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Días de prueba y error

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Catalina Lotero

El 2009 fue un año que determinó el fin de una época y abrió las puertas a una era que llegaba rápidamente con la velocidad de los medios digitales, el exceso de información y las nuevas tendencias de comunicación. Para mí, el 2009 fue un año de cambios: transformó mi carrera y me abrió los ojos para apropiarme del momento en el que vivía.  Entendí que llegaba una época que ampliaba la posibilidad de expresión y dirigía la mirada de muchos más allá de lo convencional y lo establecido. Es más, a este año lo recuerdo porque marcó mis inicios como cantante. Fueron tiempos dónde las ideas y melodías llegaban desde los lugares más genuinos de la mente, y la sensación, antes de montarme a un escenario o enfrentarme a una entrevista, me revolvía todo. Hasta ahora estaba empezando a ensamblar mi banda. Recuerdo que al principio nos presentábamos en formato acústico (ukelele, guitarra electro acústica, cajón y voces) y así tocábamos en cualquier tipo de concierto que saliera. Fue una época que estuvo marcada por la prueba y el error y la experimentación, no sólo en lo musical, sino también en la forma de promocionar y dar a conocer mi música. Eso me gustaba. Y es que además, como un artista que apenas entraba a la industria, me sentía libre de prejuicios y fórmulas a la hora de crear, componer e interpretar canciones.

En mayo de 2009 me alistaba para graduarme y presentar mi tesis en la carrera de Arte de la Universidad de los Andes. Para ese entonces, “Esteman” ya era un personaje, o alter ego, que me había acompañado en gran parte de mi carrera universitaria. Junto a él presenté trabajos académicos como video-instalaciones, performance y animaciones, convirtiéndose en un medio para escribir diferentes canciones como “El pimentón”, “True love”, “La cosita tropical”, “No te metas a mi Facebook” y “No me digas” (hoy conocida como “Adelante”), entre otras. A finales de mayo presenté mi tesis: una exposición de autorretratos en video, que reflejaba múltiples puntos de vista sobre mí mismo -desde el más público hasta el más privado-. Uno de esos videos mostraba un lado mediático y mecánico del ser humano, y más allá de eso, reflejaba la realidad de la que muchos estábamos haciendo parte. Ahora bien, por mucho que en la época abundaran la libertad de expresión y la difusión masiva de la información, el 2009 evidenció un cambio global en la manera como nos relacionábamos unos con otros. Facebook, YouTube, Twitter, Messenger, Flickr, entre otras redes sociales y plataformas, se convirtieron en el puente mediador “oficial” de las relaciones humanas; en una necesidad para relacionarnos. Los melodramas ya no se veían sólo en las telenovelas, también se presentaban constantemente en nuestras redes sociales, y así no lo quisiéramos todos podíamos presenciarlos. En pleno 2015 esto suena exagerado, pero en ese entonces, para muchos, este aspecto era chocante, no en vano hubo un man que escribió una canción que criticaba y se burlaba de Facebook.

“El 2009 evidenció un cambio global en la manera como nos relacionábamos unos con otros. Facebook, YouTube, Twitter, Messenger, Flickr, entre otras redes sociales y  plataformas,  se  convirtieron  en  el  puente  mediador  “oficial”  de  las  relaciones humanas”. 

Si bien es claro que la mediación de las redes sociales en la interacción de los individuos generó una especie de cultura espectacular, en donde las personas se transformaron en objetos de consumo, esta es sólo una cara de la moneda; muchos pudimos darnos cuenta de que las redes sociales eran también un mundo libre de fronteras, de valores éticos, y además, una herramienta para promocionar y divulgar nuevos proyectos creativos. En la música, por ejemplo, las redes sociales y las plataformas de la web 2.0, se convirtieron en el medio de comunicación más directo entre los artistas y su público. El 2009 fue un año en el que empezó a gestarse una nueva generación de músicos colombianos, que viendo el proceso de cambio que vivía la industria de la música, aprovecharon el poder y la eficacia de viralización de la web para dar a conocer sus propuestas musicales. La posibilidad de tener fans en diferentes lugares del mundo, sin ni siquiera haber hecho promoción directa o un concierto promocional, se convirtió en una realidad. Las redes sociales se establecieron como el medio a través del cuál el público se sentía más cerca de los artistas, y en consecuencia, empezamos a conocer sus gustos, su opinión y su día a día. Por un lado, Twitter se estableció como un medio inmediato para generar noticia y controversia alrededor de diferentes temas. Por su lado, YouTube dejó de ser una plataforma sólo para videos caseros y los músicos lo vimos como un medio oficial para dar a conocer nuestras canciones, montar nuestros videoclips y empezar a generar más contenido cómo sesiones en vivo, acústicos y mensajes o actividades junto a nuestros fans. 

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En el 2009, Twitter colapsaba con hashtags sobre la gripa porcina y la primera mujer abiertamente lesbiana en dirigir un país. En el 2009, Facebook se llenaba de fotos sobre el peinado de Farrah Fawcett y de suposiciones acerca del estado del vuelo de Air France desaparecido en la mitad del Océano Atlántico. En el 2009 YouTube expandía su gran catálogo de videos con tributos para el maestro Escalona y flashmobs de miles de personas haciendo el moon walk. En el 2009, unos iniciábamos nuestro camino en la música impulsados por el boom de las redes sociales, las mismas que declararon al mundo entero en estado de duelo por la muerte de Michael Jackson, el rey del pop. 

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