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Un año más en la superficie

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En 1996 me faltaba un año para entrar a Shock como editor. Venía de hacer “Persiana Americana” en 1995, un programa de televisión dirigido por Jorge Enrique Abello cuando era director y no galán. De hecho el programa se acabó cuando se lo llevaron de Caracol para que protagonizara “Las Ejecutivas”. En esa época escogíamos videos, yo le hacía los libretos a Angie Cepeda, la presentadora, con la cual a duras penas crucé unas palabras y logré clasificar para el cabezote donde vestido de chaqueta de cuero manejaba un convertible, tumbaba una puerta de una patada y encendía un televisor en medio de mucho humo blanco. Algo demasiado juvenil para mis ya entrados 34 años. Pero bueno, qué le vamos a hacer si yo soy el único culpable de haber estirado mi adolescencia hasta más no poder.

La música siempre ha sido lo mío y por eso no dudé cuando en diciembre del 95 Diana Calderón me llamó para que hiciera un programa musical en la naciente Señal Colombia. Me inventé “Rockombia”, nombre que después usé para la sección de grupos colombianos cuando llegué a Shock. Tuve la fortuna de que Andrea Echeverri me aceptara la invitación para ser la presentadora del programa. Lindos recuerdos de muchísimas bandas que pasaron con sus videos hechos con las uñas. A algunas las grabábamos ensayando en sus garajes, a otras en presentaciones en bares. Rock al Parque apenas comenzaba pero el espíritu del rock, el metal y el hip hop colombiano se respiraba en cada esquina.
 
También se respiraban otras cosas más apestosas. El país era gobernado por Ernesto Samper Pizano. Aunque en realidad nadie nunca gobernó a Colombia en el año de 1996. Samper andaba muy ocupado defendiéndose del escándalo del 8.000. El Congreso lo absolvió finalmente ese año de todo pecado gracias a un politiquero llamado Heyne Mogollón, de Chimá, Córdoba, y las mogollas, además del elefante, se convirtieron en símbolos de la corrupción política.

El 96 pasó a la historia como el año en que las FARC introdujeron el burro-bomba como arma de guerra, cuando lo hicieron estallar contra una estación de policía en Chalán, Sucre. El mismo grupo guerrillero atacó luego un vehículo del Comité Internacional de la Cruz Roja, una convención que hasta en las peores guerras solían respetar. Eso nos dio la verdadera dimensión de los actores del conflicto. Y lo traigo a colación porque sucedió en el 96 y porque justo ahora, casi 20 años después, estamos negociando con ellos la necesitada paz de Colombia. Pero claro, nadie gobernaba en el 96. Y a Samper, el hecho de que le quitaran ese año la visa gringa, le sirvió para echarse el segundo mejor chiste de su carrera política después de su “todo fue a mis espaldas”. Cuando llegó a Chaparral, Tolima, homenajeado por Alfonso Gómez Méndez, su gran amigo y hasta hace poco Ministro de Justicia de Santos, lanzó la frase: “Y no necesito visa para venir a Chaparral”. Lastimosamente la celebración del apunte no le duró mucho porque al poco tiempo encontraron escondidos en la nariz del avión presidencial ocho bolsas con ocho libras de heroína cada una. El número ocho lo perseguía. 

“El  país  era  gobernado  por  Ernesto  Samper  Pizano.  Aunque  en  realidad  nadie nunca gobernó a Colombia en el año de 1996.” 

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Ese año de 1996, junto con Eduardo Arias, mi socio de siempre, empezamos a escribir el libro “Col&co” que, debido a un virus que se llevó los archivos del computador de Lucas Ospina, solo vio la luz un año después. Teníamos también una columna de humor en la revista Cambio. Se llamaba Cambalache. Y gracias a Samper y a las FARC fue un gran año en términos de mamar gallo. Pero también lo fue gracias a los deportistas colombianos que nos representaron en los Juegos Olímpicos de Atlanta, donde estalló un petardo en la Villa Olímpica. El petardo de la presentación nacional que pasó en limpio en el cuadro de las medallas. Cero oros, cero platas y cero bronces. 1996 fue el año de la fiebre de las vacas locas en Inglaterra y la clonación de la oveja Dolly, símbolo de la piratería mundial. Y de la pirateada que le pegó Oswaldo Ríos a Gustavo Gordillo de Poligamia cuando en 1996 se le llevó a su novia Shakira, que acababa de lanzar “Pies descalzos”. El disco, no la Fundación. Y como si un Ríos fuera poco, Los del Río azotaron las ondas sonoras del territorio nacional y no quedó un solo rincón de nuestra patria sin que se bailara la espantosa coreografía de La Macarena en cada fiesta privada, en cada verbena popular y en cada reinado de Colombia.

A propósito, Claudia Elena Vásquez, hoy señora de Carlos Vives, fue coronada Señorita Colombia. Carlos Vives, por su parte, abrió el Festival de Viña del Mar con los éxitos “Pa’Mayté” y “Fidelina” de, para mí su mejor disco, “La Tierra del Olvido”. La venezolana Alicia Machado hizo lo suyo como Miss Universo. Y Debbie Castañeda, elegida Señorita Bogotá en 1996, terminó, dicen las malas lenguas, alegrando las fiestas de Silvio Berlusconi. Eso, por el lado de las reinas. Por el de las princesas, el Príncipe Carlos y Lady Di, quien marcó a toda una generación de peluqueros colombianos que impusieron su singular corte de pelo, por fin se divorciaban.

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El salario mínimo en Colombia era de $142.125 y no alcanzaba para nada. Pero nos consolábamos todas la noches viendo gratis las piernas de Viena Ruiz desfilando en el Noticiero CM&. Antanas Mockus, alcalde de Bogotá en ese entonces, después de habernos clavado la hora zanahoria en la que todos los bares y discotecas cerraban a la una de la mañana, tuvo a bien renunciar para lanzarse en vano a la presidencia y nos dejó de alcalde encargado a Paul Bromberg, que no hay que confundir con el excelente alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg. Bill Clinton fue reelegido presidente y Mónica Lewinsky fue feliz en el Salón Oval en 1996. Ese año el Papa Juan Pablo II recibió a Fidel Castro en El Vaticano. Y este año el Papa Francisco recibió a Raúl, su hermano. En casi 20 años, eso fue todo lo que se avanzó en Cuba espiritualmente.

Como verán, 1996 fue un año que ni fu ni fa. Y habría pasado a la historia como un año más bien regular gracias si no fuera porque sucedió algo sumamente importante. Pero en ese entonces era imposible calcular su verdadera dimensión: el 22 de abril de 1996 nació en Perú Wendy Sulca.

 

 

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