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Cuando los músicos nacionales se meten de políticos

¿Votaría por alguno de ellos?

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Músicos colombianos seducidos por la política han saltado de los festivales y conciertos a las plazas públicas. Aquellos que cantaron e hicieron corear a la audiencia micrófono en mano, pasaron a usarlo en las contiendas electorales para conseguir votos. Hoy y en el pasado, figuras nacionales con las que usted ha bailado, pogueado o zapateado han dicho: "vote por mí".

Por Jenny Cifuentes // @Jenny_Cifu 

En este 2018 se realizarán las elecciones legislativas y presidenciales en Colombia. Aquí, una pasada por los músicos colombianos que han incursionado en la política. 

En 2013, con sorpresa, amantes de la música se encontraron con que dos íconos nacionales se lanzaban a la política: Fruko, el duro de la salsa, el tremendo bajista, genio de Fruko y sus tesos, Los Latin Brothers, La Sonora Dinamita, Afrosound, y gurú que ha puesto a bailar generaciones con El Preso o El Caminante, se inscribió al Senado por el Partido de La U, según él, “con intención de defender las artes”. 

Lisandro Meza, conocido como ”El Macho de América”, “El Rey sin Corona”, el “Rey Sabanero del Acordeón”, maestro con más de 50 años de carrera encumbrado en los sonidos del Caribe, responsable de batazos como Baracunátana o Las Tapas, irrumpió como candidato a la Cámara de Representantes por el departamento de Sucre en la lista del Partido Liberal, argumentando que esperaba alcanzar un escaño en el Congreso “para ayudar a legislar en favor de los músicos de este país, que los mantienen olvidados”.  Ambos fracasaron en sus aspiraciones.

Este año, David Jaramillo, bajista de la banda de rock bogotana Doctor Krápula (grupo insigne del movimiento roquero local, que ya cumple 20 años tronando himnos: La Fuerza del Amor, Para todos todo,  Amanece etc., y  gestor además del festival Viva el Planeta); y el monteriano  Francisco Zumaqué, maestro de la composición, arreglista, cantante,  con más de 5 décadas de carrera, autor entre muchas de la canción  Colombia Caribe (la de: “sí sí Colombia, sí sí Caribe”),  y de obras como Macumbia (todo un referente en el jazz nacional) se postularon este año al Senado en la lista Decentes, que promueve la convergencia integrada por Todos Somos Colombia de Clara López, Progresistas de Gustavo Petro, la Alianza Social Independiente (ASI), la Unión Patriótica (UP) y el Movimiento Alternativo Indígena y Social (MAIS), esperando triunfar en las próximas elecciones. 

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Jaramillo entre sus propuestas cita la protección de la naturaleza, el arte como eje transversal para la paz, y el fomento de las energías limpias y territorios auto sostenibles. Zumaqué, a su vez, habla de la educación para la paz y la seguridad (“que solo se obtiene con un trabajo educativo y no con represión”), la protección de bosques y recursos naturales, y el fomento y desarrollo de la identidad cultural.

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Como ellos, cantantes y compositores de diferentes géneros y regiones, a través del tiempo, se han aventado a ejercer roles políticos.  Unos, luego de lograr su cometido retornaron a sus actividades artísticas. Algunos (contados con los dedos) se quedaron con su silla y la música se les volvió un pasatiempo, y otros, simplemente no alcanzaron su meta.  Ejemplos palpables de todas las tendencias políticas existen.

Leonor González Mina, “La Negra Grande de Colombia”, una de las matronas de la música nacional oriunda de Jamundí (Valle del Cauca), quien desde su primer disco: Cantos de mi tierra y de mi raza (1964), con las banderas de la denuncia, plasmó verdaderos cortes protesta como el histórico A la Mina, y ya en esa época  irradió música del Pacífico con “sonidos modernos”, acompañada de orquesta en álbumes y en escenarios de varios países;  hace dos décadas, militando en el Partido Liberal, fue Representante a la Cámara por Bogotá. En 2006, (año en que cumplió 50 años de carrera artística), quiso retornar al Congreso y  se lanzó como aspirante en una lista de las comunidades negras, sin poder llegar a esos estrados. 

