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El caso Safaera y el complejo mundo del sampleo y los derechos musicales

¿Por qué desapareció Safaera por unos días de Spotify? Una lección sobre por qué el mundo de los samples es más complejo de lo que creen. 

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Bad Bunny - Foto: Gettyimages

Después de días de especulaciones, pistas inconclusas y todavía más memes del gran mash up reggaetonero moderno, Safaera volvió a Spotify para dicha de todos los fanáticos del perreo y del conejo malo. ¿Pero realmente qué fue lo que sucedió? ¿Por qué una de las canciones más populares del momento pudo desaparecer de la gran plataforma de distribución musical?

Por Eduardo Santos Galeano // @edusantosg

Es un hecho: Bad Bunny es el artista latino que marca la pauta en este momento. El puertorriqueño, que nos ha hecho extrañar las discotecas como nadie con los lanzamientos durante el encierro de YHLQMDLG y LAS QUE NO IBAN A SALIR, es el consentido de la radio comercial, las revistas especializadas y las plataformas digitales de distribución musical, donde sus escuchas de contabilizan por millones, resultando en un negocio lucrativo para todos los actores que tienen que ver con la música de Benito. 

Por eso cuando a mediados de mayo el gran hit de toda esta nueva oleada de lanzamientos desapareció de Spotify, Safaera volvió a ser el primer tema de conversación en redes sociales. Algunos medios denominaron al caso como el ‘Safaeragate’ y después de días de usuarios exigiendo una explicación, Spotify emitió esta breve comunicación cuando la canción finalmente volvió a su catálogo después de un par de días: 

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Con esto se confirmó que el reclamo llegó por parte de uno de los dueños de uno de los samples que utilizaron Tainy y DJ Orma en la producción del track. Y es que detrás de Safaera hay todo un homenaje a la historia del reggaetón. Se utilizaron un total de once recortes de temas fundacionales para el género entre los que se encuentran Dem Bow del jamaiquino Shabba Ranks, Sueños Mojados de DJ Nelson o El Tiburón de Alexis & Fido. 

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Aunque hasta ahora no se ha confirmado cuál fue el sample en cuestión y el propio Bad Bunny ha evitado el tema, los rumores apuntaron a una disputa entre Rimas Music -el sello de Bad Bunny-, los productores y el reggaetonero Alvarito Díaz, al que supuestamente Tainy le había entregado la pista con anterioridad. También se involucró a Jhay Cortez, aunque todo esto ha sido desmentido por los representantes de los cantantes. 

¿Cómo funcionan los derechos en el sampleo?

El sampleo como método de producción, desde luego, no es nuevo. Como es bien sabido por muchos, es una técnica afincada en la industria de la música que consiste en tomar pedazos de canciones ya hechas para crear una nueva. Y desde los ochenta, cuando se comenzaron a usar samples en discos como 3 Feet High and Rising de los Beastie Boys o Paul’s Boutique de De La Soul, dos obras maestras de su época, ha sido común que aparezcan este tipo de líos legales sobre el derecho de autor. 

En principio, es clave entender que para samplear legalmente es necesario tener derechos tanto de la composición -propiedad del artista o su editora- como del fonograma -propiedad de su sello discográfico-

“Muchos productores cuando está armando beats no piensan en este tipo de cosas y es vital. La única manera de lograr el uso autorizado es con una licencia”, dice Santiago Sanmiguel, abogado de entretenimiento y socio de Derecho Rocks. Aunque el método del sampleo ha sido ampliamente usado en la historia del reggaetón, en este momento ha vuelto a cobrar relevancia junto a otros éxitos recientes como Amarillo de J Balvin con un sample de Angela de Supa Saian Crew o China, cuya base melódica es un sample de It Wasn’t Me de Shaggy. 

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Por hacer parte de una industria poderosa como la del reggaetón, es común que este tipo de samples con licencias millonarias estén correctamente licenciadas. Para Sanmiguel, esta dinámica del mercado de los samples se resume en lo útil que resulta para un productor tener en sus manos un recorte de una canción conocida a la hora de transformarla en un nuevo hit, como del negocio extremadamente lucrativo que resulta para un compositor de otra época al ser sampleado en un hit moderno. “Usualmente se paga un dinero por anticipado y se va descontando de un porcentaje que se les adjudica por la explotación por parte de la composición”.

