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“Saludos hipsters del mundo”, bienvenidos al Estéreo Picnic

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Estamos conectados gracias a Tigo-Une

Por Jenny Cifuentes (@Jenny_CiFu)

Los festivales suelen ser esos anhelados universos paralelos ideales en los que la música resguarda, hace despertar de letargos y sublima emociones. Los festivales  son catarsis.  Cuando se acaban el guayabo es terciario. Hay tusa y negación de volver a la vida real. Una mayoría se congrega en ellos para vivir pequeñas grandes maravillas, a veces definidas con muecas de incredulidad o con caras impactadas como las que quedaron hoy después de que Jack White y Skrillex desafiaran nuestra capacidad de asombro. Uno compra la boleta de un festival para estar  en un mundo distinto. Para ser de la manada y dejarse pilotear de un personaje en tarima que ejerce de sicoanalista, fetiche, ídolo. De lo que uno quiera. Porque los festivales son fantasía, irrealidad, delirio y vamos a ellos porque la cuestión, como dice Systema Solar, es ser feliz.  

Pero el acceso a ese sentimiento  palpitante requiere más que ilusión y arranca desde conseguir el billete. ¿Cómo llega uno de 18 años, con el bolsillo pelado y sin trabajo al Estéreo Picnic?,  ¿Cómo aterriza - como su lema- en “Un Mundo Distinto”?.  Preguntando desde nuestro arribo, los implicados nos confesaron la verdad: El Estéreo Picnic son los papás. Difícil ir pidiéndole a los papás 500.000 barras para unos conciertos, “pero ellos ya saben que existen y como desde diciembre se les va convenciendo, o vamos ahorrando y juntando la plata de lo que nos dan, incluidos los 50.000 diarios para la comida”, contaron algunos asistentes. Otros, unos años mayores y trabajadores narraron sus peripecias con las primas y demás artimañas financieras programadas de antemano para poder lograr estos gloriosos días de gozo. Las maneras de conectarse con la música pueden aparecer de tan variadas maneras, y a pesar de que la masa hipster impera en el evento –“saludos hipsters del mundo”, exclamó en el escenario Tan Tan Morgan, la banda que abrió la jornada -, otros oídos con gustos de diferentes cataduras también llegaron al festival. Como ocho chicos de Ciudad Bolívar, que arribaron escogidos a través de una convocatoria por localidades que hizo la Secretaría de Integración Social de Bogotá en la que para participar debían plantear porqué era importante el Estéreo Picnic para su desarrollo. Un combo engrosado por integrantes de agrupaciones musicales amateur, entre ellos un rapero que lidera una escuela de formación de rap llamada Hard Conciencia (que trabaja entre otros con la Casa de la Juventud, y el Centro Juan Bosco de su localidad) que llegaron desde las 10:30 a.m., pudieron subir a las tres tarimas del encuentro, ver apartes del montaje y  aprender algo sobre producción para poder replicarlo en sus bandas.

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Con la  ruta más despejada para unos que para otros, los espectadores que lograron entrar al Estéreo Picnic - este año más crecido -, aterrizaron  en  un mundo de niñas con coronas de flores en la cabeza.  En un mundo ideal con fondo de baterías y luces, en el que la policía no suda porque el “personal es absolutamente relajado”, nos dijo un integrante de la fuerza pública.

 Y es que el “personal” calentó motores hoy.  Obvio por el arranque.   Dándole la razón al policía, el público se vio pacífico, expectante, tranquilo, armonioso.  Audiencia amante de selfies.  Felices tagueados con su repertorio de gestos para la galería, tanto, que en  muchos de ellos haría delicias la últimamente famosa app de Marky Ramone, el “Smartphone Swatter” diseñada para quienes la pasan todo el concierto tomando fotos o grabando con el celular. En la que él aparece con una especie de matamoscas, un palo con un vinilo, con el que le pega a todo el que esté registrando con su móvil, - recomendamos verla -.  Pero de eso se trata, de disfrutar como venga en gana y con ese gran cartel, todo se vale.  Aunque  en medio de todas las manifestaciones de disfrute haya causado un poco de tristeza ver brillantes actos con muy poco público, como sucedió con Grupo de Expertos Sol y Nieve, SBTRKT o El Mató A Un Policía Motorizado  por citar algunos  ejemplos, y reitero, no por la calidad de los grupos, sino por sus enfrentados u horarios. Esas son las montañas rusas de los festivales y este no es la excepción.  Hay momentos rasos y otros que llegan al pico. Y aquí hubo instantes de alto voltaje, como cuando los espectadores levitaron oyendo los hits radiales de Foster the People, o cuando las agujas llegaron al rojo con despliegue de imágenes como en el show de Skrillex (el más esperado según nuestras encuestas)  o cuando  Jack White en medio de pirotecnia hizo explotar la tarima con rock´n roll de efecto demoledor.  Sublime. Todo hace parte de esa dimensión recreada, del universo sonoro en vivo que logra liberar de la cotidianidad, de ese espacio mágico que marcó hoy el arranque del Estéreo Picnic, que lució grandes figuras, que  enganchó a los asistentes y dejó el público alucinando, tanto que hubo quien volvió a su casa de medio cuerpo para arriba y dejó el otro medio en ese mundo diferente.

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Hoy vivimos el primero de tres días que prometen sumar más de este público devoto que se prepara para presenciar  gigantes figuras: Calvin Harris, Kings of Leon, Andrés Calamaro, Alt- J, Rudimental y más nombres que se pasean en mayúsculas en listados mundiales. Nosotros estamos seguros de que bandas nacionales como Systema Solar, Herencia de Timbiquí y Puerto Candelaria entre otros también lograrán conectar a la audiencia con esa fantasía musical festivalera.

Estamos Hechos de música.

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