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Por qué no leer Cincuenta Sombras de Grey

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Viajando hacia otra ciudad se sentó una mujer a mi lado, muy seria sacó un libro, sus gafas y se dispuso a leer. Siempre que estas cosas ocurren la curiosidad de saber lo que los otros leen se apodera de mí y empiezo a hacer piruetas extrañas con la cabeza hasta dar con el título o al menos un párrafo que me dé señas de lo que se está leyendo; en esta ocasión la posición de mi compañera de viaje me permitió por un momento ver que en la tapa decía: Cincuenta sombras de Grey (ver el nuevo tráiler de la película). Nunca había escuchado tal título y me quedé viéndolo largamente hasta que la desesperé y cerró el ejemplar para decirme que era excelente, una visión diferente de cómo las mujeres podemos vivir el sexo. Mi curiosidad por otro lado crecía y le pregunté por la escritora, y por qué afirmaba que ese texto fuera tan innovador. La chica terminó obsequiándomelo después de mi desesperante preguntadera.

Por Ángela Martin Laiton - @MartinaLaiton

Llegué a mi destino tarde y decidí darme tiempo de leer; sinceramente el libro no me llamó la atención, no movió mis fibras, ni me motivó a querer seguir leyendo sus páginas. En primer aspecto porque Cincuenta Sombras de Grey es un libro hecho en una escritura sencilla, llena de lugares comunes y frases cliché de las historias de amor romántico que todas conocemos, sus personajes están estructurados de forma convencional: una chica joven, virginal e ingenua y un hombre mayor, arrogante y millonario. La historia que se desarrolla es la repetición de alguna novela de amor a la que le agregaron experiencias sexuales sado para que las personas la encontráramos original.

Cuando cerré el libro me angustió un poco la percepción que tenía la amable chica que me lo regaló, sentí que la exotización del sado como práctica sexual escondía un machismo y una misoginia radicales que la gente confundía con liberación. Es decir, no pretendo caer en mojigaterías ni estigmatización de las prácticas sexuales de nadie, pero reproducir el papel de la mujer virginal e ingenua que se maravilla con el dinero, la intriga y el maltrato del fetiche masculino en el plano de lo sexual me parece un retroceso en las luchas que viene dándose el feminismo a lo largo de la historia.

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Me planteé la duda de si estaba siendo extremista con mi visión frente a este best seller e intenté replantear mi posición; sin embargo abordándolo desde cualquier perspectiva este libro es una repetición de las relaciones de poder que ejerce el machismo sobre los roles de hombres y mujeres en el amor, frases como: “La Sumisa acepta al Amo como su dueño y entiende que ahora es de su propiedad y que está a su disposición cuando al Amo le plazca” reafirman mi percepción de una reproducción de literatura machista que entrega además una lectura de lo femenino desde el rol de la sumisión como muestra de amor y entrega en la relación. Esta postura que intenta pasar por inofensiva ha sostenido un sistema violento a partir de la patriarcalización de la sociedad, sigue diciéndole a las personas que las opciones para vivir el amor están centradas en la heterosexualidad, en el capital, y en el cumplimiento de normas que obligan al varón a tener la responsabilidad del dinero y la soberbia, a tratar a su pareja en la minoría de edad siempre y sobre todo le recuerdan que estos aspectos son atractivos porque le permiten el cumplimiento de cualquier fetichización sexual que se le ocurra. La violencia hacia la mujer se reproduce entonces en continuar mostrando la ingenuidad y sumisión como aspectos atractivos en las mujeres, el amor abnegado que todo lo entrega aun por encima de sí misma y de cómo se sienta frente a las exigencias de su pareja, el cumplimiento en el plano sexual del disfrute masculino hasta el punto de hacerse experta y “aprender” a disfrutarlo.

Desde estas perspectivas Cincuenta Sombras de Grey es un libro amañado en un sistema hetero-patriarcal, es un libro poco innovador desde su estructura literaria hasta su contenido desafortunado para las mujeres; resulta un poco frustrante que se sigan vendiendo como pan construcciones tan repetidas y poco creativas en el ámbito literario y que además la historia de la mujer que descubre el sexo y se somete a él se confunda de alguna forma con la libertad y la emancipación de la lucha feminista porque como bien lo afirmaba Foucault decir sí al sexo no es decir no al poder. 

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