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2017: el año en que el mundo se unió para odiar a Donald Trump

En 2017 nos juntamos para proclamar nuestro más tajante desprecio hacia ese hombre horrible de piel anaranjada

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Foto: Gettyimages

Misógino, excluyente, racista, chavacán, ignorante, mediocre, mentiroso, irresponsable, cretino, guerrerista. Se le acaban a uno los adjetivos malos para referirse a este newyorkino de 71 años que se hizo millonario a partir de chancucos.

Por Álvaro Castellanos | @alvaro_caste

A veces el odio es más poderoso que el amor y así lo demostramos en el trascurso de 2017, al juntarnos para proclamar nuestro más tajante desprecio hacia ese hombre horrible de piel anaranjada que, finalizando 2016, pasó de ser un millonario intoxicado de fama barata, a un millonario intoxicado de fama barata en el cargo político más importante del mundo. Y, como se veía venir, un año después de convertirse en Presidente de EE.UU., este villano conservador de peinado ridículo se ha ganado, salvo algunas excepciones, el rechazo del mundo entero. De las mujeres, los negros, los latinos, los ídolos del deporte, Hollywood, el mundo del Rock ‘n Roll, los líderes de opinión, las minorías, algunas mayorías, los norcoreanos usted y yo.


Las encuestas son una mentira y, como dice el chiste, el 65 por ciento de la gente lo sabe. Pero es que en serio, en cuestión de meses perdieron la poquita credibilidad que tenían. Lo demostró el año pasado el Brexit en Reino Unido, el plebiscito en Colombia y la elección de Donald Trump en EE.UU. En los tres casos, pasó lo que no decían las encuestas y el mundo quedó al borde del apocalipsis, en parte gracias a 

ese descriterio colectivo llamado democracia: un sistema político participativo, pero hasta estúpido, porque privilegia la elección de las mayorías y, como es bien sabido, las mayorías siempre eligen mal.

Misógino, excluyente, racista, chavacán, ignorante, mediocre, mentiroso, irresponsable, cretino, guerrerista.

 Se le acaban a uno los adjetivos malos para referirse a este newyorkino de 71 años que se hizo millonario a partir de chancucos, que se hizo famoso por hacerse compinche de otros famosos, y que terminó recibiendo las llaves de la Casa Blanca en noviembre de 2016 ante la estupefacción de EE.UU. y el planeta entero que, entre todo, confiaba en la elección de Hillary Clinton como el menor de los males.

La elección de Trump como Presidente de EE.UU. ha magullado al mundo. En el caso de Colombia poco se ha metido, más allá de tomarse un par de fotos posudas con Juhampa-Judas-FarcSantos. Gracias a su gringocentrismo, seguro que Trumpsito ni siquiera sabría ubicar a nuestro país en un mapamundi, pero lo cierto es que sí hace falta vivir debajo de una piedra para no constatar los estragos de la decisión tomada por 63 millones de ciudadanos estadounidenses que, en su mayoría blancos y rednecks, estaban dispuestos a todo con tal de recuperar su “American Dream”. Es decir, poder jubilarse a los 40 años con una casa propia, su futuro económico asegurado y dedicarse el resto de sus vidas a ver películas  de Adam Sandler.

Que el mundo arda en llamas si eso me asegura que pueda levantarme todos los días a podar el césped de mi propio jardín, habrán pensado muchos de sus electores.

La prensa odia a Trump

Desde que este mamarracho asumió como Presidente, no ha pasado un día sin que deportistas, actores, presentadores, periodistas, líderes de opinión y la cultura pop en general pongan el grito en el cielo por la maldad e imbecilidades del tenebroso sucesor de Barack Obama, al que la revista alemana Dier Spiegel le metió un gorrito del Ku Klux Klan. Al que Time puso a vivir en el Kremlin ruso. Y al que la revista mexicana Letras Libres le dibujó un sutil bigotico hitleriano con letras que dicen “Fascista americano”.

Bien lo anticipó The Hollywood Reporter el año pasado. Si Ronald Regan había podido llegar a Presidente, Trump también. Sólo en un país en que el Gobierno tiene que aclarar públicamente que los zombis y las sirenas no existen (pasó en 2012), podría consumarse tremendo gazapo electoral. Efectos secundarios, seguramente, de un pueblo intoxicado de información y entretenimiento y que llega a confundir la realidad con la ficción.

