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Un sueño hecho realidad con La 33

Dispuesta a cumplir mi cita con Jaime, empecé a coordinar todos los detalles sobre el regalo que le entregaba ese día Shock a este fiel amante de la música: â˜Un concierto privado con la orquesta La 33â™. El premio, que se otorgó tras realizar un concurso en shock.com.co, me produjó una emoción que recorrió mis venas y que, de seguro, ya había invadido en su totalidad el cuerpo de aquel estudiante de Ingeniería Mecanica de la Universidad Distrital que, a sus cortos 21 años, lo entrega todo por presenciar un show en vivo de esta banda a la que por mas de tres años ha seguido con pasión y consistencia. A las 6:30 de la tarde todo estaba listo, todo estaba pensado para que las cosas salieran a la perfección. Me disponía a salir a mi encuentro con Jaime cuando noté que uno de los elementos mas importantes de la noche hacía falta: el realizador audiovisual, la persona encargada de dejar un registro de aquel magico momento entre artista y fanatico. De ahí en adelante se deprendió toda una odisea que entre estrés y desesperanza, tras el descomunal paso de los minutos, me confirmaba una triste realidad: ¡No lo iba a lograr! Pero como siempre la vida tiene sus sorpresas y 45 minutos mas tarde ya me tenía a medio camino en un taxi al que, sin duda, sólo le faltaron las alas para volar. Nos perdimos un poco, recorrimos entre cuatro y cinco calles (para no ser tan exagerados) sin éxito alguno, cuando pasamos por un callejón y sentimos el sonido inconfundible de â˜El Silencioâ™ de La 33 de inmediato emitimos un grito al unísono que quiza casi deja sordo al señor conductor: âœÂ¡ES AQUÍ!â. El vehículo frenó en seco, bajé de él casi corriendo y me hice espacio entre la multitud de hombres y mujeres que azotaban baldosa al son de la música y unos buenos guaros. Entre la algarabía de la gente y el sabor salsero de la orquesta logré identificar a un hombre de tez blanca, que portaba una singular boina negra con el logo de â˜LA 33â™ bordado en letras rojas, y cuya expresión demostraba que âœestaba mas feliz que un perdido cuando apareceâ, como bien lo dice mi padre. El hombre que cantaba, bailaba y gritaba junto a la banda mientras el público le hacía retratos con sus respectivas camaras y teléfonos inteligentes me hizo saber que era la persona por la que mi anhelado momento de descanso había quedado en stand by. Mientras mas pasaba el tiempo, entre una canción y otra, logré percibir como Jaime se había convertido en el animador de una fiesta que, mas que un concierto privado realizado un 22 de agosto cualquiera, parecía la celebración de fin de año de un barrio típico de Bogota. Serpentinas por doquier, un garaje decorado hasta mas no poder, cerveza paâ™l que quisiera, aguardiente paâ™ soportar el frío, un buen plato de mazorca desgranada paâ™ la gente y la música a todo volumen a cargo de una las mejores orquestas de salsa urbana que tiene el país: La 33, me hicieron revivir esos 31 de diciembre en los que junto a mis padres y hermanos terminamos cantando el infaltable âœfaltan cinco paâ™ las 12, el año va a terminarâ. Al ritmo del â˜Sonero de Tabogoâ™, â˜Pantera Mamboâ™, â˜Silencio, â˜Patacón con Quesoâ™, â˜Soledadâ™, â˜Mosaico Boogalooâ™ y â˜Bye Byeâ™, Jaime, sus amigos, vecinos y familiares disfrutaron de una hora de rumba sin parar en la que no nos arrepentimos de haber escogido a este futuro ingeniero como nuestro feliz ganador. Pues ver la constante sonrisa que adornaba su cara mientras el concierto se iba desarrollando, sentir su euforia, y de cierta manera experimentar esa alegría que recorrió sus venas al verlo saltar y mover el esqueleto con sus músicos del alma, nos hizo ver que los sueños (grandes o pequeños) se hacen realidad cuando se lucha por ellos con ganas, alma y corazón. âœÂ¡Tener a La 33 en mi casa es un sueño hecho realidad!â, Jaime. Vea también: * (Video) La 33 prendió la fiesta en la casa de uno de sus mas fieles seguidores  *  (Galería) La 33 se presentó en la casa de uno de su fanaticos

