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El embrujo del Pacífico en el álbum Espíritu Balanta y Estrellas de Timbiquí

La dinastía Balanta, una poderosa familia musical de Timbiquí, presenta un álbum mágico que hay que oír.

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Mariana Reyes

Artistas de la dinastía Balanta, de gran relevancia  musical en el Pacífico colombiano, junto a otros talentos  de los sonidos de la región, presentan el disco Espíritu Balanta y Estrellas de Timbiquí, un álbum bellísimo, de cuidadosa factura, que marca un relevo generacional, y que suena como solo en Timbiquí lo saben hacer.

Por: Jenny Cifuentes // @Jenny_Cifu

Los Balanta afincados en Timbiquí (Cauca), llevan la música en la sangre. Durante siglos ha sido una necesidad vital. Ahora publican su nuevo disco Espíritu Balanta y Estrellas de Timbiquí, cargados de la herencia de un gigante árbol genealógico. Los Balanta están agarrados a la tradición de un pueblo con sonido particular en el que el canto, además de celebración, es una manera de oración, un rito de enlace con la naturaleza y expresión del día a día. En el álbum resuenan la marimba y el bombo, y plasman en composiciones de sus ancestros y de su inspiración fieles retratos del Pacífico. 

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Los mayores de este combo aprendieron viendo a sus padres, tíos o abuelos. Cuentan, que los grandes los llamaban a tocar en fiestas patronales mientras ellos, los niños, se les colgaban de las correas para ver cómo lo hacían.  Narran que en ese entonces ni por equivocación podían tocar el instrumento de sus viejos, pero inquietos ideaban los suyos: los de percusión, con una batea llena de agua y totumos boca abajo para golpear; o las flautas las hacían con el tallo del papayo. Así imitaban el toque de los adultos. Así se hicieron músicos. Su don fue heredado. No tuvieron maestros. Tampoco grabaciones de abuelos o bisabuelos porque quizá “antes no les daban el valor que se merecían y los medios no estaban disponibles”. Por eso recalcan la importancia de este álbum: “lo que nuestros viejos sabían no se va con ellos, se queda para las nuevas generaciones”.

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Espíritu Balanta y Estrellas de Timbiquí transmite la efervescencia de los sonidos timbiquireños, exhibe canciones con letras sobre el valor de lo simple y lo cotidiano, que muestran una poderosa cultura  que festeja y también protesta. Once músicos (algunos han hecho parte de agrupaciones como Socavón y Canalón, incluso uno de ellos, Diego Balanta participó en la película Siembra) tocan como si tuvieran mil brazos, cantan como poseídos por la selva y el río, y son guías en un viaje por la magia del Pacífico. Julián Gallo, productor del disco, se dio a la tarea de reunirlos, mostrar cómo resuena la tradición en la actualidad, y hacerla disponible para oídos jóvenes.

El disco se lanzó el 24 de mayo en el Teatro Colón de Bogotá en una presentación que resumió un robusto trabajo en equipo. La diseñadora pastusa Alejandra Ordóñez hizo el vestuario con telas de Malí, y rompiendo algunos esquemas de la tradición timbiquireña. Por su parte Carmen Gil se sumó como artista visual mezclando imágenes en vivo que habían sido captadas en Timbiquí en un viaje hecho con Julián Gallo, y que la agrupación supervisó. Este proceso colectivo en diferentes ramas logró una representación de esa cultura centenaria que es la del Pacífico y la marimba.

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ESPÍRITU BALANTA Y ESTRELLAS DE TIMBIQUÍ EN PALABRAS DE SU PRODUCTOR, JULIÁN GALLO

“A los Balanta los conocí en 2007 en un Petronio Álvarez a través de la cantadora Inés Granja. Por ella empecé a estar mucho en Timbiquí. Hice una primera grabación con ellos que se llamó Memoria Balanta en 2010, y a partir de la realización de ese disco se fue generando una confianza mutua.”

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“Marino Beltrán ha sido de los mejores marimberos del Pacífico, marimbero de todas las grabaciones del grupo Socavón, y personaje que influenció muchísimos ejecutores del instrumento en Colombia. Por gusto nunca salió de su región [lastimosamente fue asesinado el año pasado] y en el 2015 me invitó a tocar con ellos en el Festival Centro.

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Al año siguiente hice un primer intento de la grabación de lo que sería Espíritu Balanta y Estrellas de Timbiquí. Digo ‘primer intento’ porque grabamos algo, pero el río se desbordó a las 5 de la mañana, cuando todos estábamos en cama, y mojó los equipos. Yo puse a secar esos micrófonos, se salvaron unos, pero todo el mundo estaba desmoralizado. Nunca se usaron esos registros. Fue un proceso, un estilo de pre producción. A finales del año grabamos en bloque en Santa Bárbara de Timbiquí, que queda alejado del centro de la cabecera municipal. En ese momento todos estaban enfocados en la misma energía y con ánimos de dar lo mejor.