Infantil en su reacción frente a los ataques editoriales, el maléfico encorbatado apenas atina a tuitear o gritar en público “Fake News! Fake News!”. Medios tradicionales como The New York Times o CNN, gobiernistas durante décadas, se le han plantado a Trump bajo la lógica de que les resulta imposible defender lo indefendible. Apenas Fox News, recalcitrante sobachaquetas de la ultra-derecha, intenta ponerse de su lado y hacerse el locos con su discurso de odio, su machismo, sus comentarios sin sentido, su ánimo guerrerista y otras movidas tan torpes como peligrosas, llámese su declaración de Guerra a Corea del Norte o las supuestas filtraciones de material confidencial al gobierno ruso que ponen en permanente riesgo la seguridad nacional del país.

Un líder de opinión brutal como el británico John Oliver le monta semanalmente certeras denuncias mezcladas con comedia en su programa “Last week, tonight” de HBO, donde trapea el piso con los papayasos del nefasto gobernante. Una ovación de pie merece también el actor Alec Baldwin que en “Saturday Night Live” caracteriza de forma épica a Trump, con esa suculencia de lucir un pin con la banderita de Rusia en la solapa del saco. Mientras tanto, otros presentadores han sido más convenientes. Es el caso de Jimmy Fallon, en su “Late Show”, donde apenas atinó a despelucarle su flequillo oxigenado en vivo para comprobar que no era un peluquín.

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Los ídolos del deporte odian a Trump

Hasta el fútbol americano, deporte redneck, rápido, violento, físico y gringo por excelencia, se puso en contra del retorcido nuevo inquilino de la Casa Blanca. El abanderado de este movimiento fue el ídolo de la NFL Colin Kaepernick, ex Quarterback de los San Francisco 49ers. Comprometido y parado en la raya con sus raíces étnicas, Kaepernick le armó la resistencia a Trump y a su desprecio por la raza negra, bajo una poderosa protesta que fue llamada “Black lives matter”.

Lo que comenzó como una protesta aislada de arrodillarse en el himno de EE.UU. antes de los partidos, se volvió en octubre de 2017 en una reacción de toda la liga. Hasta marcas tan poderosas como Ford y Nike se unieron contra la indolencia de The Donald de ignorar y menospreciar la muerte de decenas de negros a manos de la brutalidad policial, mientras los asesinos siguen libres, engordando a punta de tinto y donas, mientras que ni siquiera son investigados.

Despreciable y impotente como es, Trump reaccionó a esta movida calificando a Kaepernick de “hijo de puta”. Hasta Tom Brady, el deportista más famoso de EE.UU. y que en épocas de elecciones tenía en su locker la gorrita de “Make America Great Again”, desmarcó su simpatía. “No estoy de acuerdo con lo que dijo. Pido comprensión y respeto por todos, como me lo enseñaron en mi familia”. Por su valiente resistencia, a Kaepernick (hoy sin equipo) han llegado a compararlo con Muhammad Alí, ícono del deporte mundial y que en la década de los setenta se negó a ir a la Guerra de Vietnam porque no quería “ir a matar amarillos, mientras mi Gobierno mata negros”.

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La NBA, un deporte 90% negro y con más repercusión mundial, también se rebotó contra el bronceado gobernante. LeBron James y Stephen Curry, ídolos máximos, defendieron a Kaepernick. LeBron le dijo a Trump “divisor” e “irresponsable” por Twitter. Y Curry, mejor aún, lo dejó plantado en la Casa Blanca en una invitación a los Golden State Warriors por su título de la última temporada. Otras leyendas como Kobe Bryant aprovecharon la coyuntura y tampoco se quedaron callados.


Las minorías raciales odian a Trump

El desprecio de Donald Trump por los afrodescendientes se puede explicar con ese capítulo de South Park en que la policía mete presos a negros famosos porque los ven llenos de billete, hasta que tienen que joder a Michael Jackson, que no se ve negro, y eso les genera tremendo conflicto ético. Por lo tanto la resistencia de deportistas, cantantes o actores famosos de color a su Gobierno pesa mucho. Y esta reacción fue apenas una de las muchas consecuencias de su indolencia frente a la xenofobia que se disparó luego de ser elegido.

Según el Huffington Post, para septiembre de 2017 la policía ya había asesinado al menos a 223 personas de raza negra en lo corrido del año. Una cifra muy superior a los 162 homicidios registrados en 2016, los 154 de 2015 y los 126 de 2014.

