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Caribou, el rey de la farra, también tiene su lado nerd y matemático

Uno de los hijos del boom de la música alternativa del comienzo de milenio es uno de los grandes invitados de Estéreo Picnic 2017.

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Foto: Getty

Algo pasó en el comienzo del milenio. De un momento a otro, el espectro de la música multiplicó sus matices, los géneros se destruyeron, las fronteras desaparecieron, la electrónica se coló en las venas de muchísimas bandas en todo el mundo, y el acceso a bandas y canciones de todo el mundo fue universal. Bandas como LCD Soundsystem, Hot Chip, Arcade Fire, Battles o Animal Collective emergieron y redefinieron lo que entendíamos como “música alternativa”. En esa movida también brilló (y brilla aún) un canadiense nacido en 1978 llamado Dan Snaith, más conocido por la banda que lidera, Caribou, y por ser artífice de un sonido que comenzó dentro de los senderos del rock sicodélico y luego pegó duro en los circuitos fiesteros. Actualmente Snaith vive en Londres aprovechando la escena electrónica de la que hace parte con Caribou y su proyecto paralelo, Daphni, y porque hace quince años se mudó a ese país para hacer algo muy insólito para un hombre de farra: hacer un doctorado en matemáticas. ¿Qué pasa cuando esas dos corrientes, tan aparentemente distintas, se mezclan a la hora de hacer música? Hablamos con Snaith, quien con Caribou, será una de las joyas y figuras del Estéreo Picnic 2017.

Por: Juan Pablo Castiblanco Ricaurte 

¿Esa multiculturalidad que ha atestiguado tanto en Canadá como en Londres se ha manifestado de alguna forma en Caribou?

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Creo que sí, definitivamente. Como fanático de la música he estado expuesto e interesado en música de todo el mundo, como coleccionista de discos, como amante de música nueva. Así he estado en contacto con nuevos sonidos y nuevas culturas. Mis amigos son un grupo de personas diverso que han tenido diferentes influencias. Es algo vital para mí, no me imagino vivir en un país que no cuente con ese elemento. Pero no hay nada en mi música que tenga una identidad nacional o que esté relacionada específicamente a un lugar; es más una música que surge de una conversación entre culturas musicales, de lo que pasa cuando mezclas muchas ideas, tiempos y lugares y lo que puede surgir de ahí. Tal vez es algo que viene en tu educación cuando eres canadiense porque eso es lo que pasa a tu alrededor todo el tiempo.

Así que si le pregunto por un lugar que lo haya impresionado particularmente, no tendría una respuesta.

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Me siento muy afortunado porque gracias a la música puedo viajar y conocer muchos lugares. Hay personas que encuentran un lugar que citan como su hogar espiritual al que se sienten vinculado. Pero yo me siento afortunado y desafortunado a la vez porque no tengo eso.

¿Qué pasó con las matemáticas?

La parte académica de mi vida se acabó después de haber acabado el doctorado en el 2005. En ese momento la música comenzó a convertirse en una actividad a la que me podía dedicar de tiempo completo. Me encantó aprender, la vida académica y las matemáticas pero cuando tuve que escoger no tenía tiempo para hacer las dos cosas. Las matemáticas es algo que consume toda tu vida. La gente que está dedicada a eso se obsesiona. Cuando me tocó escoger, era obvio que la música iba a ganar.

Tuvo que escoger entre estudiar o irse de fiesta. ¡Difícil decisión!

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Jajaja, sí. Lo que pasa con la música es que para mí tiene las dos cosas, porque tiene un lado social que sale cuando hago de DJ o estoy de gira con la banda o conociendo gente en los viajes, pero también paso mucho tiempo en mi estudio casero en el que trabajo solo. Así tengo acomodadas las facetas de mi vida.

¿Pero las matemáticas sí han servido como una forma de comprender mejor o diferente la música?

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Lo que pasa es que yo tengo una noción de las matemáticas muy distinta a verlas como una secuencia de números y patrones, sino un asunto más abstracto y filosófico. En algunos contextos la música sí se ha reducido a un problema matemático o científico y puedo apreciarlo, los resultados pueden ser interesantes, pero no podrían estar más alejados de lo que quiero hacer con la música que, para mí, se trata de hacer que la gente y yo mismo, sienta algo, una conexión emocional con lo que hice y luego trasladarlo. No se trata solo de eso obviamente, sino de ver si se puede hacer excéntrico, interesante, fenomenológico o que se sienta único. Busco una gran melodía directa y emocional. Mi lugar en la música está entre el pop, melodías memorables, y la capacidad de darle la vuelta y retorcerlo para hacer algo diferente.

¿Cuál fue su énfasis en las matemáticas?

Estudié teoría algebraica de números que es un área puramente matemática. Entre más aprendía sobre matemática más trataba de alejarme de algo que tuviera una aplicación real en el mundo, como estadística que era mi peor pesadilla. Lo que me gusta de las matemáticas es que tienen una belleza abstracta, simetría, poesía cuando está totalmente divorciada del mundo real. Cuando haces cálculos en el mundo real tienen que estar comprometidos, con aproximaciones. Pero matemática, en su forma más pura, intenta encajar todas las piezas de la vida a la perfección. Eso es lo que me gusta. No hay forma razonable de esperar que el mundo lo entienda.

¿Esa comprensión de las matemáticas también va de la mano de una noción espiritual?

