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World Music en el Festival Centro: De los ritos ancestrales al divino Boogaloo

El mundo debe girar guiado por ondas sonoras. Joe Bataan, Madosini, Kombilesa Mi y los Coreguaje nos llevaron hacia los orígenes del ritmo

Por: Fabián Páez López @Davidchaka // Fotos: Alejando Gómez // Video: Fredy Vargas

A principios de los 80´s Peter Gabriel quiso darle un empujón a los sonidos que estaban más alejados de la industria de la música y creó el festival WOMAD (World of Music, Arts and Dance). Desde ese entonces, centenares de ritmos, tonalidades, y tradiciones se vieron empaquetadas bajo el sello de World Music. Los ecos del pasado que reverberan hasta nuestros días, fueron sacados de los lugares que para los británicos eran los rincones menos explotados culturalmente y puestos bajo una categoría comercial. La explosión fue tan grande que sus ondas se siguen expandiendo. La música de nuestros antepasados, como buscando sus raíces comunes, se encontró de nuevo en discos de sellos como Putumayo Records o Real World; y compartió las mismas tarimas, como las del WOMAD o el World Music Festival de Chicago.

Esa inclusión de la música tradicional en los circuitos internacionales hizo que tanto acá como allá empezarán a agitarse tremendas combinaciones rítmicas. Ahora, en Bogotá, también le abrimos espacio a eso que conocemos como  World Music. El viernes fue su día en el Festival Centro.  

De la tarde a la noche, compartieron escena los ritos ancestrales del Caquetá interpretados por los Coreguaje; una exploración de los cantos indígenas y sus propiedades terapéuticas, a cargo de los Totolincho;  el rap folclórico palenquero de Kombilesa Mi; una muestra de voz y poesía con Georgina Hassan; la introspección a los orígenes de los instrumentos con la matrona sudafricana Madosini; y una soberbia interpretación orquestal del papá del Boogaloo, Joe Bataan.

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A ver esta grata sobredosis de tradiciones sonoras llegamos justo cuando empezaba una muestra de un mundo que no nos queda lejos geográficamente, pero del que no sabemos nada. Siete miembros del pueblo indígena de los Coreguaje, que habitan la zona del Caquetá, nos enseñaron sus representaciones musicales del canto del colibrí; el canto del borracho y el de la charapa. De la tierra salió la música: con sus manos hicieron sus instrumentos. En la tarima del auditorio, Totolincho, un grupo que lleva 30 años investigando los cantos y los instrumentos indígenas también hizo su acto.

Horas más tarde, los amigos de la casa en Shock, Kombilesa Mi, que hace un año estuvieron representando duro el folclor palenquero en el Shock Fest, dieron cátedra verbal de hip hop en palenquero y español. Vimos pocos cables y poco público, pero un alto poder amplificado.

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Cuando la argentina Georgina Hassan subió al escenario, ya empezaba a llegar la gente.  Después de un acto sencillo y casi que poético, ella misma hizo el llamado para ir a ver a la matrona, Madosini.

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Madosini cantó historias de amor y comedia con sus arcos Uhadí. A ratos, eran sus instrumentos los que hablaban. Pedro, uno de los mejores exponentes de la flauta de harmónicos en el mundo, y quien la acompaña a extender las raíces africanas por el mundo, hizo de interprete.

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La noche ya estaba llena y el espectáculo estalló con la llegada de Joe Bataan al auditorio de la FUGA. Una fila de gente que le daba la vuelta a la manzana esperaba para ver el show de uno de los artífices de la era dorada de la música en Harlem: Joe Bataan. Él dirigió la orquesta del Boogaloop y del Latin Soul en los Estados Unidos y participó de los inicios del mestizaje sonoro de la música negra en el mundo. Como buen director de orquesta, de la mano de una banda de músicos bogotanos, Bataan, iluminado por la gracia divina que lo salvó de la muerte a finales de los 90, alborotó las fibras de quienes profesan todos los credos musicales.

Desde que Peter Gabriel empezó a abrirle campo a los sonidos tradicionales, con todo y que metieron a las raíces musicales más distantes bajo el mismo empaque, empezamos a juntarla para conocer el mundo. Ahí está la etiqueta. Al inicio, cuando el intérprete Coreguaje introdujó una de las canciones tradicionales de su pueblo, la describió desde el punto donde deberíamos ubicar a las verdaderas raíces de la música: “Esta canción no significa nada, es una canción”. Después, cantaron y bailaron.

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Hablamos con todos ellos y nos contaron todo lo que hay detrás de su música. Los instrumentos, el pasado en África y la historia del mestizaje salsero. Más adelante publicaremos la entrevista completa a Joe Bataan. Por ahora dele play a los sonidos de la música del mundo y escuche hablar a sus interpretes. 

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