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La razón por la que Buhodermia busca la eutanasia

Euphanasia, el nuevo álbum del artista de Medellín, presenta una historia de amor estropeada y un desenlace sin esperanza.

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Euphanasia

A punta de recordar e imaginarse paisajes de despecho, amor impotencia y odio, el rapero paisa Buhodermia concretó su primer álbum: Euphanasia. Esta es la historia del disco.

Por Santiago Cembrano @scembrano

En un cafetal de Salgar, al suroeste de Antioquia, Buhodermia escribió su primera canción. La llamaría Hotel Yubaba. Era 2016 y estaba allá trabajando en construcción con su padre. En Salgar se había alejado del rap y había aprendido a apreciar la música colombiana, como el vallenato, y sus historias, rodeado de gente de todo el país. Pasó de vivir pensando en parches y mujeres en su Medellín natal a valorar la vida de una forma distinta, a respetar a las personas con las que trabajaba y su esfuerzo diario. En un momento existencial, y rodeado del luto del pueblo por los 83 muertos que había dejado una avalancha un año atrás, empezó a escribir.

Camilo adoptaría el nombre de Buhodermia, otra forma de decir “La Piel del Búho”. El kanji que lo acompaña, 夜, lo encontró en un libro de Murakami, en alusión a la vida nocturna como la que él lleva. Hotel Yubaba haría parte de KEPLER, un EP que presentó en 2017 como debut. Y su primer álbum llegó en 2020: Euphanasia.

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Es la historia de por qué él querría abrazar la eutanasia como la salida de sus problemas, luego de una decepción amorosa. También es una forma de renacer y reconfigurarse a partir de esa primera muerte. Desde el tono alegre y romántico del inicio del álbum hasta la misantropía del final, Buhodermia pasa de desear dormir en cucharita mientras suena Spinetta a imágenes de orgías entre su cuchillo y la resistencia de la otra piel.  

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Tiene 23 años, Buhodermia. Se crio en Belén, al occidente de Medellín. Conoció el rap de niño por su tío, que era “paraco”, y los vinilos de La Etnnia de su colección, la misma que él y su hermano recibieron cuando el tío murió. Con su hermano competían por quién encontraba mayores rarezas, y así le cogió el gusto al rap de Angola y de Suiza. Por otro lado, organizaba fiestas. Vivía rápido. No acabó el colegio, llegó hasta 9° grado.

Tenía tres amigos con los que quería hacer rap. “Estábamos metidos en vueltas del barrio. Uno de ellos terminó muerto en Brasil, envuelto en bolsas”, recuerda. Como lo de su tío, lo cuenta de forma casual, pero sin adentrarse en la historia. Entonces empezó a trabajar con su papá.

El día que salió KEPLER —luego de que lo convencieran de que se animara a sacar sus letras y, a la vez, de que fuera paciente y no se apresurara se fue de paseo con a Puerto Nare, Antioquia. De vuelta, abrió YouTube en su celular y se dio cuenta de que el trabajo estaba siendo bien recibido. Se sorprendió: “Yo pensaba que eso era para mí y mis amigos. Yo solo era un joven de Belén que estaba aprendiendo a vivir y tropezando”.

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Su vida cambió luego del lanzamiento: entre conciertos y nuevas personas a su alrededor pasaron los meses. También se alejó de otras amistades y no quiso a hacer música por un rato. Llegó el amor con intensidad y se fue. Pasó su despecho en Los Recuerdos de Ella, una cantina que tiene con su papá en su barrio, Zafra, donde se emborrachaba mientras sonaba una y otra vez “Ay La Vida” de Diomedes Díaz. Recuerda que fue un año de alcohol, libertinaje, banalidad y sexo premarital. De esa vida, de esa época, surgió Euphanasia.

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“Respetaba el rap de Medellín, pero no me identificaba con él. No era lo que quería hacer. Yo estoy abierto a todo tipo de propuestas musicales, eso me dio ese gusto para el color de los beats y la forma de contar las cosas”, explica Buhodermia sobre su enfoque para crear. Cita como influencia, por ejemplo, el cine experimental; le gustaría escribir guiones.

Con su rap busca abarcar el mundo, el desamor, lo existencial y los dilemas filosóficos. Escribe para narrar cómo es vivir en Medellín, pero aclara que quiere hacerlo de una manera más reflexiva y no a partir de clichés o de resaltar que es de un barrio caliente.

En Euphanasia se nutre, por ejemplo, de artistas como Spinetta y Fito Páez, de la simplicidad con la que transmiten emociones potentes. Tal es el impacto que quiere hacer indie y experimentar con este género próximamente. También bebe profusamente del manantial de inspiración llamado Diomedes Díaz, con el que se compara más de una vez.

