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Del metal a la sabrosura: guía para volarse la cabeza con el sonido Novalima

Desde Perú, un licuado sonoro tan sabroso como su comida, mezclando lo mejor del universo latino.

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Foto: Vito Mirr

Novalima lleva más de una década encendiendo la candela, encomendada a ritmos de la negrura peruana y aliándolos con reggae, dub, jazz, afrobeat, cumbia, funk y  electrónica. En vivo son un cañón. Detonantes de alegría e imán de los amantes de la fiesta. 

Por: Jenny Cifuentes // @jenny_cifu

Han tronado por todo el mundo en escenarios de festivales como Roskilde en Dinamarca, Montreal Jazz Festival,  Beloved Festival en Oregon, o en el Central Park en Nueva York. Tienen en sus estantes cinco discos en estudio poderosos, trabajos remezclados y una nominación al Grammy Latino. Por estos días publican su nuevo álbum Ch’usay: un trip hacia el interior del Perú, que lleva a la selva, al Amazonas, e invoca los ancestros.  Una placa innovadora, brillante y de lujosa factura que le va a volar la cabeza. Rafael, Grimaldo y Ramón, músicos de la banda, nos ayudaron a armar esta guía Novalima para iniciados.

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DEL METAL A LA SABROSURA

Ramón Pérez-Prieto, Grimaldo Del Solar, Rafael Morales y Carlos Li Carrillo, gestores de Novalima, se conocieron en el colegio a los 13 años.  Eran los 80 y el Perú acababa de salir de un gobierno militar. El terrorismo azotaba a la nación. El toque de queda había sido decretado. Ellos, adolescentes inquietos, se reunían a escuchar heavy y thrash metal; y entre guitarrazos, cuadernos y jornadas en las que esperaron las 6 de la mañana juntos a que el toque de queda acabara, su curiosidad musical crecía como germen de futuras obras.

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Se vivía una época muy dura en el país. Para la escena musical las cosas eran difíciles en extremo: no se conseguían instrumentos, no había suficiente difusión, no existía dónde conseguir material de fuera. Un tiempo muy complicado en lo social que motivó el nacimiento de una escena de música subterránea en Lima en la que el metal y el punk mandaban la parada.

En ese surgimiento de bandas metaleras y hardcoreras en los 80, los desfogues rockeros primigenios de Grimaldo, Rafael y Carlos dijeron “presente” con un grupo al que llamaron Curriculum Mortis. Llegaron los 90 y los Novalima se engancharon con la sicodelia, con lo progresivo. Pink Floyd se oía en sus reproductores a todo volumen, se aventaron a formar agrupaciones de rock sicodélico y una de covers de Pink Floyd, Led Zeppelin y Queen, hasta que al final de la década cada cual viajó a vivir a diferentes ciudades: Londres, Barcelona y Hong Kong. Allí se nutrieron de sonidos africanos, de la India, asiáticos, y de remezclas del house.

Estando fuera de Perú eran cerebros híper activos que consumían diversos tipos de ritmos como jazz, reggae y funk; pero lo que marcó de manera directa a Novalima fueron las uniones que ya se estaban haciendo de música tradicional y electrónica. Lo que detonó su génesis fue escuchar cosas como Gotan Project, que unía el tango con sonidos electrónicos, algunos remezclas de Fela Kuti, UFO (un colectivo musical muy vanguardista), y también los colombianos Sidestepper.

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Novalima nació sin la idea de hacer una banda. Eran cuatro personas cada una experimentando en el estudio de su casa, intentando fundir música electrónica con la tradicional de diferentes partes del mundo –no solo sonidos peruanos–.  Un día se juntaron en Barcelona (donde vivía Grimaldo), compartieron sus trabajos, les gustó y decidieron armar un colectivo en el que pudieran editar sus ideas. Empezaron a trabajar en remoto, solo como un proyecto de estudio. Grababan muchas percusiones y voces en Perú, y luego las mandaban por correo en CD porque en esa época internet no se prestaba para eso. Así crearon los primeros dos discos.

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CHÚSAY: RAPEANDO EN QUECHUA 

“Ch’usay”, una palabra quechua que significa “viaje interior”, da título al nuevo trabajo de la banda que se estrenó a mitad de septiembre bajo el sello neoyorkino Wonderwheel Recordings. En él Novalima explora diversos sonidos peruanos, ya no solo los afros, y excava en lo andino, en la música del Amazonas, de la selva y acude a instrumentos ancestrales. Es un poco lo que dicta el nombre: una travesía musical al interior. No solo está marcado por una lista de invitados de lujo, sino también por la utilización de instrumentos ancestrales como conchas o flautas usadas hace 300 o 400 años. Tiene sonidos que nunca se habían escuchado en álbumes anteriores y además canciones en quechua.

Ch’usay es el tema que abre el álbum y el que lo titula. Exhibe las voces de Sylvia Falcon y de Liberato Kani, quien rapea en quechua. Según la banda, es el artista pionero en llevar el rap a este idioma.

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El regalo es el segundo adelanto de la nueva producción. Con “versos que no son de azar, que no se cantan por cantar”, y para una fiesta interminable.

PLAYLIST PARA INICIADOS: ¡BAILA Y ZAPATEA EL FESTEJO DE MI TIERRA!

Festejo
Es la canción infaltable en los shows, la que más les piden. “Negrito Manuel, ven con tu cajón, que la niña Jesú, quiere bailar”.