Otra de las figuras del Pacífico que intentó ganar una curul fue Junior Jein. El artista de Buenaventura al que apodan “El Caballo”, quien ha retumbado con salsa chokefiera del género urbano que con flow ha ofrecido hits del calibre de Turín Turán y  el que a mediados del año pasado  durante el paro cívico de Buenaventura, a raíz de los atropellos del ESMAD contra la población puso a rodar el tema Fucking Esmad, aspiró en 2014 a la

Cámara de Representantes inscrito en el movimiento Poder Ciudadano (fundado por Piedad Córdoba), pero no logró su objetivo.

“El Caballo”, siempre crítico de la situación de su región y contestatario con música ante hechos sociales,

según afirmó en esa ocasión, se aventó “cansado de los políticos tradicionales y de funcionarios corruptos,  y convencido de que el país necesita una nueva política pública para los jóvenes que sea obra de un Ministerio de la Juventud que garantice a las nuevas generaciones educación de calidad y un primer empleo” -una de sus propuestas para impulsar en el Congreso si llegaba a ser elegido-.

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De músicos conversos a políticos los llanos orientales también tienen su cuota. El compositor araucano Marco Sergio Rodríguez, creador de tremendas canciones como la popular Predestinación, y autor de más de 600 piezas que han grabado íconos de la música llanera entre otros: “El Cholo” Valderrama, Aries Vigoth o  Juan Farfán, despegó trabajando en entidades dedicadas a la cultura y terminó aterrizando en el Congreso. Rodríguez, quien además gestó el Festival Internacional del Joropo de Villavicencio, iniciando los 90 fue Director de Cultura del Vichada, Director del Instituto de Cultura del Meta en 2001 y pasó por la presidencia de Sayco. Estuvo también de Secretario del Plan Decenal de Cultura iniciando el 2000 y hace cuatro años, como ficha del Partido liberal,  fue elegido  representante a la Cámara por el Vichada, en el periodo que va hasta este 2018.

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En el Caribe, el número de figuras musicales que agarrados a la política han aspirado a diversos cargos es altísimo. Miguel Morales, uno de los cerebros de la agrupación vallenata Los Diablitos, responsable entre otros del hit Mi Diosa Humana, y además,  padre del fallecido Kaleth Morales, fue aspirante a la Alcaldía de Valledupar en las elecciones regionales de 2011, sin triunfar.

Beto Zabaleta, voz de la reconocida agrupación Los Betos (que ha resonado La Gemela, Lluvia de Mujeres, etc.) aspiró a la alcaldía de El Molino (La Guajira), en esa misma ocasión, también sin éxito. Y el intérprete cartagenero Jakobo Fonseca (el de la canción Pinta un Bosque), pieza del Centro Democrático, se desempeña desde inicios de este año como secretario general de la Asamblea Departamental de Bolívar.

Jorge Oñate, “El Jilguero de América”, de los históricos pesos pesados del vallenato, siempre con lazos política y ligado a familias de poder político en el Caribe, fue concejal de su municipio, La Paz (Cesar), e incluso llegó a ser representante a la Cámara por el departamento (fue segundo renglón durante dos periodos y como reemplazo, ocupó silla en el Congreso por unos meses décadas atrás).  Por este tiempo – que se sepa de manera pública- ha estado alejado de actividades políticas.  El ídolo vallenato es centro de una investigación por el homicidio de un ex concejal de La Paz (ocurrido en febrero de 2012), proceso en el que salió a relucir hasta su  presunta compra de votos en las anteriores elecciones legislativas.