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Hacia el inicio del álbum el ambiente es de neosoul y R&B; en seguida hay una atmósfera brumosa de boom bap y jazz. Y hacia el final del Lado A, el asunto se va tornando más oscuro. Con la transición al lado B llega un clima bap nublado y oscuro, un claro contraste frente al inicio del álbum. Buhodermia les planteó a los beatmakers que participaron en el disco (ALB4:13, Coryay, Mr. Doly, Nath Jones, Kapten, Garabato Beats, Iziou, Pico, Gordojazz, Demotapez, Attari Hanzxo, Bohtrops e Inhotep) distintas sensaciones e imágenes que quería capturar. Así fueron llegando los beats. La diversidad de la lista de beatmakers se extiende a la de invitados: Una María, Al Baro, A. Cheeze, El Maese KDS, DJ Seek, Iziou, Jam Baxter, Carrión, N. Bajozero, d4crvz, Klandestino, Mazuera, Piel Roja y Señor Marrano.

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Euphanasia es amplio en su alcance geográfico: México, Brasil, España, Inglaterra, el mundo. Con la mayoría de los colaboradores se conectó a través de amigos en común o de redes sociales. Dice también que prefiere, en general, evitar trabajar con personas de Colombia, para evitar envidias y problemas.

La portada de Euphanasia parece más de un disco de guaracha que de rap: una persona calva y con gafas como de neón se mete una pastilla en la boca. De hecho, toda la imagen parece de neón. Hecha por el mexicano Alan Tolentino, surgió a partir de películas como Alita Battle Angel y permite entender la visión de Buhodermia de la música y el arte: “La portada muestra que me estoy saliendo de ese mundo encasillado en el que el rap es de cierta forma. Eso no me gusta. Todos tenemos la capacidad de ver las cosas desde un punto de vista distinto, y eso es aceptable. Con la portada es como que me meto una pastilla para no pensar más en todo esto”. Para entender mejor su perspectiva, hablamos con él sobre Euphanasia.

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Discos y artistas que marcaron a Buhodermia

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  • Ryo Fukui
  • Tatsuro Yamashita – City Pop
  • Diomedes Díaz – El Cóndor Herido
  • Frank T – Todos Sonrían Por Favor
  • SFDK – 2001: Odisea en el lodo
  • El Maese KDS – Bboy Hasta La Muerte
  • Matiah Chinasky y Brous One – Elba Surita
  • Retrogott y Brous One – Mote Con Huesillos
  • Dual Tod – Mendekua
  • Nach – En La Brevedad de los Días
  • El Chojín – Solo Para Adultos
  • 995

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En Euphanasia se sienten las luchas entre el ego, el desamor, la fiesta y más dinámicas de tu vida. ¿Qué retrata el álbum? ¿Qué querías contar?

El disco es como un guion de un largometraje. Si llegara a donde el doctor y le dijera que quiero la eutanasia, él preguntaría por qué. Ahí le mostraría Euphanasia, un resumen de cómo sucedieron las cosas. Cómo conozco a una nena, me siento bien, tengo estabilidad emocional, hay fiesta y adolescencia. En ese momento me olvido de los problemas. Me terminan y digo que no importa. Me siento el mejor.  Surgen chismes y mierdas en la “escena”.  Y el último track plantea un dilema existencial: como cuando estás en una fiesta y llegas a tu casa y te da un guayabo mental ni el berraco. No puedo disfrutar porque si despejo la mente y pienso en mí, tengo más problemas que soluciones. Y ahí acaba el disco.

Todo eso resume por qué quiero la eutanasia. Es muy triste pero es un renacer, para poder resucitar y replantearme y sentirme bien conmigo mismo. Es como decía Nietzsche: el eterno retorno.

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A lo largo de Euphanasia hay varias referencias al indie y todo su universo y cosmología: en El Condor Herido dices que haces música para pibes tristes y que quieres escuchar indie con champaña en Coveñas; en Say Yes, que quieres estar con ella mientras suenan temas de Spinetta y dormir en cucharita; en Ósmosis, que te enamoraron con una canción de Fito. ¿Cuál es la importancia de esa música y de ese mundo para ti?

Eso es por ella, era del mundo del indie, folk y rock en español. Me metí de lleno en el indie a investigar. Ahora estoy en un momento fuerte con el indie de Francia, Argentina, Estados Unidos. Siempre que escucho indie me genera mera tranquilidad, me trae recuerdos sentimentales con esa persona. Es un momento muy bonito. En “Ósmosis” está “Tu vida, mi vida” de Fito Páez. Qué triste eso, nea, pero sí. A vos te dedican una canción que te da vida, pero luego se abren y el tema te cae al hígado. En todo ese momento que estuve con esta persona escuchamos indie, pospunk, house. Y cuando estaba en el bar, sin ella, escuchaba vallenato y la música más colombiana.

