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¿El reggae bogotano se estancó?

Una mirada al estado actual de la escena reggae capitalina

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Este año Rock al Parque disminuyó sustancialmente la cuota reggae en su cartel y es inevitable preguntarse si esto es consecuencia de vacíos al interior de la escena. Hablamos con varias voces para darle una mirada al estado actual del circuito reggae local.

Por: Nadia Orozco @Cornfake

Rock al Parque lo tiene muy claro, entiende que el público reggae ha sido fiel, ha sido asiduo y perseverante. Durante años las banderas verdes, amarillas y rojas se han ondeado en el parque Simón Bolívar frente a artistas gigantes en la escena del reggae mundial –Black Uhuru, Lee Scratch Perry, Mad Professor, Cultura Profética– y, por supuesto, los nombres nacionales han encontrado en RAP una tarima para hacer eco y expandir el mensaje.

En esta edición de Rock al Parque no habita ningún peso pesado del reggae mundial y solo dos grupos nacionales que están representando el género; por un lado Ghetto Warriors (que obedece al intercambio con el Festival Altavoz, en Medellín) y por otro Lion Reggae, la única agrupación reggae que pasó la convocatoria distrital. Y aunque en ningún momento ha sido una regla para el festival tener dentro de su programación un porcentaje de reggae, sí es extraño que en esta edición se haya disminuido la cuota y que nos haga preguntar qué está pasando al interior del circuito reggae bogotano.  

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Para la curaduría del festival esta ausencia tiene que ver con varios asuntos; en el caso de los artistas internacionales se interpuso que varias de las propuestas internacionales que estaban sobre la mesa se salían del presupuesto por el repunte de los precios que han tenido las bandas de reggae. Otros grandes nombres del género ya habían estado en el Jamming Festival exactamente un mes antes. El caso de las bandas nacionales es otro; entre el 2014 y el 2015 Rock al Parque tuvo en su tarima a los grandes nombres locales agotando para este año las posibilidades. 

Javier Fonseca además de ser una de las cabezas de Alerta, uno de los grupos con más relevancia, es también un gestor importante y afirma: “Rock al Parque no ha querido ver lo que significa el reggae. Antes tenía un espacio en la tarima principal, pero luego pasó a la más pequeña en un momento donde la comunidad del reggae está creciendo inmensamente. En todas las ciudades hay alguien que tiene que ver con el género, se ha empezado a fortalecer una pequeña industria, pero no se le ha dado el apoyo que requiere”.

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Ras Jahonnan, también conocido como Mosco Fly, es un nombre celebre. Desde 1994 le camella a la música y dentro sus planes no está abandonar el barco. A las convocatorias distritales de Rock al Parque se presentó tres veces con su banda Natural Selection y, según él, pasaron porque ya no podían decirles más que no. Siente que siempre ha existido recelo con respecto al componente reggae; sin embargo, para Jahonnan espacios como el Jamming Festival están sacando la cara.

Ras Jahonnan está seguro de que hay una escena que se está fortaleciendo: “todo es un proceso y llegará el momento en que se pueda hacer un festival de reggae y música caribeña. Mientras eso pasa estamos buscando el espacio en diferentes festivales. Pero como en todo, hasta en el reggae, todo funciona con rosca, con los amigos de los amigos. Hubo una actividad muy importante en mayo que fue el Mes del Reggae, que me parece muy bien que se haga, pero muchos nos sentimos excluidos porque al final los organizadores ponen a sus amigos”. El Mes del Reggae fue una iniciativa liderada por la líder de Altogrado, Martinika, y Javier Fonseca de Alerta, en conjunto con el Festival Rototom Sunsplash de Europa. 

Contrario al hip hop o el metal, el reggae no cuenta con una mesa distrital donde se organice la agenda y las necesidades del género a nivel local. ¿Hace falta? Oscar Simeone está al frente de la Biblioteca Negra Haile Selassie, un espacio que lleva tres años difundiendo la historia de África, el panafricanismo y la historia Rastafari a través de libros, exposiciones y fiestas mensuales para celebrar el reggae roots.  “La función de esta biblioteca es vital para los jóvenes que quieran entender las canciones y los términos que escuchan en el reggae. Eso sí, sin adoctrinar”, aclara Óscar.

Para Simeone sí hay una escena: “si se hacen conciertos de reggae en la Media Torta se llenan, la gente va Rock al Parque y se llena, y el Mes del Reggae fue un espacio muy importante. Al principio yo creía que como el hip hop y el metal tienen su mesa distrital, el reggae también debería tener ese espacio. De hecho se intentó organizar por mucho tiempo. Luego me di cuenta que lo que se necesita es la voluntad de los artistas y del público, que sigan asistiendo a los eventos y divulgándolos”.

