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Estéreo Picnic día 1: Así se construyen los ídolos de la nueva generación

El mismo día que los Stones tronaban en el Campín, las nuevas bandas de culto hicieron carrera

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El mismo día que los Stones tronaban en el Campín, las futuras bandas de culto hicieron carrera en el primer día de Estéreo Picnic. Las muestras son variadas y los escenarios tuvieron multiples movimientos. 

Fabián Páez López @Davidchaka //Fotos: Daniel Álvarez, Alejandro Gómes, Alejandra Mar. 

Lo que parecía iba a ser un día protagonizado por lluvia, charcos y barro terminó siendo el empalme perfecto para dos generaciones de consumidores de música en Bogotá. Por un lado en el estadio el Campin resonaba la banda de rock más longeva de la actualidad, los Rolling Stones. Más al norte, los que no crecimos rindiéndole el culto a los Stones que le rindieron nuestros padres, fuimos a ver a 15 bandas que están creciendo; unas recién nacen y dan sus primeros pasos en los escenarios y las otras, para nuestra generación, empiezan a colarse entre las leyendas.  

Bogotá se dio el lujo de tener en el mismo día dos plazas copadas, pero podemos decir que los que fuimos al Estéreo vimos algo de la vieja y la nueva guardia. Así como en los 60 los Stones ganaban adeptos con sus excesos, acumulando mitos, vendiendo discos y ganando groupies, hoy las bandas construyen su fiel fanaticada sobre los escenarios de festivales como el Estéreo Picnic.

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Lo que nos dejó el primer día significó más que la reunión de un cartel variopinto de matices sonoros. Vimos clásicos del rock nacional tocándole a un público nuevo, 1280 Almas. Vimos a un Of Monsters and men cálido haciendo cantar a los más jóvenes. Presenciamos la potencia de los que más se le acercaron en veteranía a los Stones, Bad Religion. Llovieron colores con Tame Impala y adoramos en el escenarioa los dioses de lo freak Die Antwoord.

El nuevo publico festivalero tiene otros intereses y otras formas de consumir y, por lo menos, el jueves que abrió el Estéreo Picnic, listamos varias tendencias que nos están empezando a marcar como una nueva generación de público, de los que preferimos las experiencias por encima de la veteranía. Así es como aprendemos y apreciamos la música hoy para bien o para mal. Estos son los flashbacks de nuestro día.

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-La sobredosis de marcas y mercadotecnia. Sí, las marcas son las que mueven este tipo de eventos y las que de una u otra forma hacen que la experiencia del festival trascienda lo musical. ¿Pero en verdad es tan necesario el bombardeo de letreros de productos? Hay que tirarse del tobogán de los chicles, después ir al escenario de las camisetas, pasar por la carpa de los celulares, utilizar el retrete patrocinado por las hamburguesas, etc, etc. Hoy vamos a los conciertos preparados para una sobrecarga de imágenes que nos quieren vender algo por los laditos. Por encima de todas está, por supuesto, la marca que nos reunió allí: Estéreo Picnic. La gente se toma fotos con el letrero del Festival antes que con los amigos.

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-Los fastidiosos selfiesticks para grabar eventos.  De los mismos inventores del palito para la selfie, llegó el Estéreo picnic el palito para grabar el concierto. ¿Es en serio? ¿Todo lo queremos grabar con el celular antes de ver? Uno entiende que cada puesta en escena es memorable, pero si hay una mañita que nos jode ver un concierto es que la visibilidad nublada por una cantidad de palos atravesados, como si tuviéramos que ver el show tras las rejas. Estamos presos. Somos la generación que quiere tener todo, absolutamente, publicado.

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-Públicos atípicos. Podemos reconocer la calidad musical, vimos a la vieja guardia del rock bogotano, las 1280 almas, con uno de los públicos más atípicos que ellos se habrán podido encontrar después de haber acostumbrado a su gente a reventar rock al parque.  Que la banda que estuviera al otro escenario fueran los casi recién nacidos The Kitsch habla mucho del tránsito generacional.

¿Y lo importante, la música?

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- Bad Religion.

Bad religión es una banda de culto, potente y llena de punk, pero el pogo se quedó corto.

Otras de culto se siguen moviendo y no mueren. Bad Religion dio el show más potente de la noche. La gente seguía grabando así la figura del (VOCALISTA DE BAD RELIGION) fuera la de un señor que levantaba al que fuera pero que ante la vista eran eso, unos señores.

- Tame Impala y Die Antwoord. Si hay una banda comparable con un espectáculo de pirotecnia esa es Tame Impala. La banda de Kevin Parker es pura polvora estallándose en el escenario. Dieron, como siempre, un show cargado de luz; preciso y potente. Pero el premio de la noche se lo llevan los dueños del rap rave sudafricano: un show sin calzones, con visuales sugestivos y gemidos y alaridos exquisitamente propinados por Yolandi.

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- Mumford and Sons y Of Monsters and man. Sus nombres están bien grabados entres los más jóvenes y, aunque impecables en su interpretación, representan el ascenso en el mercado musical, de ese género de rock suave cercano al folk estadounidense. Si hubo algo que brilló por su ausencia este día fueron los proyectos nacionales con sabor tropical, cada vez hay menos. 

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