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‘Aquamosh’, de Plastilina Mosh, está más joven que nunca a sus 20 años

Ya pasaron 20 años desde que Plastilina Mosh soltó un disco que tenía clásicos de siempre como Afroman o Mr. P Mosh: ´Aquamosh'

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Aquamosh 1998

Aquamosh apareció mostrando así algo que en Ciudad de México no se iba a dar y que marcaba el camino que ya había comenzado. Plastilina Mosh mostró cómo Monterrey tenía talento y podía imponer sus condiciones.

Por José Pepe Plata //@owai

La dupla de Monterrey Plastilina Mosh, conformada por Alejandro Rosso y Jonás González, presentó uno de los discos más divertidos del continente en los noventa y marcó además un camino para conocer qué sucedía musicalmente en esta ciudad, que si bien el mundo conoció como Avanzada Regia, en realidad esta etiqueta no se ajusta a nada como esa ciudad quisiera ser denominada.

Aquamosh, lanzado en 1998, fue el disco que mostró a Plastilina Mosh como la banda más inclasificable de la movida mexicana; una que no iba a encajar en lo que Ciudad de México estaba haciendo o promoviendo. Esta era una música hecha por dos mentes alejadas de lo convencional y que llegaron para quedarse. Abrió la mente para otros sonidos y otras estéticas.

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Y es que al igual que la mayoría de los países del continente, México es un país centralista. Así como Bogotá, Lima, Santiago, Buenos Aires o Caracas son las ciudades en las que las decisiones se toman, en México, la capital se ha encargado de generar las tendencias o tomar decisiones sobre los negocios y la política que terminaron por afectar a todo el país. Y en la industria musical, el rock mexicano que se conoció fue generalmente el del centro: Caifanes, Café Tacvba, Molotov y más bandas provenían de allí. Si algo se salía del radar del DF era por una recomendación o porque el artista se tuvo que radicar en la capital.

Pero cuando aparecieron bandas de Monterrey como Zurdok, Control Machete, Inspector, Cabrito Vudú o Plastilina Mosh, la etiqueta de Avanzada Regia con  la cual se les denominó, responde a esa necesidad chilanga de ponerle nombre a todo. De darle características y clasificar las cosas, pensando así en tenerlas a la mano.

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Cada banda mostraba un estilo o intención. Pop, hip hop, ska, reggae y más, que si bien coincidían en ser de esa ciudad, no sentían ser parte de un conjunto de intenciones. Es más, el nombre existió en un recopilatorio de bandas de metal de la ciudad, publicado en 1997.

Aún así, de esa ciudad provino Plastilina Mosh. Un dueto conformado por tipos con gustos que se podían mover entre Mano Negra, Soda Stereo, Tom Jobim, John Coltrane y Sepultura. Sus experiencias previas incluyeron bandas como Koervos de Malta y Acarnienses. Pero la chispa se les encendió en 1996 y pasaron a llamarse Plastilina Mosh. Un nombre tan juguetón como divertido. Algo que tenía como objetivo unir el sonido de los japoneses de United Future Organization con su acid jazz, y el sonido industrial de los estadounidenses de Ministry. Eso fue la Plastilina.

Un primer disco lanzado en 1997 a través del sello Tómbola Recordings llamó la atención. Funk, disco, hip hop, lounge y otras atmósferas sonoras se hicieron presentes y vendieron 5000 copias. Así que el salto estuvo listo para ser dado y se dio de una manera particular con Aquamosh.

El grupo impactó tanto que se hicieron sesiones de grabación en Estados Unidos y México con productores que incluyeron a Sukia, Jason Roberts y Café Tacvba. La diversidad sonora del disco permite encontrar desde el comienzo a una banda que no se contentaba con el molde de rock alternativo. Con ellos apareció algo que estaba más cerca de ser la respuesta mexicana a Beck que a la continuación de un rock que busca responder cuestiones de identidad o que está metida en el asunto del mestizaje.

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Aquamosh apareció mostrando así algo que en Ciudad de México no se iba a dar y que marcaba el camino que ya había comenzado. Plastilina Mosh mostró cómo Monterrey tenía talento y podía imponer sus condiciones. Porque su música lo hizo y lo dejó en claro.

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Un primer disco grabado entre 1997 y 1998 que al recordarlo, suena así.

1. Niño Bomba: Entre fraseos de hip hop y funk se habla de un tal Niño Bomba que ha de ser presidente de la nación.           

2. Afroman: Una canción clásica de la banda. Y con un coro que se queda pegado cuando dice: Si la revolución desde tu televisión...es Afroman que se te sube a la cabeza. 3.

3. Ode To Mauricio Garcés: Una estructura cinematográfica elegante y sofisticada con la cual se le rinde un homenaje a uno de los legendarios galanes del cine mexicano.        

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4. Banano's Bar. Entre coqueteos de lounge y acid jazz, tenemos algo cool, pero a la vez fresco.     

5. Monster Truck: Haciendo referencia a los grandes camiones que circulan en las carreteras tenemos aquí un demoledor funk.

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6. Encendedor:  Un tanto siniestro, pero con una gran presencia de la percusión como elemento diferenciador y una guitarra puntilluda que estremece.

7. Bungaloo Punta Cometa: Otro intermedio lounge, una canción con un dejo playero venido a menos. Una declaración de amor y lascivia ante la cual nadie puede quedar inmune.

8. Aquamosh. Otra sofisticada canción pop para la playa con coros en francés. Puro hedonismo noventero.            

9. I've Got That Milton Pacheco Kinda Feeling (Melancolic Mix): Nuevamente el francés está presente en una canción cantada a través de una mujer. Una canción para un atardecer en un resort, con una banda tocando de fondo y el mundo cayéndose a pedazos.       

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10. Pornoshop: Una densidad alegre, referida al porno como combustible emocional.

11. Savage Sucker Boy (Featuring Pocahontas Freaky Groove): Puede sentirse como una canción motivacional, Pero su pesadez y alegre densidad podrían convencernos de lo contrario.  

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12. Mr. P. Mosh: Otro de los clásicos de la época. Una canción que nunca pasa de moda porque es su propia moda.

 

Si en 1998 la Plastilina se dio a conocer con Aquamosh, pocos años antes, aún tocaban en ensayaderos de Monterrey. Y el cambio se hizo real.

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