Esta olla exprés de odio estalló en agosto, cuando miles de pro-nazis, de esos que creen que tienen derecho a discriminar porque son blancos y heterosexuales, se concentraron en Charlottesville, Virginia, para marchar a favor del racismo, suscitando masivas contra-protestas y desencadenando un Estado de Emergencia en la Costa Este del país. Trump, condescendiente y simpatizante con quienes son como él, condenó “la violencia e intolerancia de ambos lados”.

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El garrote racial de este megalómano por supuesto le ha alcanzado para repartírselo a la segunda minoría de EE.UU.: los latinos. De ahí, su porquería de idea de levantar un muro para separar a su país de México. Se trata de un planchón de cemento colosal que comprometería los ecosistemas del Río Grande y que mediría en su totalidad unos 3144 kilómetros los cuales, por ahora, siguen en veremos.

“Cuando México manda a su gente, manda a gente que tiene montones de problemas. Traen drogas. Traen criminalidad. Son violadores. Pero algunos, supongo, son buenas personas”, dijo el sinvergüenza poco después de ser elegido. No comments, man.

Convengamos que frente a la supuesta prosperidad que le esperaba a los gringos que votaron por él, en detrimento de los latinos y otros inmigrantes, lo único que ha hecho Donald es “selling smoke”, pues según el Washington Post, la tasa de desempleo en EE.UU. en 2017 aumentó en un 4.3 por ciento: el mayor nivel en 16 años.

Hollywood odia a Trump

Cuando en EE.UU. un famoso habla, todos lo escuchan. Y su poder como líderes de opinión también se ha puesto en contra del Berlusconi gringo. Antes de llegar al poder, se produjo toda una movida que lo rechazaba encabezada por Robert De Niro, que en un video que todos vimos salía diciéndole: “estúpido, perro, marrano, idiota, desastre nacional y quisiera pegarle un puño en la cara”. Otros famosos reconocidos por sus posturas políticas, como el actor Mark Ruffalo y la comediante Sarah Silverman, inicialmente simpatizantes de Bernie Sanders, se han opuesto de todas las formas al cavernícola del flequillo.

El escupitajo más visible a Trump de 2017 se lo dio Meryl Streep, con su discurso en los Golden Globes.“Cuando los poderosos usan su posición para matonear a otros, todos perdemos”, dijo públicamente al recibir el premio Cecil B. Demille como homenaje a toda una vida en la actuación. La respuesta de Trump a las palabras de Meryl obvio no pudo ser más ramplona. “Meryl Streep, una de las actrices más sobrevaloradas en Hollywood, no me conoce pero me atacó anoche en los Golden Globes. Es una lacaya de Hillary que perdió a lo grande”. Si bien luego del pronunciamiento de la actriz aparecieron otras reacciones que criticaban su posición de privilegio, la cual es irrefutable, ella sentó un precedente de cómo Hollywood iba yéndose con los tapones de frente contra este troll convertido en político.

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Arnold Shwarzenegger también se le plantó a Trump pese a lo godo que es. El ex Gobernador de California en épocas de George W. Bush le cantó la tabla, y cómo no escucharlo si viajó en el tiempo para ayudarle a John Connor a liderar la resistencia contra las máquinas. Entre otras, perlas el “Governator” le sentenció: “¿Sabes? El pueblo se levantará. Los Gobiernos locales y estatales se levantarán. Líderes de otros países se levantarán y llenarán el hueco que tú estás dejando”. In your face, Donald.

 

Si bien un puñado de famosos de Hollywood como Clint Eastwood se mostraron “trumpistas” antes de su elección, a este punto no han podido hacer otra cosa que cavar un hueco y meterse en los más profundo porque defender a su rostizado líder ya se convirtió en una misión imposible.

El rock odia a Trump

Entendiéndose como la manifestación musical de la libertad, al Rock and Roll también le ofende la elección de Trump como líder de los estadounidenses. Uno de los más frenteros en su odio es el gran Tom Morello, cerebro de Rage Against the Machine y Prophets of Rage. Desde su llegada al poder en noviembre de 2016, el genio de la guitarra sentenció: “Seremos la banda sonora de la resistencia que está creciendo en contra del régimen de Donald Trump”.

