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'El eterno retorno': el nuevo álbum de Pavlo nos invita a habitar la tusa

El primer proyecto de larga duración del antioqueño Juan Pablo Merino (Pavlo) no es el típico disco de desamor, sino una indagación elegante, íntima y bailable sobre la transformación del cariño.

Pavlo Reseña álbum portada
Pavlo, artista colombiano.
// Felipe Londoño (@felipelondonoph)

El artista antioqueño Pavlo cerró un 2021 provechoso. Poco después de estrenar su primer larga duración se confirmó que participará en el Festival Estéreo Picnic 2022. Alístense para verlo en el Picnic y para aprender de la tusa con esta reseña de su álbum, El eterno retorno.

Por Juan Diego Barrera Sandoval | Imágenes cortesía de Felipe Londoño (@felipelondonoph)

Tres y veinticuatro de la mañana. Cierras la puerta de tu casa después de una buena rumba, te tambaleas hacia la cama y palpas la pared a oscuras en busca del cargador de tu celular. Después de conectarlo, y durante los breves minutos que toma la carga mínima para poder encenderlo, empiezas a preguntarte cómo estará la persona que extrañas.

El sabor de unos tragos con amigos y el ruido de los bajos de la discoteca alejaron su sabor y el sonido de su voz. Pero, por más que intentes escapar, siempre vuelves al presente de la ausencia. Te llena la ansiedad por la tentación de intentar llenar el vacío con tocar un ícono de la pantalla del celular y esperar unos pocos, aunque infinitos, segundos.

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Ese es El eterno retorno del que habla Pavlo: su álbum debut está escrito entre lágrimas y silencios por una tusa de aquellas, y en contra de la fuerza gravitacional del botón de envío. Todos hemos estado allí y, aún así, nadie sabe cómo escapar.

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Este es el tercer proyecto discográfico del paisa Juan Pablo Merino, y quizás su apuesta conceptualmente más cohesiva y diversa. Antes de este debút de larga duración nos presentó los EP Too Young to Know (2019) y Prisioneros (2020).

Respectivamente, exploraban la inseguridad ante primeras experiencias, como el primer amor, y la sensación de cautiverio y frustración derivadas de las cuarentenas obligatorias del 2020. En esas dos entregas dio sus primeros pasos para establecerse como un gran referente del pop nacional emergente, y consolidó las exploraciones electrónicas que ya había adelantado en colaboraciones con artistas como Dany F.

Pero esta tercera entrega es todo eso y más. El disco se compone de 13 temas: 9 canciones con la estructura tradicional de una canción pop y 4 interludios magistrales en los que Pavlo se permite experimentar con nuevos sonidos para generar transiciones entre cuatro “actos” narrativos del disco.

Entre ellos se encontrarán desde la más íntima y callada balada pop hasta rabiosas explosiones roqueras con órganos y coros fúnebres, pasando por beats colosales ante los cuáles es imposible no mover la cabeza.

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Es altamente recomendable escucharlo de principio a fin, pues, en un sentido similar a lo que sucede con discos como Blonde de Frank Ocean, El eterno retorno sigue un proceso narrativo minucioso.

Hablando con Pavlo, que me confirmó que, en efecto, el disco seguía esta estructura de cuatro partes, se me ocurrió que se podrían llamar de las siguientes maneras:

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Primera acto: arenas movedizas

Desde la enternecedora existe magia entre nosotros (preludio) -que contiene la última carta que recibió Pavlo en la relación que inspira este disco, leída por su autor y adornada delicadamente-, pasando por la desesperada siento, y la casi plegaria de piensa en mí, revivimos el momento incierto del final de una relación. Es la etapa en la que terminar con alguien no se siente del todo cierto.

Las cartas se leen pensando en que el presente de su redacción se sostiene; lo que teníamos por decir brotó incontrolablemente luego de mucho contenerlo y esperar al momento óptimo -que nunca existe-; y, eventualmente nos limitamos a la esperanza de que no seamos los únicos pasando noches en vela pensando en el otro.

Aventuramos de vez en cuando la posibilidad de volver -y quizás, incluso, lo hemos hecho- solo para encontrarnos de nuevo cantando siento, como Ev y Pavlo:

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Segundo acto: el golpe de realidad

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La fuerza de la voluntad, o la de la resignación, nos llevan eventualmente a aventurarnos a ese oscuro e incierto presente de la vida sin el otro. En para no escribirte (interludio), me acostumbro, tiempo y si estuviésemos juntos Pavlo describe el proceso de tener que convertir la voluntad en resistencia a la tentación y, aunque suene paradójico, en pasividad ante el paso del tiempo, como un hombre que en vez de salir del río espera que toda la corriente se renueve.

Sin embargo, no es un proceso lineal: la tentación de perseguir la corriente en vez de quedarse en el mismo punto, en el presente de la soledad, es igual de fuerte que la corriente del agua.

Tercer acto: ira y delirios de escapismo

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La canción más disímil de todo el disco, y quizás de toda la carrera de Pavlo, hasta ahora, es el eterno retorno (interludio).

Es refrescante que un popstar colombiano se atreva, sin dejar de lado su apuesta y su estética, a explorar no solo la vulnerabilidad sino también la rabia y la frustración.