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Diomedes Díaz es una figura que aparece constantemente en el disco. Desde el título de El Cóndor Herido y Un Diomedazo & Melo hasta la referencias que haces de él en Say Yes, F. Vallejo y Lobo Está. ¿Cuál es la importancia de Diomedes para ti?

Somos muy parecidos, nea. Yo empecé a ponerle cuidado a Diomedes cuando empecé a vivir lo que decía en las letras. Me enfoqué tanto en este artista que me vi la novela completa y me leí un libro que escribió Jaime Pérez Parodi sobre él. Es la representación de la idiosincrasia de cualquier persona a la que le lleguen esa fama y ese dinero. Y tanto Diomedes como yo, aun teniéndolo todo, nos sentimos completamente vacíos. Es como digo en Fosa Común: ‘Cualquiera es nihilista con techo, drogas, sexo y dinero’. Y en cuanto a relaciones sentimentales he sido muy parecido a él en ese tema. Me siento muy identificado con él.

La personalidad del artista es un tema muy distinto. Pero todos somos seres humanos. Creo que le aprendí mucho a Diomedes sobre la puesta en escena: fue el mejor mientras estuvo vivo. Adopté mucho de la actitud y el carisma que tenía frente al público, estar frente a la gente que me escucha como si fuéramos amigos de toda la vida. Siento que es imposible negarlo: Diomedes es de los artistas que más me ha influenciado en mi vida.

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Ahora los jóvenes ven a Diomedes como un meme o como algo malo. Eso me da rabia e impotencia, siento que son muy hipócritas al criticar a un artista sin conocer realmente que sucedió. Escuchan a otros artistas grandes que han hecho igual o peores cagadas. Hay pelados de entre 15 y 24 años a los que siento que influencié para que volvieran a escuchar a Diomedes y valorar lo que hizo, el legado musical que dejó. En Euphanasia quería hacerle un homenaje a él y a la música colombiana. Diomedes es como un rapero de la USA, un rockstar de Inglaterra o un cantante de Jamaica de reggae. Tiene tanto valor como todos ellos.

Todas las narraciones tienen un lugar, y aunque tú hablas de Medellín, también hay pistas que apuntan hacia otras coordenadas. Por ejemplo el intro de Say Yes que es como de una emisora mexicana, la dama argentina de Ósmosis y también parte de tu lenguaje: como cuando dices “boludo”, por ejemplo. Sumamos esto a las colaboraciones internacionales y a KEPLER, que ya construía un universo aparte. Como que hay un centro en Medellín, pero te mueves por distintos lugares, parece. Entonces, ¿cómo es tu relación con tu ciudad y con su cultura? ¿Y de qué forma te interesa adentrarte en otras formas de hablar y de ver el mundo?

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Me gusta jugar con jergas de otros lugares. Por un lado, por las colaboraciones. El Maese KDS fue de los primeros que me dijo que quería usar palabras de Medellín y que le dijera cuáles; lo mismo el A. Cheeze. Es un juego entre nosotros, honramos los lugares de donde venimos. Siempre me he nutrido de muchos lugares. Hubo un tiempo en el que estuve en Antofagasta, Chile, un lugar muy diverso y rico en cultura, te encontrabas con chilenos, argentinos, peruanos, colombianos.

Yo no hago el rap solo para gente de mi país, debo tener en cuenta que me escucha gente de otros lugares como México, Argentina o España. Me gusta ser inclusivo con los que me escuchan afuera. Considero que manejo la jerga generalizada en Latinoamérica. Siempre me gustará trabajar con gente de otros países porque enriquecen la propuesta. Quise no limitarme a Colombia sino abrirme a otros lugares en cuanto a la letra, los sonidos, los beatmakers… el mundo es muy grande. Yo no me sentía colombiano, porque solo conozco mi barrio y mi ciudad. Soy muy distinto de un pastuso, o de un rolo o de un costeño. Culturalmente siento que Colombia es un país muy rico. Pero con el rap me gusta ser más global.

En Not Tonight dices Lo que llamas escena para mi es clamidia. Has tuiteado en estos días también sobre cómo la escena colombiana y de Medellín es tóxica, por lo que no te gusta trabajar con gente del país. ¿Puedes profundizar más en cuál es tu opinión de “la escena” y por qué la consideras tan tóxica?

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Si te soy sincero, yo no conozco a los raperos de Medellín. Si mucho nos hemos visto tres veces y ya.

