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Así está la movida musical en la costa Caribe

¿Qué le hace falta a la escena del Caribe?

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La costa Caribe cada vez tiene más artistas y bandas, pero muchas veces en sus ciudades natales tiene más apoyo los extranjeros. ¿Qué está pasando en la escena costeña? 

Por Silvia Juliana Suárez // @silviajulianaa

En diciembre de 2018 se presentó por primera vez en Santa Marta el colectivo Trapical Minds, conformado por 4 artistas, dos de ellos samarios. El concierto, en el que se vendieron palcos para 10 personas a $1.000.000, se hizo en el centro deportivo La Caja, es decir en una cancha de futbol.  

También es común que Bomba Estéreo o Carlos Vives, tengan presentaciones en su ciudad en escenarios improvisados en la playa, sin la logística adecuada, como lo fue el cierre del tour Más corazón profundo de Vives en el 2014, que se hizo en la playa Los Cocos en Santa Marta, al lado de edificios y conjuntos residenciales. 

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Trapical Minds: Colores, olores y sabores de una propuesta imparable

El uso de este tipo de escenarios es normal en ciudades pequeñas para hacer eventos con pocas personas. Sin embargo, ciudades como Santa Marta, Barranquilla o Cartagena, cuentan con artistas que ya han tocado en escenarios internacionales y no encuentran la misma calidad de producciones en sus ciudades natales. 

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¿Cómo afecta esto a los artistas más pequeños? ¿Cuál es la actitud de los productores y promotores de conciertos al respecto? ¿Cuál es el camino a seguir para los artistas?

Según Gonzalo Prieto, vocalista del grupo barranquillero Colectro, el problema no es que no haya escenarios si no que los artistas están esperando a ser llamados por promotores de conciertos, en lugar de organizar sus propios eventos. “En Barranquilla lo que tiene que pasar es que las bandas tienen que apropiarse de sus proyectos y buscar dónde tocar, porque espacios sí hay. Espacios siempre van a haber para tocar dependiendo del tiempo en el que se encuentre el proyecto musical”, asegura.

José Rebimbas, cantante de Cielito Drive, opina lo contrario. Para él en Barranquilla hay pocos espacios como bares y una sala de ensayos. Esta última es Stage Entertainment, con capacidad para aproximadamente 100 personas. “El espacio cuenta con lo necesario para hacer un toque responsable, buen sonido, excelente backline, aire acondicionado y buena vibra por parte de sus propietarios”, explica José, quien tocó allí con Cielito Drive junto a la banda mexicana Little Jesus a principios de marzo. 

Para Prieto, lo importante para las bandas de la ciudad es no depender de que otros los contraten y crear su propio nicho. Explica que “ahora las bandas se están uniendo para ser productores de sus propios eventos y en eso radica la creación de público”.

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La historia del primer picó que sonó en Cartagena

Así lo ha hecho Virgilio Rodríguez, organizador de El toque del sábado, un festival pequeño en Santa Marta en el que se han presentado grupos como Él mató a un policía motorizado y Oh’laville, y además es productor de la banda El otro grupo. 

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Con El toque del sábado, lo que ha hecho Virgilio es crear un público recurrente en Santa Marta que se interese por otro tipo de música además del vallenato y reguetón, y también lograr que las bandas de la ciudad hagan shows en los espacios en los que se presentan las bandas invitadas. “Llevamos 13 ediciones, no es un festival, aunque ha ido tomando esa forma. Ha ido creciendo bastante bien, aunque es difícil lograrlo pues los patrocinadores son pocos” explica Virigilio. 

En cuanto a la creación de un público en Santa Marta, dice “el público ha ido creciendo cada vez más. Hemos hecho eventos de forma paga y de forma gratuita, de forma gratuita se sufre un poquito más para costear la producción pero hay más gente. Hemos tenido conciertos desde 250 persona hasta 1800 personas”. Según él, este espacio resulta atractivo principalmente para los turistas que llegan a la ciudad y se encuentran con una propuesta de sonido diferente.

Para Rodríguez, el problema no está exclusivamente en si hay o no escenarios en la ciudad, ya que, explica que hay aliados para los toques: los bares, los hostales y los restaurantes, en donde se pueden realizar toques pequeños, sino en la falta de patrocinadores y difusión de los artistas locales. 

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Explica que El otro grupo “ha tenido la oportunidad de tocar en Bogotá, Bucaramanga, Medellín, Perú, Estados Unidos. Pero nada, aquí en Santa Marta no los conocen y es muy difícil sostener un proyecto honesto así. Ellos han sonado gracias a la radio pública”. Irónicamente, El otro grupo tocó junto a Julian Casablancas y The Voidz en Barranquilla en octubre del 2017 en un escenario improvisado: una casa a las afueras que es alquilada para eventos.

Por otro lado, J-top, cantante del grupo samario Estereobeat, dice que en la ciudad no hay lugares para hacer eventos. “Todos los lugares donde se hacen eventos son improvisados. Si quieres hacer un evento de mil personas no tienes dónde, porque no hay una discoteca grande. Además, el público no copia si los sitios son incómodos”, asegura.

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La situación en Cartagena es similar. Jenny Ballestas es periodista cultural de la ciudad y cuenta que el uso de escenarios para conciertos depende de quien cante. Ballestas explica la situación de la ciudad así: “en el Centro de convenciones jamás se va a presentar un artista local a menos de que haya un festival y lo gestione alguien que no sea de Cartagena. En el estadio Jaime Morón todos los años hacen el Metroconcierto, pero igual, es gente de afuera. También está el teatro Adolfo Mejía que en ocasiones se presentan artistas locales, cuando el Instituto de patrimonio y cultura de Cartagena los paga”. 

Según ella, la ciudad no está diseñada para los propios cartageneros, sino para los turistas que tienen dinero para consumir, y esto también afecta a la escena musical. Además, asegura que los artistas sienten que no tienen apoyo de parte de la ciudad: “ellos dicen, uno se mata tanto haciendo las cosas y ni siquiera en el periódico le quieren hacer a uno una nota. Desde los medios de comunicación no hay apoyo. Aquí todo es con autogestión”.

Al parecer, la solución para que los artistas locales en la costa puedan ser escuchados es unir fuerzas y crear ellos mismos los espacios de difusión. Sin embargo, esta tarea resulta ser un ciclo del que deben hacer parte activa artistas, promotores, productores y el mismo público. ¿Pero sí hay una demanda por más escenarios?, ¿El público sí responde a la oferta musical de las ciudades? Éstas y más preguntas las responderemos en una segunda entrega sobre cómo está la escena musical caribeña. 
 

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