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Dispuesta a cumplir mi cita con Jaime, empecé a coordinar todos los detalles sobre el regalo que le entregaba ese día Shock a este fiel amante de la música: "˜Un concierto privado con la orquesta La 33"™. El premio, que se otorgó tras realizar un concurso en shock.com.co, me produjó una emoción que recorrió mis venas y que, de seguro, ya había invadido en su totalidad el cuerpo de aquel estudiante de Ingeniería Mecanica de la Universidad Distrital que, a sus cortos 21 años, lo entrega todo por presenciar un show en vivo de esta banda a la que por mas de tres años ha seguido con pasión y consistencia.

A las 6:30 de la tarde todo estaba listo, todo estaba pensado para que las cosas salieran a la perfección. Me disponía a salir a mi encuentro con Jaime cuando noté que uno de los elementos mas importantes de la noche hacía falta: el realizador audiovisual, la persona encargada de dejar un registro de aquel magico momento entre artista y fanatico. De ahí en adelante se deprendió toda una odisea que entre estrés y desesperanza, tras el descomunal paso de los minutos, me confirmaba una triste realidad: ¡No lo iba a lograr!

Pero como siempre la vida tiene sus sorpresas y 45 minutos mas tarde ya me tenía a medio camino en un taxi al que, sin duda, sólo le faltaron las alas para volar. Nos perdimos un poco, recorrimos entre cuatro y cinco calles (para no ser tan exagerados) sin éxito alguno, cuando pasamos por un callejón y sentimos el sonido inconfundible de "˜El Silencio"™ de La 33 de inmediato emitimos un grito al unísono que quiza casi deja sordo al señor conductor: "¡ES AQUÍ!". El vehículo frenó en seco, bajé de él casi corriendo y me hice espacio entre la multitud de hombres y mujeres que azotaban baldosa al son de la música y unos buenos guaros.

Entre la algarabía de la gente y el sabor salsero de la orquesta logré identificar a un hombre de tez blanca, que portaba una singular boina negra con el logo de "˜LA 33"™ bordado en letras rojas, y cuya expresión demostraba que "estaba mas feliz que un perdido cuando aparece", como bien lo dice mi padre. El hombre que cantaba, bailaba y gritaba junto a la banda mientras el público le hacía retratos con sus respectivas camaras y teléfonos inteligentes me hizo saber que era la persona por la que mi anhelado momento de descanso había quedado en stand by.

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Mientras mas pasaba el tiempo, entre una canción y otra, logré percibir como Jaime se había convertido en el animador de una fiesta que, mas que un concierto privado realizado un 22 de agosto cualquiera, parecía la celebración de fin de año de un barrio típico de Bogota. Serpentinas por doquier, un garaje decorado hasta mas no poder, cerveza pa"™l que quisiera, aguardiente pa"™ soportar el frío, un buen plato de mazorca desgranada pa"™ la gente y la música a todo volumen a cargo de una las mejores orquestas de salsa urbana que tiene el país: La 33, me hicieron revivir esos 31 de diciembre en los que junto a mis padres y hermanos terminamos cantando el infaltable "faltan cinco pa"™ las 12, el año va a terminar".

Al ritmo del "˜Sonero de Tabogo"™, "˜Pantera Mambo"™, "˜Silencio, "˜Patacón con Queso"™, "˜Soledad"™, "˜Mosaico Boogaloo"™ y "˜Bye Bye"™, Jaime, sus amigos, vecinos y familiares disfrutaron de una hora de rumba sin parar en la que no nos arrepentimos de haber escogido a este futuro ingeniero como nuestro feliz ganador. Pues ver la constante sonrisa que adornaba su cara mientras el concierto se iba desarrollando, sentir su euforia, y de cierta manera experimentar esa alegría que recorrió sus venas al verlo saltar y mover el esqueleto con sus músicos del alma, nos hizo ver que los sueños (grandes o pequeños) se hacen realidad cuando se lucha por ellos con ganas, alma y corazón.

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"¡Tener a La 33 en mi casa es un sueño hecho realidad!", Jaime.

Vea también:

* (Video) La 33 prendió la fiesta en la casa de uno de sus mas fieles seguidores 

*  (Galería) La 33 se presentó en la casa de uno de su fanaticos

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