Morello se ha mostrado sobre todo escandalizado con la idea del muro que separe a EE.UU. de México. “Estamos en contra del muro, en contra de la deportación y alentamos a los hermanos y hermanas mexicanos a que hagan todo lo posible para pelear en contra de estas iniciativas”. Punto aparte, sobre la reconocida misoginia y denuncias de violaciones sexuales que a esta altura Trump ya colecciona, Morello soltó en últimas semanas esta joya publicada por Vice que nos recuerda sus estudios de maestría en Ciencia Política en Harvard. “Cuando se trata de relaciones raciales, Trump es un segregador vieja-guardia. Cuando se trata de política exterior, Trump es un napalmista vieja-guardia. Y cuando se trata de los derechos de las mujeres, Trump es un violador universitario de fraternidad de vieja-guardia”.

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Si hablamos de eminencias musicales del rock, tal vez nadie iguale a Roger Waters, líder de Pink Floyd, que también ha disparado todo lo que ha podido contra The Donald. Tras el bochorno pro-nazi de Charlottesville, el músico británico declaró que Trump “está loco y es un payaso”.

Pero para Waters el monstruo republicano es más que una caricatura y no duda del riesgo global que implica su cargo. “No tengo dudas de que iniciará una guerra convencional a la más mínima hostilidad. No está interesado en los hechos, la historia o nada parecido. Es un tipo chiflado que escribe tuits en mitad de la noche, así que pienso que su impredecibilidad es lo más peligroso”.

En su gira mundial de 2017, la puesta en escena de Roger Waters incluye un juego de imágenes para la canción “Pigs” de Pink Floyd, con la imagen animada de Trump en sugestiva lencería femenina.

 

Del mainstream al underground, el rock estadounidense esta comprometido con incomodar a Trump. Cuando en 2001 se desataron las Guerras de Irak y Afganistán, luego del atentado de las Torres Gemelas, la banda de punk rock NOFX lanzó un disco de estudio dedicado al caradura de George W. Bush llamado “The War Errorism”, que mostraba en su portada una caricatura del expresidente texano disfrazado de payaso.

Pues bien, bajo la misma idea, en 2017 el sello Fat Wreck Chords lanzó un compilado con música de bandas de la disquera y la carita, ya no de George W., sino de Donald con la jeta bien pintada y canciones con letras dedicadas al empoderamiento femenino, la libertad de expresión y críticas a la violencia, guerra y el porte de armas.

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Las mujeres odian  a Trump

Sobre su menosprecio y permanente cosificación a las mujeres, columna vertebral de su personalidad, las mujeres, en un año en que el feminismo pisa fuerte, también están llenas de motivo para restregarle su desprecio en la cara. El antecedente más terrible de misoginia contra Trump apareció épocas de campaña presidencial cuando trascendió un audio clarito que daba cuenta de su sevicia. “Cuando eres una estrella puedes hacer cualquier cosa con las mujeres. Agarrarlas por la cuca o lo que quieras”. Y ni por eso dejó de ser elegido Presidente.

Para el momento en que fue escrita esta columna tres casos de denuncia por acoso sexual vuelven a señalar a este monumento al maltrato a la mujer, como parte de la movida mundial de #MeToo que ha propiciado cientos de denuncias por violación contra figuras públicas, del cine y estrellas como Harvey Weinstein o Kevin Spacey. A finales de noviembre, casi como un hecho aislado en medio de tanta porquería que habla, a Trump no se le movió un pelo tinturado para decirle “Pocahontas” a la congresista demócrata Elizabeth Warren.

No por nada, ni su esposa Melania, una ex modelo eslovena que mordió el anzuelo de su fortuna, se lo aguanta. Convertida en miles de memes quedó su sonrisa interrumpida por una súbita mueca de tristeza durante la posesión presidencial de enero que más pareció una posesión demoniaca. Y no es para menos. Compartir con el Sugar Daddy más despreciable del mundo no ha de ser fácil. En esa interminable fila femenina para odiar al nefasto Presidente de EE.UU., hasta su propia desearía estar de primera.  

 https://twitter.com/ashleyfeinberg/status/823670211371028481

El mundo odia a Trump

En su primer año de gestión, decenas de Gobiernos decentes (Colombia no es uno de ellos) también se han desmarcado de este macabro ser. Lo evidencia un reporte de ATTN, que destaca el rechazo de parlamentos internacionales que no quieren nada con Trump, a quien no bajan de amenaza mundial. En general, potencias como China, Corea del Sur, España, México, Alemania, Francia y Canadá rasgan sus vestiduras por la nefasta elección de este grotesco socialité convertido en político, al que todavía le queda cuatro años de Gobierno para extinguirnos a todos.

 

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