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El actual alcalde de Valledupar engrosa el listado de personajes que despegaron en la música y ahora ofician de políticos.  Augusto Ramírez Uhía, conocido como “Tuto Uhía”, Cantante Revelación de los Premios Luna 2005 (premios a la música del Caribe realizados anualmente en Barranquilla), exponente de la llamada Nueva Ola del vallenato,  que grabó con los acordeoneros Juan K Ricardo, Tavo García y “Kalata” Mendoza, sencillos y álbumes, es abogado. Arrancó como concejal, trabajó de Secretario de Gobierno del Cesar,  y después llegó a la alcaldía. Para Uhía, que un artista se lanzara a ocupar cargos públicos era una oportunidad de cambio en la política nacional dominada casi siempre por las mismas familias.

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Otro de los que dejaron los discos y tienen ya un largo camino político, es Lidio García, oriundo de El Carmen de Bolívar, que debutó como cantante tropical grabando con la agrupación El Nene y sus Traviesos en el 94 y luego se dedicó al vallenato. El mismo año que se estrenó en los estudios de grabación, fue elegido concejal de su municipio. Llegó al Senado en 2010 y es actual candidato a este cuerpo colegiado, por el Partido Liberal.

García, investigado por nexos con las AUC, hace parte de los nombres incluidos en el informe electoral de la Fundación Paz y Reconciliación (informe que no cumple ninguna función judicial, sino que es una forma de hacer veeduría), que revela que decenas de candidatos aspirantes al Congreso este año, son herederos de parapolíticos.

Si de compositores se trata la lista también es extensa e incluye reconocidos cerebros. Adolfo Pacheco gigante en el folclor nacional, autor de La Hamaca Grande, El Mochuelo, El Viejo Miguel  entre muchos éxitos que ya hacen parte del inconsciente nacional, es abogado, fue concejal de San Jacinto (Bolívar), diputado de Bolívar y secretario de la Asamblea de ese departamento.  En sus entrevistas de forma jocosa afirma que le gustaba mucho la política pero que se retiró desencantado porque ya le habían entrado ganas de robar y él no sirve para eso.  Deimer Marín (autor de temas como No Pasará lo Mismo, grabado por El Binomio de Oro) fue Diputado de la Asamblea de La Guajira por dos periodos.  Alaín Cárcamo (Parranda en el Cielo, grabada por Jorge Oñate) fue alcalde de Curumaní (Cesar) y  Juan Manuel Pérez (creador Quién te calentó el oído, que plasmó en disco Diomedes Díaz) aspiró sin éxito a la alcaldía de Chiriguaná.

En la actualidad, Marciano Martínez, virtuoso de la composición vallenata, autor de Amarte más no pude, La Juntera, popularizados en la voz de Diomedes Díaz,  y un centenar de mega hits más, protagonista de la película colombiana Los Viajes del Viento, es concejal de San Juan del Cesar (La Guajira); y Carlos Daza (autor de La mejor mujer del mundo interpretada por Kanner Morales) del Partido de la U, concejal de Valledupar.

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Los músicos, motivados por distintas razones, algunos románticos, otros con firmes convicciones de aportar al cambio social desde sus ideologías, o con el propósito de seguir una carrera política, se han arrojado a la arena electoral.  Según lo ha contado la historia, la mayoría de quienes se han lanzado al Congreso, sin notables frutos. Críticos aseveran que los dirigentes de partidos los “usan” por su popularidad para atraer a la gente. Y claro, para ellos, ser reconocidos puede ser una ventaja, pero no garantiza éxito en las votaciones ni legislando. 

Junior Jein, cuando aspiró a una curul, reconoció que con los músicos en política no ha habido muchos resultados, pero dijo que no había que dudar de las facultades de los artistas que se postulan.  Alaín Cárcamo, (que luego de un periodo como alcalde abandonó actividades políticas)  decía que antes de lanzarse, había que estar muy consciente de las capacidades para dirigir un municipio, ya que “gobernar no es nada fácil, y así se tengan las mejores intenciones de servir, música y política, son cosas muy diferentes”.

Y tiene razón Cárcamo, porque hay quien nació para buen músico, pero como canta Lisandro: “Para político no”.

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