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En el álbum la idea fue reunir exponentes más jóvenes, pero no todos son Balanta; hay Carabalí, están además las Bonilla, Nidia Góngora, y un chico que fue un alumno del fallecido Marino que vive en Nariño que ni es timbiquireño ni es Balanta. Se buscó integrar regiones y hacer un relevo generacional. El ejercicio de grabar con gente joven junto a los mayores lleva innata una transmisión de saberes. Esa es una intención muy importante del disco. Y por eso está dedicado a las nuevas generaciones de Timbiquí, y a Marino Beltrán [quien grabó en esta placa].

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Espíritu Balanta y Estrellas de Timbiquí incluye ritmos como el bambuco viejo, al que se le puede llamar la danza madre del currulao; juga, que viene de los cantos de arrullos a los santos o al Niño Dios; y todo lo sincrético que existe en el Pacífico, con los cantos y la religión. Anteriormente la juga era bombo, cununo y voces, y luego fue que se introdujo la marimba. Hace 25 años no se tocaba con marimba, aunque en algunos lugares de la región aún preservan esa costumbre. También hay juga bambuqueada que se mezcla con el sentir del bambuco viejo. Y está además el pasillo timbiquireño. En esa zona del Pacífico hay influencia cubana y también de los pasillos ecuatorianos y eso se siente mucho en Timbiquí; esas dos mezclas unidas al golpe de ellos también se escuchan.

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El disco, publicado bajo el sello Juga Music, tiene tres secciones: una con el conjunto de marimba que abarca ocho canciones en las que está el combo completo. La segunda, protagonizada por un marimbero de Santa María de Timbiquí que se llama Justino Carabalí, músico muy importante que carga toda la tradición timbiquireña, es referente actual e interpreta dos canciones de marimba sola. El tercer segmento es con guitarra e incluye canciones más populares.”

ESPÍRITU BALANTA Y ESTRELLAS DE TIMBIQUÍ: 5 HISTORIAS EN CANCIONES

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Un poquito de agua

Una señora llamada Bartola tenía un pozo del que sacaba agua pura, limpia, sabrosa y cristalina para bañarse todos los días. Muchos querían de esa agua y le pedían a Bartola un poquito. La reflexión que hoy hacen los Balanta en la grabación va también encaminada hacia una protesta por la falta de agua potable, con un río a menos de 20 metros de sus viviendas, lleno de impurezas que imposibilitan el consumo y la utilización de esa agua para beber, cocinar o bañarse.

En mi tierra tocan bombo

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“En mi tierra tocan bombo, pero no tocan así, así así, golpe de Timbiquí. Y también tocan cununo, pero no tocan así, así, así, golpe de Timbiquí”. Cantando estas frases afirman que tienen su propio estilo. Que es único. Esta canción evoca la singularidad de la expresión musical del pueblo de Timbiquí, del “Espíritu Balanta” y de su familia extendida. Inclusive resalta lo particular de su interpretación respecto a toda la región del Pacífico sur. El golpe es la técnica, la magia, la herencia, la paciencia y el talento al tocar un instrumento y hacerlo sonar como lo hacen sonar los hermanos Balanta y otros en Timbiquí. Puede que el mismo instrumento se toque con la misma fuerza y en el mismo lugar, pero no sonorá igual que con el “golpe de Timbiquí”.

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Dos cosas tiene la vida

“Mi mamá me dejó en este mundo, en este mundo hay muchos hijueputas”. Sabiduría popular se oye en esta canción, parte del segmento que contiene algunas adaptaciones de composiciones de la gente del pueblo.  Como que los Balanta escuchaban a alguien cantando a capella o improvisando por ahí y musicalizaban eso.

Las siete luchas  

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Así le llaman a una especie de sarampión que daba. “Las siete luchas dizque vino por barco, las siete luchas dizque vino por avión”. Un corte sabroso, con sonido bellísimo, en el que se siente la destreza de la interpretación de la  marimba, y que incita a mover el cuerpo.

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Yo no soy cantora

Esta canción es una hermosa metáfora y un ejercicio de humildad que reconoce que los talentos son diversos y que la persistencia es una de las grandes virtudes que puede complementar un talento innato o desarrollado. La cantora Martha Balanta entona “yo no soy cantora, ay ay por Dios, como las de arriba, pero siempre canto, aunque con fatiga. Pero siempre canto, aunque con trabajo”.

En varias partes de la región del Pacífico sur, en la zona de la cordillera hacia la costa, las cantoras marabajeñas –residentes más cerca al mar que a la cordillera–, cantarían esas frases diferenciándose de las “arribeñas” que habitan hacia la cordillera. En el Río Timbiquí, de Coteje (Cauca) para arriba, las cantoras se asumen de una manera, con tonos inspirados por la selva, los sonidos que lleva el fluir del agua de la cordillera hacia fuera, y los ancestros, entre otras iluminaciones.  De manera similar, las cantoras marabajeñas, reconocen en su propio talento su especial persistencia y firmeza al cantar, allí donde se encuentran el río y el mar. 

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