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No soy una persona religiosa ni espiritual. Las matemáticas es un mundo abstracto donde las cosas funcionan de un modo hermoso. La música es una versión de eso porque hacemos arte a partir de nuestras vidas. Una canción perfecta de pop o de amor es aún más perfecta que la vida real porque son una vía de escape a que en la vida las cosas funcionen de manera extraña y no de la manera que esperamos. Me atrae desaparecer entre cosas que son fácil de resolver y con las que es fácil de lidiar, diferente a la vida cotidiana que es un camino largo y difícil. La mejor música confronta eso y el mejor arte captura la idea de que la vida es dura y caótica. Por eso muchas de las cosas que escribo, así sean sobre relaciones mías o de los demás, hablan de algo que constantemente necesita ser trabajado. Es un tema que es común para las personas que están en sus tardíos 30, que las cosas que no son tan claras como en la juventud, sino complicadas y que necesitan un constante compromiso.

Es entender la belleza del caos.

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Exacto. Eso es lo más bello de las matemáticas o la poesía en su estado más puro, que captan el caos diario alrededor de nosotros. Es algo difícil de asimilar pero a la vez es lo más hermoso que tenemos, que la vida puede ser a la vez compleja y preciosa.

A pesar de entender todas estas cosas, es interesante que el camino que haya tomado su música haya sido más pop, familiar y amigable, y no uno oscuro o experimental que estuviera más cercano al noise o el ambient.

Hay artistas como Tim Hecker que tienen una idea muy clara de la estética que quieren y hacen ese tipo de música. Envidio a esas personas pero no es el tipo de música que quiero hacer ni la forma en la que me siento respecto a la música o el mundo. Veo una contradicción en todo y no quiero hacer música enteramente pop ni enteramente experimental porque quiero sintetizar los dos extremos en mi música que hago, quiero hacer música que sea retadora pero a la vez accesible. No pienso las canciones en un nivel abstracto, es parte mi personalidad. Soy un tipo de persona que se para en la mitad de las situaciones y trata de entender todos los lados. Por eso la música que hago no se para en un extremo sino que trata de mantener un equilibrio extraño entre dos mundos.

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¿Saber de matemáticas ayuda a tener una comprensión diferente de las máquinas con las que hace música diariamente?

Sí y no. Tengo una mayor comprensión que quien se acerca de una manera ingenua a un instrumento, porque puedo leer el manual de un sintetizador y entender cómo funciona. Pero odio ser de esas personas que se pasan horas y horas con un equipo tratar de sacarle todo el provecho. Soy más impaciente que eso, solo quiero apretar una tecla y que haga un sonido.

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No es un geek…

Jajaja, acá tienes a un tipo que tiene un doctorado en matemáticas diciendo que no es un geek.

Caribou surgió a mediados de la primera década del 2000, en un momento donde coincidencialmente también aparecieron bandas como LCD Soundsystem, Animal Collective o Hot Chip. ¿Cómo ve ahora esta generación? ¿Qué pasó para que tantos proyectos surgieran al tiempo?

Creo que fue una explosión en la tecnología que había a la mano te permitía hacer. Cuando empezamos a girar por allá en el 2003 no era tan común usar un computador y tener una banda al tiempo, no había sintetizadores ni software que controlara teclados. Cuando empezamos éramos una banda de rock sicodélico porque no habíamos encontrado la forma de establecer un puente entre dos mundos. Pero a mitad de los 2000 todo eso cambió y entonces todas esas bandas ya tenían una puesta en escena híbrida entre un acto en vivo tradicional instrumental y algo computarizado digital. Para nosotros eso cambió lo que podíamos hacer en los conciertos y buscar cosas que no habíamos hecho antes. Es curioso pensar que todas las bandas que surgimos en ese momento ahora estén dando una vuelta victoriosa.

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También fue la era del boom de MySpace.

Sí, definitivamente. Me siento muy afortunada porque viví en un momento en el que la gente que hacía música y la que distribuía la música pensaba en hacer las cosas de una manera un poco más democrática, en dejar que todo estuviera más abierto y disponible para la gente. La industria musical masiva no ha funcionado muy bien para todos. En el 2010 tocamos en Bogotá y eso es un buen ejemplo de un lugar en el que no creo que los discos de Caribou hayan sido distribuidos físicamente, pero aun así pudimos ir allá a dar un concierto. Es algo impresionante.
 

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Usted también un proyecto paralelo como dj llamado Daphni. ¿Cómo separa lo que hace con Caribou de lo que hace mezclando? ¿Cómo sabe qué es para cada proyecto?

En lo que más pienso musicalmente y mi mayor interés es en Caribou. Ahí es donde están mis deseos de comunicarme con la gente. Realmente nunca pensé en tener un proyecto paralelo porque pensé que todo podía caber bajo la sombrilla de Caribou, pero Daphni surgió por algo que pasó en Londres en el 2007 cuando la escena de clubes se había vuelto vibrante y yo empecé a tocar en varios lugares. Lo que hacía con Daphni era más para las fiestas y no tenía estructuras comerciales. Hago mucha música todo el tiempo por lo que a veces me es difícil reconocer qué es para Daphni y qué para Caribou.

Al hacer música para fiestas, ¿qué tanto cambia cuando se es padre?

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Hay muchos impactos diferentes, cosas pragmáticas como no poder irse tanto de gira. Por ejemplo Our Love, que fue hecho cuando mi primera hija nació, se convirtió en el álbum más amoroso y emocional que haya hecho.

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