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Coba Guarango
De los hits del grupo, publicada en el disco Coba Coba, y que contribuyó a popularizarlos en América. Para que exploten los bafles.

Machete
La banda llegó al cine con este tema incluido en la banda sonora de la película Machete (2010) de Robert Rodríguez que protagonizó Danny Trejo. Afinen con este video con colores de pueblo.

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Macaco mata el toro
En Colombia el público siempre quiere oír esta remezcla que hicieron de la canción Macaco mata el toro, de Graciela Salgado, que fuera interpretada por el gran Paulino Silgado “Batata”, gigante de la tradición afro nacional. 

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Guayabo
“Las penas al pasado, los muertos a la tumba”, cantan en este corte del disco Karimba, con percusión deliciosa que incita al baile. Aquí en vivo en una sesión de la radio KEXP en Washington.

PODER NEGRO DEL PERÚ

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La sangre les hierve con un tambor porque lo negro corre por sus venas.  Lo que atrajo inicialmente a los Novalima de la música afro peruana fue la parte percusiva, los ritmos (muy africanos y diferentes a los géneros de “música occidental” con los que crecieron), la instrumentación –el cajón, la quijada, la cajita y la campana– y cómo se unían todos los elementos para crear ritmos tribales e hipnóticos.

De chicos la escuchaban en sus casas por sus papás, a través de la radio como sonido ambiente, pero en su juventud no fueron fanáticos o asiduos a locales donde se tocara. Estando fuera del Perú, quizá por la nostalgia, fue donde empezaron a apreciar más estos ritmos. Se dieron cuenta de que era una música que se estaba perdiendo en el tiempo, que no había crecido más de su auge (que fue alrededor de los 70), y que no tenía más difusión. Sintieron que de alguna forma se estaba desapareciendo sobre todo para las nuevas generaciones y vieron una oportunidad de rescatarla, refrescarla y renovarla para oídos jóvenes. Se dieron a la tarea de investigar a fondo, se motivaron con cantantes de su tierra como Lucha Reyes, Rosita Guzmán, la familia Santacruz, “El Zambo” Cavero, o cajoneros como Eusebio Sirio “Pititi”.

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Su fórmula resultó, porque aliándola con lo electrónico y otros aires, pudieron llegar  a más público y lograron internacionalizarla de una manera más fácil. Hoy la escena en Perú se ha ampliado y el género afro ha tomado un nuevo impulso. Hay una oleada de músicos nuevos haciendo cosas muy interesantes. “Es difícil que a quien le guste la música no se sienta atraído por los sonidos afro peruanos. Es algo que la gente siente, porque cada vez que hay una música peruana de fondo, un poco el pie siempre se mueve, el ritmo es muy contagioso”.  

“¡REPICA CAJONERO QUE ESTA NOCHE FESTEJO!”  DELE PLAY A LOS DISCOS DE NOVALIMA

Novalima (2002)
Fue su debut homónimo que exhibía una mezcla de estilos tradicionales de diferentes puntos del mundo, sonidos cubanos, de la India y del Brasil, con electrónica y un poco de lounge o downtempo. Además, incorporaron el cajón y algo de música afro peruana. El primer encuentro con esa raíz cultural tuvo tanto impacto en ellos que hicieron varias sesiones de grabación, conocieron muchos músicos y se involucraron cada vez más con estos aires de su país.  

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Afro (2006)
La inmersión con la música negra del Perú fue total y llegó a su segundo disco, Afro, marcado por ritmos afro peruanos con electrónica. El álbum fue su primer trabajo internacional, firmado con disquera en Londres y trampolín para llegar a multitud de oídos de varios países ansiosos fiebres nuevas sonoras. “Ritmos de la esclavitud, contra amarguras y penas, al compás de las cadenas, ritmos negros del Perú”, cantaban. Con Afro rotando en diferentes lugares del mundo decidieron armar una banda para tocar en vivo. Convocaron de nuevo a varios de los músicos que habían participado de este álbum y surgió la magia. Como dicen algunos aquí: se armó la vaina.

 

 

Coba Coba (2009)
Como ya estaba firme todo el combo de músicos, el disco tiene un sonido más de banda en vivo. Los temas fueron compuestos además pensando en el directo. Con él, superaron la calidad de sonido de sus anteriores producciones y fueron nominados a Grammy Latino a Mejor Álbum de Música Alternativa.

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Karimba (2012)
Es más oscuro y más electrónico que los anteriores. Los impulsó a entrar en un mercado electrónico norteamericano al que no habían llegado antes. 

 

 

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Planetario (2015)

Fue pensado en ampliar más las influencias afro. Tuvo mucha presencia colombiana.  Como estuvieron en Colombia de gira aprovecharon para grabar con músicos como La 33 –quienes les prestaron su estudio para hacer un par de sesiones–, La Mambanegra, Pernett y Eka de Sidestepper.

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NOVALIMA REMEZCLADO

Si lo suyo son las remezclas suba el volumen aquí. Para lograr estos álbumes la banda ha hecho una lista de productores y DJ que les gustan, muchos ya amigos o conocidos. La disquera también aporta una lista y luego les enseñan el disco original a los seleccionados para ver con qué canción conectan. Los Novalima han trabajado sus remixes, entre otros, con Rob Garza de Thievery Corporation, artistas del colectivo Afrolicious, los ingleses Da Lata o los peruanos Dengue Dengue.

Planetario remixes EP (2016)    

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Coba Coba Remixed (2009)

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