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Con vehemencia, esta canción representa lo que sucede durante todo este acto de clímax dentro de la narración del disco. Como nadando en contra de la corriente o remando contra el viento para salir de una tormenta y evitar que el barco vuelva al lugar inicial, la tusa nos lleva a buscar la distracción.

La fiesta y las falsas declaraciones de “¡suficiente!” buscan generar ruido o engañarnos con un placebo que nos haga creer que el ciclo se ha roto. Pero, en medio de esas espirales descendentes para perdernos en nosotros mismos y detener la corriente del río, nos damos cuenta de que volvemos al mismo punto, vemos a quien amamos en todas partes, y lo que pensamos como el escape perfecto se convierte en el enfrentamiento de nuestros propios demonios a través del baile.

Cuarto acto: “perdón, sé que no debí llamarte”

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Así es que decides, tras la ansiosa espera para que tu celular encienda, llamar. Buscas el contacto. Presionas el ícono de llamada. Esperas. Timbra una vez. Recuerdas, como Pavlo en nada (interludio), lo que venías pensando de la venida de la fiesta: la abnegación a perder al otro, el fin de la espera de un milagro que rompa con el letargo y llene el vacío. Timbra otra vez. Quizás piensas que el trago y tú van a hacer ocurrir ese milagro.

Recuerdas lo que pasaba en aquél sueño: lo bien que se sentía el reencuentro allí en ese no-tiempo donde no es imposible que todo vuelva a ser como antes, las decepción de encontrarlo ficticio. en mis sueños nadie sale herido.

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Pavlo eterno retorno album musical critica texto
Pavlo, artista de la ciudad de Medellín.
// Felipe Londoño (@felipelondonoph)

¿Será que cuelgo? Estás a punto de presionar el botón rojo, pero- “¿Aló? ¿Todo bien?” “Hola, sí sí.” Largo silencio. Disculpas protocolares. Anhelos, miedos y dolores que brotan. Culpa, arrepentimiento y preguntas. Silencio.

Pavlo describe en esta sección, que concluye en monocromía, no el final feliz de la superación del dolor sino, de manera grandiosa, con efectos de voz que recuerdan a los trabajos recientes de Sen Senra, a la repetición inexorable, y al ruego por comprensión y paciencia necesarias para superar.

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En ese reclamo de hospitalidad y compañía está la mayor novedad, lo que hace de este disco un tesoro. Aunque aparentemente hable de la sensación de ciclicidad infinita e inescapable que se da en el hecho de extrañar a quien se amó, El eterno retorno examina al desamor desde una óptica diferente.

Su universo da espacio para pensarse la tusa como un proceso que no es lineal, ni tampoco sinónimo de soledad o de necesaria ruptura permanente con quienes han significado mucho en nuestras vidas. Al fin y al cabo es su ex pareja quien inicia el disco: la misma persona a quien seguramente gritaba en el interludio homónimo al disco, que evitaba yéndose de fiesta, que soñaba (sintiéndose culpable y decepcionado) y que llamaba borracho a altas horas de la noche.

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El fin de una relación amorosa no tiene que significar en todos los casos el incendio del puente entre dos mundos sino que también puede ser -superados los apegos, con tiempo, cuidado y responsabilidad- un momento para la reinvención propia y el cuidado del otro.

Pavlo nos ha compartido a lo largo de su obra ese proceso reflexivo íntimo. No solo en la música en sí, sino también en sus diferentes apuestas visuales.

Este es un disco que, a pesar de tratar del tema más recurrente de toda la música, logra destacar por su manera colosal, delicada y novedosa de acercamiento, y por los altos riesgos sónicos que toma y que aportan a la construcción de un universo.

Quizás sería aún más convincente si se sintiera el grado de vigor de el eterno retorno (interludio) respecto a otras emociones o situaciones, como las descritas en tiempo, suficiente o en mis sueños. Además, aparte del interludio, el segundo acto parece carecer de expresiones lo suficientemente únicas y poderosas como para generar identificación al grado en el que lo consiguen resto de segmentos del disco. Y si bien la sensación que inmediatamente generan los interludios es la de desaprovechamiento de maravillosas ideas musicales en función del hilo conductor narrativo, Pavlo da señas de que su proceso musical está determinado a la exploración y al desarrollo de más ideas novedosas a cabalidad.

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El eterno retorno no es el típico disco de tusa, sino un ejercicio de fijarse con cuidado en la posibilidad de que existan amores capaces de reinventarse. En él hay una insistencia en que no ignoremos lo que sentimos, o en que nos fijemos en lo fútil que puede ser intentar esa evasión.

La importancia de vivir sus procesos de transformación en el presente y no en los “hubieras” es que justamente a través de esas experiencias es que se da el crecimiento, la transformación y la curación.

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Hay también una apertura a la novedad: una invitación a permitirnos el reconocimiento de esas personas de nuestro pasado en el respeto y el cariño, en vez del trato indiferente y el terco intento de conseguir su olvido.

Pero sobre todo, en el disco está expuesta la valentía de un artista dispuesto a escribir con la tinta de su sangre, de la honestidad de su dolor y sus experiencias, para hacer arte.

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El eterno retorno está disponible en todas las plataformas de streaming musical.

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