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El Dorado: el álbum con el que Shakira descubrió lo que ya estaba inventado

No todo lo que brilla es oro, y el nuevo lanzamiento de Shakira lo reitera.

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Es su nuevo trabajo abunda el reguetón, las colaboraciones con otros artistas top ten y el mensaje insulso. Y la amnesia, más que nada.

Por: @chuckygarcia

Incluso resulta un poco arrogante: usar el mismo título de un álbum que marcó un antes y un después en el rock colombiano y latinoamericano entre mil millones de nuevas posibilidades es situarse deliberadamente por encima de la historia misma de la música y de la trayectoria de otro artista que en todo caso sí es conocido.

Porque aunque en los dos casos no es aceptable, Luis “Terror” Días, el fallecido compositor dominicano al que Shakira plagió en su canción irónicamente llamada Hips don’t lie, no era tan conocido en nuestro medio, pero en cuanto a Aterciopelados estamos hablando de un ícono y hasta de una marca que la gran mayoría podemos reconocer y señalar.

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El Dorado, el álbum que quizás marcó la época más dorada de Aterciopelados desde 1995 y que entre muchas otras cosas les permitió recorrer todo el continente y hacer una gira por Estados Unidos al lado de Soda Stereo, fue además un disco avanzado para su época y con canciones que al mismo tiempo que hacían un recorrido por la diversidad sonora de Colombia cuestionaban lo que social y políticamente estaba mal: la violencia, el desplazamiento, la limpieza social, la brecha entre ricos y pobres y los negocios creados por los nuevos colonizadores. Todo lo contrario a este homónimo El Dorado que le vino a salir al paso 23 años después.

El Dorado de Shakira, en resumen, es un álbum de reguetón, en el cual las colaboraciones con otros artistas del momento son su gran apuesta y su mayor riesgo y donde el mensaje es tan insulso que aterra. No ha sido Shakira en todo caso una letrista para hacerle un busto en plaza pública, pero álbumes suyos de hace diez años como Pies descalzos o ¿Dónde están los ladrones? tienen entre sus repertorios muchas canciones que sin perder la línea de lo pop son cien veces más elocuentes y mejor pensadas.

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Me gusta esa barbita”, “Un mojito, dos mojitos” son el tipo de frases que abren el nuevo lanzamiento de la Barranquillera, que luego canta “No sirve de nada llegar aún más lejos, ni toda la fama, ni todo el dinero”, como si no se refiriera a la ausencia de su ser amado sino más bien a la  pérdida progresiva de su línea editorial y musical. Y es que en su El Dorado si uno quita del medio todos los temas que son colaboraciones con otros artistas, lo que queda sobre la mesa son canciones sin intensidad ni originalidad, que no aportan absolutamente nada nuevo o que por la forma en que suenan y los juegos de palabras que emplean parecen su propia imitación de otras artistas femeninas como Gwen Stefani o Andrea Echeverri, como en el caso de los temas Coconut Tree y Amarillo.

A los reguetones que hizo con Nicky Jam o con Maluma seguro muchos no le van a hacer el feo (incluyendo ese tema a medio camino entre el trap y el reguetón que lleva por nombre Trap y que más que nada es una canción somnífera y lánguido con varios efectos de voces); y pues mucho menos a la ya famosa La bicicleta, lo único relativamente innovador, aunque como ya se sabe también fue acusada de plagio.

Más allá de lo que la justicia determine, hay que pedirle al dios de la música y la coherencia que el próximo álbum de Shakira no se termine llamando La Tierra del Olvido, curiosamente otro álbum original de 1995, el año en que la colombiana lanzó Pies Descalzos y en el que al parecer estaba tan ocupada cantando Dónde estás corazón que olvidó que El Dorado ya había sido descubierto.

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