En su TED Talk sobre sampleo, el productor inglés multipremiado Mark Ronson dijo que “vivimos en la era post-sampling. Tomamos las cosas que amamos y construimos a partir de ahí”. Una definición romántica del oficio del sampling que, sin embargo, y debido al funcionamiento voraz de la industria musical, omite no solo el dinero que hay que tener para samplear una canción popular, sino también el rasero distinto que existe para exigirle la regla a una producción de Bad Bunny que al trabajo de un productor independiente. 

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¿Qué deberían hacer las plataformas de streaming con las letras violentas? Esto, por supuesto, tiene que ver con el dinero que se puede explotar de un artista del tamaño del conejo y el interés que su música genera para que algún jugador de la industria se interese por demandar la obra y sacar su tajada. Así lo explica el abogado y activista estadounidense Lawrence Lessig en su libro Remix: “Algunos abogados ponen un esfuerzo extraordinario para identificar los samples utilizados en discos exitosos sin permiso. La amenaza de la responsabilidad dentro del derecho de autor es enorme, así que los pagos para espantar a los litigantes es enorme. El sistema ama este juego por lo que el juego nunca acaba”. 

Un ejemplo más cercano dentro de este universo del sampleo y los derechos de autor puede ser el de El Arkeólogo -el beatmaker detrás del icónico dúo paisa Alcolirykoz y de gran parte de la escena rapera nacional- y La Típica, una de sus producciones más populares. Un caso referente en el que consiguieron la autorización de los representantes del compositor Rodolfo Aicardi pero regrabaron el sample con sus propias trompetas, por lo que no estaban obligados a pagarle al legendario sello Discos Fuentes por usar el fonograma original de la canción publicada en 1979 -y que de hecho era un cover del compositor limeño Ángel Aníbal Rosado-.

Volviendo al tema de “Safaera”, otra pregunta que quedó en el aire fue la del verdadero rol que tuvo Spotify dentro de la disputa, que como decía más arriba, hasta ahora se ha tratado con mucha reserva. Según Sanmiguel, en este caso la plataforma funciona simplemente como un intermediario que, para cubrirse legalmente, cuenta con un sistema abierto de reclamaciones que les sirve para ahorrarse un problema legal en caso de que alguna canción dentro de su catálogo tenga problemas de licencias. “Spotify por protocolos y riesgos legales lo primero que hace es tumbar a prevención. Luego le pide a ambas partes que lleguen a un acuerdo para volver a subir”. 

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¿Pero por qué si había una disputa en curso solo se bajó la canción de Spotify? Básicamente, al no existir un sistema integrado para hacer estas quejas en todas las plataformas en las que se encuentre la canción, la queja se debe hacer individualmente en cada lado y en este caso solo fue para la más grande y, por lo tanto, en donde se concentra el mayor número de escuchas por fuera de YouTube. Puede que nunca sepamos quién fue, pero probablemente el que envió el reclamo a Spotify y Rimas Music ahora tiene en sus manos un acuerdo del tamaño de un éxito comercial rotundo como Safaera

En el ensayo musical Más brillante que sol. Incursiones en la ficción sónica, el teórico británico de ascendencia ghanesa Kodwo Eshun dijo que desde la aparición del sintetizador los humanos contamos con un nuevo cableado cerebral que nos une con las máquinas con las que hacemos música. Los samplers son una de ellas y con su aparición, miles de canciones han evolucionado a nuevas dimensiones sónicas. Finalmente, se trata de un espacio fértil y todavía muy joven que con la tecnología de hoy debe ser alentado más que nunca, a pesar de tener que ir de la mano con la ley. 

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Para aprender más sobre el uso del derecho en la industria musical, pueden escuchar el podcast Dr. Rocks del estudio jurídico Derecho Rocks. Disponible en todas las plataformas.

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