Bueno, a Mazuera (de Cali) le di la oportunidad de tener esa exposición dentro del disco. Confié en que no iba a suceder nada, porque no quería líos, y sin embargo vi comentarios del man con unos raperos de Barranquilla, que decían que lo único bueno del disco era su parte, y él comentaba tratándome con palabras fuertes. Me dolió mucho. Pensé en quitar el tema del disco porque me pareció muy peye. Pero me relajé, puse un disco de indie y llamé al pelado. Me dijo que lo disculpara.

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Hace unos años grabé Cuerdos Vocales con Thomas Parr. A la semana llegó él diciendo que le dijeron cosas que yo había dicho de él. Yo tengo muchos problemas en la cabeza como para ponerme a hablar mal de alguien que ni conozco. Me gusta la música del pelado y siento que tiene mucho talento. También este pelado del Sison: yo había tocado una vez con él y todo muy bien. Y vi unos comentarios suyos como muy salidos de casillas.

Yo prefiero no caer en ese juego, ni por ego ni por mujeres. Si lo voy a hacer lo hago musicalmente. Yo siento que la vida real es muy distinta a la vida musical. Yo no grabo con pelados de mi ciudad, entonces dicen que yo soy agrandado. Me parece muy triste, yo nunca he sido ni de crews ni de parchar con gente ni de hablar de otras personas. Si yo tengo un problema con alguien, voy y soluciono con esa persona.

Es natural que si a alguien como yo, con apenas tres años de carrera musical, le va bien, con buen público, los otros artistas quieran poner la pata, sacando cualquier excusa. Sin embargo yo me siento complacido porque no tengo necesidad de caer en ese juego. Por eso desde KEPLER preferí no trabajar con gente de Colombia. A los que escuchan rap les importa la propuesta musical, no si este pelado tiene más plata o si este tiene más conocimiento de rap o si este tiene más calle. A la gente le importa la música y si le llega dentro o no. Para yo alejarme de más problemas, prefiero trabajar con gente de Colombia que conozca personalmente, como Iziou o María, pero no con gente tóxica que no me genera nada bueno.

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En Estación Los Alpes hablas de tu hija, que es tu musa. ¿De qué forma ha cambiado tu quehacer artístico luego de ser padre?

Todavía no tengo las palabras, porque soy padre, pero no conozco a mi hija. Aún sin tener esa fortuna, escribo en estos momentos y siento que cuando ella sea grande va a escuchar a su papá en momentos peculiares e interesantes. Me ha cambiado la manera de ver la vida. Ya no me quiero lesionar ni hacerle daño a los demás. Cuando estoy con una mujer y pienso en estar con otra, pienso en que tengo una hija y seria gonorrea que le hicieran eso. Es como un letrero de “Pórtese bien en la vida”, para que cuando me conozca pueda estar orgullosa de mí. De ahora en adelante, mi propuesta musical se va a alejar de este joven disfuncional que tanto he demostrado.

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Para diseñar el sonido de Euphanasia, Buhodermia les planteó a distintos productores las sensaciones y momentos que quería lograr con cada tema. Acá van algunas de ellas:

  • Joven Fígaro: Llegás a un parche, te presentás. Conversás con ella sobre cualquier tema.
  • Kharmasutra: Es la 1 am. ¿Qué vamos a hacer? Vamos al apartamento. Hay unidad mental y física. Muchas sensaciones, morbo y cosquilleo.
  • El Cóndor Herido Remix: ¿Usted qué? ¿Qué vamos a hacer, parcera? ¿Vamos a estar juntos o me vas a suertear? Y ahí ella me dice como “Quiero estar con vos, pero tenés fama de ser mujeriego. No sé”.
  • Say Yes: La reconquista como antes, que para conquistar una mujer se enviaba un poema o unas flores.
  • Estación Los Alpes: A la nena le contaron algo y tuvo pruebas de que sí fue así. Nos encontramos en la estación y le digo que vayamos a la casa pero ni me responde. Me saca el culo, muy fuerte. Entonces si no vamos a ser nada, déjeme vivir mi vida y ser yo. Me aparto de lo sentimental.
  • Un Diomedazo & Melo: Nos reconciliamos en una fiesta. Algo romántico pero a la vez picante. Algo muy añejo.
  • Ósmosis: Llórelo, pá. Qué rabia. No sé por qué volví a caer en esto.
  • Outroduction: Si me vas a echar, no me importa. Puedo sentirme mal, pero me voy pa’ un parche o invito a una chimbita. Me olvido de vos.
  • Morimoto: Rayes con pelados que pensé que eran parceros, pero empezaron a caerle a la pelada. Me da rabia pero les muestro que soy más.
  •  Fosa común: Impotencia y odio hacia las demás personas.

Para ver | Visita de Moebiuz a ICON: un encuentro entre el rap y el reggaetón 

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