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Rock Al Parque día 1: La ceremonia, el rito y la consagración metalera

Este primer día reconcilia al metal con su naturaleza urbana, la de ser un sonido de lo denso que puede ser vivir.

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Sepultura en Rock Al Parque - día 1

Este primer día de Rock al Parque es el reflejo de una ceremonia única que se renueva cada minuto. Se trata de entrar en trance y mover la cabeza con fuerza y desdén, hasta pensado que si se desprende del cuello será por un buen motivo. Es el día de los sonidos más fuertes y resistentes del festival. Los mismos que para los reductores, serán simplemente metal.

Por: José "Pepe" Plata // @owai - Foto: Iván Valencia

El metal está vivo acá en un grupo humano que ha sabido soportar estigmas, críticas y señalamientos. Así que este día es la muestra de que el metal está muy vivo, no está muerto ni tampoco está en remojo. Se siente como un corazón que late y está dispuesto a moverse sin importar las barreras.

De su riqueza y diversidad se nutren aquellos que notan cómo una distorsión, una voz gutural y una movida sin par de la cabeza es una parte de la emoción por lo fuerte y directo.

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Este primer día reconcilia al metal con su naturaleza urbana, la de ser un sonido de lo denso que puede ser vivir, pero del cual se tiene de dónde salir cuando se escucha decir: ¡Qué chimba de energía! o ¿Cómo estamos Rock al Parque?

Estamos en el día más chimba del festival, se le oye decir a un parche de gente que viene de Medellín. Otra voz dice: “Yo me voy a soyar a Sepultura, esa bandota…”

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Difícilmente un lugar como un parque o espacio público logrará reunir tanta variedad y unidad humana de seres que han vivido cada día del metal como si fuera su primero o el último. Esta cita es como una jornada de consagración en la que hay tantos ritos como creencias. Se cree en el thrash, el heavy, el death, el black y otras tendencias más.

Las tres tarimas (Plaza, Eco y Bio) cumplen la función de ser templos de un rito que a Bogotá bien le queda. ¿O será mejor Pogotá como decía Agony hace 20 años? Y es así como nos sumergimos en una tarde, un atardecer y una noche rodeada de lo más extremo y a la cual el público acude fielmente.  

Vimos a Bogotá ser un organismo sonoro pujante. Vimos al parque ser la mejor manera de comprender cómo Rock al Parque necesita que lo cuiden y lo aprecien con estos sonidos.
Vimos largas cabelleras. Vimos camisetas de Iron Maiden, Amorphis, Metallica, Anthrax, Ramones, Slayer, Napalm Death, Cromags, Black Sabbath, Testament, Carcass, La Pestilencia, Masacre y más bandas que le han dado el sabor único al metal de todos los tiempos.

Quien viene a este parque no lo hace para descansar. 

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Justamente el sonido de hoy es la muestra de cómo todo aquel aparato de amplificación que aquí se encuentra va a dar lo mejor de sí, para que riffs, fraseos melódicos, golpes de batería, frases de bajo suenen y retumben en cuerpos y mentes.

Hemos visto peregrinaciones a la Meca o a Roma con gente de todo el mundo. Pero aquí vemos cómo los peregrinos vienen caminando o llegan en SITP desde localidades y barrios como Bosa, Kennedy, Tunjuelito, Rafael Uribe, Suba, Barrios Unidos y más.

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Una pareja rockera comparte una hamburguesa en la zona de comidas. Mientras consultan la programación del día, miran algunas de las fotos que han tomado con su celular y encuentran paisajes plagados de metal, de gente pogueando y se les oye decir: Severo pogo con Morbid. Alex Oquendo es un veterano del metal.
 
Cada quien quiere llevarse el mejor recuerdo de la jornada. Hay quienes capturan videos, fotos o graban un poco de audio. De seguro esto hará estallar recuerdos de haber visto bandas como Adaimon, Nonsense Premonition, Aborted, Supremacy, Desolator o No Raza. Y sin duda, el regalo musical de la noche: Sepultura.

Suprema sinfonía del metal suramericano se escucha desde Brasil. Y Bogotá responde con un pogo y con un movimiento de cabeza que nos supone estar trance y unidos con esto.

Y es así como vivimos un día único e irrepetible. Irreal y místico para otros, pero claramente metalero. Con 100 mil personas que estuvieron a la altura de un rito que así como espera una fecha especial cada año, bien calienta motores todo los otros 364 días.
 
Pero si la fiesta se acaba, nos quedan unas preguntas sueltas por resolver:

1.      ¿Siempre hay que putear para decir que se está bien?

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A veces no es necesario hacerlo

2.      ¿Cómo se escoge el horario de llegada al parque según un metalero?

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Queremos que la gente llegue más temprano para ver y gozar más metal.

3.      ¿En estos tiempos de selfis y recuerdos instantáneos, qué quiere un fan del metal dejar como recuerdo?

Bien podemos pensar que la mente guarda más recuerdos.

4.      ¿La dieta del día, cuántas calorías necesita para calentar el cuerpo a un temperatura baja como la de hoy?

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Hay carbohidratos y azúcar a granel…y pocas opciones saludables.

5.      ¿Cómo hace un metalero para bien diferenciarse?

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No importa, bien el sentir metalero es igual y único en cada ser que viene al parque. Único en el mundo del metal, igual en un sentir de una sonido que no se acabará.

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