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Pero sobre esta mesa Javier Fonseca opina que “es una cosa muy bacana pero al mismo tiempo es muy política. Las personas que hacen parte empiezan a ejercer poder, meten a su parche y termina siendo perjudicial”. 

Rock al Parque 2016 puede ser un sismo necesario para que el reggae se empiece a entender como una unidad que necesita sus propios espacios; para que se tripliquen eventos como el Mes del Reggae; se fomente un festival gratuito dedicado al género con todos los juguetes; se apoye a los pequeños proyectos; se entienda la formación académica como un deber; se apoyen a los proyectos emergentes; y los espacios brinden las condiciones aptas a los artistas, entre otras necesidades. 

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En Bogotá se cuentan con los dedos de las manos los sitios dedicados al reggae. A la hora del té son muy pocos los que están brindando la oportunidad a los artistas de mostrar su música, los que están velando por las buenas condiciones a la hora de un concierto o que estén programando en sus bares música de artistas nacionales. En su gran mayoría se trata de sitios con banderas reggae que ponen las mismas canciones de dancehall aptas para las pistas de baile. Una fórmula ganadora, sin duda alguna, ¿pero de qué manera están ayudando al crecimiento del reggae local?

Dubman Selekta es gestor cultural, lleva más de 10 años trabajando en programas de radios independientes y con bandas, además de ser dj de dub. Por supuesto es una voz que puede hablar muy de cerca de los espacios y afirma que “hemos intentado hacer fiestas pero siempre que llegamos a un sitio donde ponen dancehall, nos piden que quitemos lo que estamos poniendo (dub) porque solo gustan las canciones conocidas. No resisten formatos nuevos y es muy complicado. No tenemos espacios donde se puedan escuchar cosas alternativas de reggae”.

Al preguntarle a Dubman por proyectos que estén siendo relevantes para el reggae local habla inmediatamente de Dub To Jungle: un colectivo creado por tres personas que tienen experiencia de sobra en este universo como Jairo Vargas de la productora de eventos Reset, Diego Gómez del sello disquero Llorona Records y Ricardo Vega de la productora audiovisual Los Bones. En tres años este colectivo ha logrado traer a Bogotá nombres poderosos de la escena del soundsystem mundial como Channel One –uno de los soundsystems más antiguos del mundo y por lo tanto leyendas vivientes del género–, Iration Steppas o Reggae Rajahs de la India. Además han intentado mezclar con las fiestas actividades académicas.

Sin embargo, aunque los eventos de Dub To Jungle ya llevan cuatro exitosas ediciones, no ha logrado calar entre la real audiencia reggae. “El 80% de nuestro público no tiene nada que ver con rastas o con personas de la escena reggae. Sí, van amantes de la música pero cuyo estilo de vida no tiene nada que ver con eso”, cuenta Ricardo.

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“Nos falta educarnos un poco, la gente que nos escucha tiene en la mente que el dancehall es una cosa, el dub otra, el reggae otra y cada cual tira para su lado. Pero a la final la raíz es el reggae. Vas a una discoteca y no te ponen lo nuevo. Definitivamente hace falta eso”, explica Ras Jahonnan.

Así como pasa en otras escenas musicales, el aprecio por lo local también es una preocupación y un reto por superar. “Hay gente que se está acostumbrando a lo internacional y cuando uno intenta hacer un evento con solo nacionales no hay acogida. Si se trae gente de afuera que está empezando o leyendas tampoco hay acogida, solo se quiere lo que está de moda, lo que se está vendiendo y no lo que es de culto”, dice Javier Fonseca.

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Desde su nacimiento el reggae ha sido un género de resistencia y revolución, donde el mensaje ha sido tan protagonista (incluso más) que la técnica musical. Ese mensaje ha estado exento de finalidades materiales y quizá por eso un buen número de propuestas no han tenido como prioridad generar planes de trabajo que respalden la música y han quedado a mitad del camino.  

A pesar de que hay muchas cosas cocinándose en el underground del reggae, según Javier Fonseca muchas bandas corren el riesgo de ser juzgadas porque están “vendiéndose”, a pesar de que este proceso es necesario para poder salir del nicho y conquistar otros públicos y países.

Hoy hay agrupaciones emergentes, plataformas y medios independientes; hay estudios de producción, iniciativas, gestores y activistas; y hay festivales y eventos. Pero lo más importante es que hay un público voluminoso. Está en los gestores y líderes seguir buscando esos espacios que construyan musical y académicamente, que formen gestores y ayuden a entender a las nuevas bandas y generaciones que es necesario hacer el trabajo completo para que el reggae se siga fortaleciendo,  para que tenga el espacio que merece un público constante y fiel. 

 

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