Petrona Martínez y su grupo, recrea un diálogo a raíz de un episodio en el que un hombre se sobrepasa con el cuerpo de una mujer. A través de la narración rechaza y se opone al acoso sexual a las mujeres.

Canciones como esta nos recuerdan que la música puede ser el escenario para estas discusiones, y que siempre lo ha sido, pues el bullerengue -como cuentan varias voces en este podcast de la Universidad de Córdoba- ha sido siempre un ejercicio artístico sobre lo cotidiano.

La canción Compadre que a su comadre, una de las únicas que se limita a la interpretación de Petrona Martínez y su grupo, recrea un diálogo a raíz de un episodio en el que un hombre se sobrepasa con el cuerpo de una mujer. A través de la narración rechaza y se opone al acoso sexual a las mujeres. Canciones como esta nos recuerdan que la música puede ser el escenario para estas discusiones, y que siempre lo ha sido, pues el bullerengue -como cuentan varias voces en este podcast de la Universidad de Córdoba- ha sido siempre un ejercicio artístico sobre lo cotidiano.

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En 18 cortes, Ancestras teje toda una red de vínculos entre ayer, hoy y mañana, entre Caribe y Pacífico y entre la tradición afro de Colombia y la de todo el mundo.

Es una red que además va más allá de la interpretación musical: intervienen en este disco escritoras feministas como Mónica Carrillo (cuya voz aparece en San Antonio de Pauda) u Ochy Curiel artistas visuales como Lido Pimienta (que aportó al arte anexo de la versión digital y física) o Isaura Ángulo e ingenieras de sonido de la talla de María Elisa Ayerbe, Soular, y María Triana (Miles Davis, Sting, Britney Spears, Bob Dylan). El resultado es un trabajo ambicioso, complejo y grandioso, que también invita a quien lo escucha a insertarse en la historia.

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Ese es su mayor éxito, y se nota a través del testimonio final de Petrona Martínez que su propósito central es lanzar una invitación, ejecutar un paso de antorcha.

Incluso desde el centro del país, este disco toca fibras y abre preguntas por la inscripción en una tradición familiar y grupal en medio de un mundo marcado por la individual y desprovisto de la lógica procesal, hereditaria, sanguínea, territorial.

En él veo una invitación a imaginar otro mundo posible. Uno en el que aprovechemos las herramientas digitales y la riqueza humana de nuestros antecesores para construir obras colectivas, en vez de continuar con un horizonte de vida limitado a la singularidad de la vida de cada uno.

Es probable que este sea uno de los últimos (si no el último) disco de Petrona Martínez, dada su avanzada edad y su estado de salud. Deteniéndose sobre ese hecho, y sobre todo el entramado de vínculos que propone, me pregunto con ella cómo continuará la tradición del bullerengue en un mundo tan tendiente a la homogeneización.

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Sin duda se trata de una de las piezas más interesantes de la música folclórica colombiana reciente. Creo que incluye la ya mencionada pregunta pero también los incentivos clave para su respuesta y para la construcción de una convicción política personal, para fijarse con más detenimiento en las tradiciones que han sido relegadas históricamente del mapa, pero que son tan ricas de historia, de baile y de vida. Es una invitación a bailar también en la rueda de bullerengue.

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